08/08/2014 – Medjugorje no se ve desde el cielo. Es el Cielo lo que se ve desde Medjugorje

Ya ha terminado el Festival de Jóvenes de Medjugorje. Este año no hemos ido, pues el Señor ha tenido otros planes pensados para nosotros. Bendito sea Dios.

Fui al Festival durante siete años consecutivos, y lo recuerdo todo muy bien. Estos días he acompañado de diferente manera a muchos peregrinos que se han dejado caer por aquellas tierras. Cada día he recibido un buen número de fotografías y mensajes, vía email o redes sociales, que me han servido para vivir el Festival desde casa, a mi manera. Amigos, parientes, lectores, conocidos y desconocidos. De Madrid, de Miami, de Honduras, de Huelva, de Serbia, de Valencia… todos gente cercana que de una u otra manera han querido compartir su alegría conmigo, generando sin darse cuenta una enorme envidia… de la buena. ¡La verdad es que el móvil y el email han sido estos días una verdadera fiesta!

Lo de las fotos en Medjugorje es tremendo. El lugar y los peregrinos dan mucho juego si tienes un ratillo para pasearte con la cámara en la mano. En todos lo años que estuve allí vi cosas preciosas que no había visto en ningún otro lugar de la Tierra, y aunque no soy un profesional del viajeteo, el Señor me ha llevado de paseo por muchos y muy diferentes sitios del planeta.

Guardo una colección de fotos majas de aquellos años. Muchas de ellas las habéis podido ver aquí mismo, en este blog. Las imágenes que me han ido llegando estos días son más o menos las mismas y, aún así, no me canso de verlas: colas interminables de gente confesando; misas multitudinarias concelebradas por quinientos sacerdotes o más; peregrinos que suben a un monte de piedra a rezar; peregrinos que suben a otro monte y también a rezar; gente confusa; gente llorando; gente alegre; gente feliz. Gente con la cara de haber encontrado lo que tanto tiempo llevaban buscando. Personas con una historia a cuestas que han averiguado donde descansar. Que han conocido a un Dios que les llevaba toda una vida esperando sentado, en una casa preparada por una pedazo de Madre como nunca hubimos podido ni soñar, con un corazón tan grande que en él caben todos y cada uno de los sueños rotos, de las promesas incumplidas, de los afanes imposibles que cada hombre lleva en su memoria, para ser dados la vuelta por un Amor incondicional sentido profundamente en el corazón, si lo abres a Él. Un Amor vivo, real, auténtico y que no se acaba nunca, que se guarda cada tarde muy dentro del alma, al comulgar, y que no se olvida jamás de los jamases ni aunque te arrancaran la lengua para no contarlo ni los dedos para no escribirlo, pues si lo has vivido lo harías de nuevo una y mil veces más si hiciera falta.

Todas esas imágenes las había visto antes. Solo me faltaba una cosa que ver. Mejor dicho, una perspectiva, y era ver Medjugorje desde el cielo. No sé cómo lo han hecho, si con un helicóptero, con un dirigible, o con esos aparatos que se han puesto de moda llamados drones. La verdad, me da igual. Puestos a imaginar, no me extrañaría que lo hubiese filmado un angel con la cámara de mi suegro, que anda por allí con la familia. No sería lo más sorprendente que he visto allí, la verdad.

Haya sido como fuera, lo que no me deja impasible es lo que estas imágenes nos enseñan. Tened en cuenta que cada uno de esos puntitos de luz tan diminutos, es una historia de amor enorme que empieza y que puede iluminar el mundo entero de su realidad, a su vuelta.

Muchos no lo entenderéis, y lo entiendo. A mí también me pasó. Tuve que aprender que para ver bien Medjugorje hay ir allí dentro y darse cuenta de que en realidad, Medjugorje no es para mirarlo, sino un lugar desde el que mirar. Un observatorio estelar. Un precioso balcón al que asomarse sin miedo y elevar la mirada del corazón hacia el cielo.

Mirar Medjugorje es como ponerse a un extremo o al otro de un catalejo. Si lo miras desde el cielo, lo verás pequeñito, pequeñito. Lejos, muy lejos. Sin embargo, si das la vuelta, verás cómo desde Medjugorje, es el Cielo lo que se ve mucho más cerca… y te darás cuenta de que de lo que trataba todo este jaleo, era sencillamente de eso. ¡De que lo vieras!

Fuente: www.religionenlibertad.com