12/12/2017 – El discernimiento de la Virgen María – Segunda parte

“Hijitos, decídanse nuevamente por Dios y busquen sólo Su voluntad, y entonces encontrarán en Él alegría y paz”.

Del Mensaje del 25 de octubre de 2013

En el número anterior, comenzamos a reflexionar sobre el discernimiento de la Virgen María, y en como la Reina de la Paz -a través de sus Mensajes- continúa invitándonos a buscar la voluntad de Dios en todo momento, y en todas las cosas.

Hoy concluiremos esta reflexión, pidiéndole a Nuestra Madre que interceda por cada uno de nosotros, a fin de que este tiempo de Adviento y el próximo tiempo de Navidad, sean un tiempo privilegiado para crecer en el espíritu de discernimiento, que nos lleve a ejercitar -aun en las pequeñas cosa cotidianas- el buscar lo que más agrada y glorifica a Dios.

Las preguntas en el discernimiento

“María dijo al Angel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?»”. (Versículo 30).

María en la Anunciación, ante la presencia de Dios (que a través del arcángel Gabriel irrumpe en su vida con una intervención fulgurante y misteriosa), reflexiona y pregunta, quiere saber el “cómo” de la acción divina, y que es lo que ella tiene que hacer para ser un instrumento útil en las manos de Dios.

El peligro no está en hacer preguntas sobre el cómo y el cuándo, sino más bien en hacerse el sordo y no escuchar, o el no aceptar las respuestas y de las propuestas que nos vienen de Dios, como fue el caso del joven rico, a quien Jesús lo invita dejar todo para seguirle, pero el joven se dio vuelta y se alejó, llevando consigo la tristeza a cuestas (Mt. 19:16 y ss).

El preguntarle a Dios, y luego hacer silencio para esperar pacientemente su respuesta, es un paso esencial del proceso de discernimiento.

Tal vez te preguntarás, ¿pero cómo responde Dios?

La respuesta no es tan sencilla. Gran parte de la capacidad para escuchar los susurros del espíritu Santo consiste en, como María:

Bajar el nivel de ruido mental o emocional, que es provocado por la ansiedad.
Ejercitar la escucha interior, intentando distinguir aquellos pensamientos que vienen de Dios a otros que proceden de nuestra propia humanidad.
Pedir la gracia de la santa indiferencia, la cual no quiere decir que a uno no le importa nada, sino más bien, que se está dispuesto para hacer aquello que Dios pide, aún cuando esto signifique una gran renuncia.
Ser conscientes de que Dios nos habla a través de las necesidades de la humanidad y de la Iglesia, y que provee a algunos de capacidades y talentos adecuados, para responder a esas necesidades.
Aprender a leer los signos de los tiempos, que forman parte del lenguaje de Dios. En el caso de la Virgen María, ella sabía que el pueblo estaba la espera del Mesías y que tenía necesidad del Salvador.
También Dios puede hablarte por medio de las sagradas escrituras, a través de un acompañante espiritual, e incluso en medio de la noche en sueños, como fue el caso de José, esposo de María.

Fuente: www.centromedjugorje.org