29/10/2013 – «Tras mi conversión mi vida se ha complicado muchísimo, pero soy mil veces más feliz»

14911_maria_vallejo_nageraLa escritora María Vallejo-Nájera ofreció hace unos días una conferencia sobre el arcángel San Miguel, en la capilla de Santa María de Zamartze (Navarra), con un lleno absoluto de un entregado público que no quería perderse su testimonio.

Anteriormente, la escritora madrileña se había consagrado al arcángel San Miguel, en la iglesia de Santa María de Zamartze, en Navarra, un lugar sagrado tras la aparición del arcángel en 1169.

– ¿Cómo ha sido la experiencia de consagrarse a San Miguel? 
– Muy fuerte, muy hermosa… Espiritualmente un pequeño huracán de amor a Dios, de sentir su protección desde  el cielo. San Miguel se siente muy presente en ese precioso y santo lugar. Estoy muy feliz de haber estado. Me emocioné muchísimo al consagrarme al amor y a la protección de San Miguel. Ahora sé, por mi fe, que él estará siempre junto a mí. Ya Io estaba antes… Pero ahora ya no tengo ni la más mínima duda.

– Usted misma ha comentado que la realización de su libro “Cielo e infierno: verdades de Dios” (LibrosLibres) le ha costado mucho trabajo, que se ha encontrado con muchas trabas ¿Cuál ha sido el principal impedimento? 
– Todo tipo de impedimento, desde miedo al demonio, amenazas, burlas (incluso de sacerdotes que no creen en el infierno, cuando es dogma de fe, qué pena…), risitas burlonas entre las amistades, y un sinfín de aburridos problemas que no quiero contar aquí… Pero el Señor es más grande: me rodeó de sacerdotes sabios y santos, que me han apoyado e iluminado en mi tarea literaria hasta el final. Resultado: récord de ventas y muchos lectores agradecidísimos en la web. Gloria a Dios.

Yo sólo lo escribí por obediencia: así me lo llevaba suplicando mi director espiritual desde hace dos años. El también sufrió mucho mientras yo escribía el libro. El demonio nos odia a los dos, pero el amor de Cristo y su protección, ha sido, es y será, infinitamente más grande. Junto a Cristo la batalla siempre está vencida.

– Para escribir este trabajo ha tenido que hablar con muchos exorcistas. ¿Qué historia de las que le han contado le ha impactado más?
–  He hablado sólo con dos, y la verdad, todo lo aprendido a su lado me ha impactado. He descubierto con mis propios ojos lo valientes que son, lo que aman a Dios. Han sido mis maestros en este horror de ministerio de liberación, y la verdad es que lo agradezco muchísimo. Ahora sé que todo lo que nos ha contado la Iglesia sobre el tema durante siglos, es verdad. Benditos sacerdotes exorcistas: sus manos consagradas liberan a las personas de posesiones diabólicas terribles.

– ¿Por qué cree que cuesta tanto hablar del demonio, del infierno, incluso dentro de la propia Iglesia?
–  Porque somos unos zoquetes y unos cobardes. Y por eso en los seminarios no lo han enseñado bien. Estas verdades dogmáticas (son dogmas de fe, se pongan como se pongan, y si no me creen que miren el Catecismo, por favor), se estudian en una asignatura de la carrera de Teología que se llama Escatología. Pena me da cómo han dado las clases de Escatología en algunos seminarios en las últimas décadas. Así estamos ahora: que ni los curas creen en el infierno y en el demonio. Pobres: se les exigirá cuando fallezcan, en su juicio final, el habernos confundido a todos. Yo oro incesantemente por estos sacerdotes que no quieren enterarse de la verdad. Tendrían que ir de vez en cuando a un exorcismo: se les caerían las escamas de los ojos de una vez.

– He escuchado en alguna de sus conferencias, que en cierta ocasión, el demonio le intentó matar y dice que le quiere matar ¿.No siente usted miedo? 
– Antes mucho. Ahora ya nada. Me parece que me empieza a tener miedo a mí porque no paro de rezar, de confiar en Cristo, y Él me protege. No puede contra Cristo. Y yo pertenezco totalmente a Cristo.

– Hablemos ahora un poco de su conversión, ¿Cómo sucedió? 
– Eso es muy largo de contar… Solo te puedo decir esto: Cristo despertó mi alma en una peregrinación en Medjugorje (Bosnia-Hezergovina), en el año 2000. Desde entonces sólo me interesa una cosa: que al morir pueda entregar algo a Dios. Por ahora siento que llevo las manos vacías…

 ¿Por qué cree que el Señor le regaló el don de la fe? ¿Por qué a usted y no a otros? 
– Lo he meditado muchas veces. Y he llegado a esta conclusión: mi padre había fallecido cuando yo pisé ese bendito pueblo. Creo que él debió interceder. Los padres e hijos que se van al cielo antes que uno (Cuerpo Purgante o Triunfante), tienen un poder incréible de intercesión por los que aún estamos vivos (Cuerpo Militante). Mi padre debía de estar muy feliz de ver a uno de sus tres hijos en ese lugar lleno del amor de la Virgen María, y debió orar mucho por mí. Entonces el Señor actuó.

– ¿Cuál es el mayor regalo que se ha encontrado en la lglesia?
–  La Eucaristía, la Confesión y ahora estoy muy enamorada de la Adoración. Esos son los tres pilares que me sostienen en esta batalla en la que vivo. (Mi camino no es nada fácil; te aclaro que antes de mi conversión mi vida era muy sencilla. Ahora es una Iucha constante, pero soy muy feliz lrabajando así para mi lglesia, mis Cardenales, Obispos, mi Dios).

– ¿Cuál cree que es el principal problema de nuestra sociedad? 
– La falta de fe y amor hacia Dios. Eso nos ha llevado a lo que vivimos.

– ¿Y el principal pecado de esta sociedad? 
– El mío: la falta de fe. Me queda mucho que crecer en fe aún. En cada eucaristía le ruego al Señor que aumente mi fe.

– ¿Por qué reza, en el día a día, María Valleio-Nágera? 
– 
Por mi familia, por mis amigos, por mis seguidores de Facebook (he llegado al límite permitido de entradas y todas esas personas desconocidas para mí me ruegan oraciones y me confían sus terribles problemas), por la lglesia, por los sacerdotes y por las vocaciones.

– ¿Tiene algún próximo trabajo en mente?
 
– Tengo 4 libros en cola: debo terminarlos antes de que pase demasiado tiempo. Todo llegará.

A continuación transcribirmos el testimonio de conversión de María Vallejo-Nágera contado en primera persona:

«Por aquel entonces, yo vÍvía en Londres, con mi marido y, mis tres hijos. Mi vida era de lo más normal, pero muy frívola. En mi casa desde pequeñá me habían educado en el mundo católico. Íbamos a Misa los domingos, hicimos Ia primera comunión, la confirmación, pero era una religión un poco social. Para mi la Misa era aburrida, no la entendía. La confesión era algo surrealista. No entendía ni comprendía los sacramentos.

»Londres es un país anglicano.Yo iba muy poco a Misa y si lo hacía era arrastrada, por mi marido, que era el único que se preocupaba. Estaba muy alejada de la lglesia, tenía, una fe muy tibia.

»Debo mi fe a una amiga anglicana, sin fe en Ia Virgen, sin entender el catolicismo. Era mi mejor amiga en Londres y un día me habló de Medjugorje, me contó que había ido a ayudar en los campos de refugiados, ya que en aquel entonces estaba, la guera de Bosnia, y que quería volver. Yo pensé que se había vuelto loca. Le chillé y le dijé qué le iban a matar, pero ella me insistió en que no pasaba nada, que ya habían llegado los cascos azules y que además, la Virgen había prometido protección a este pueblo. Ella, siguió yendo y yo noté un gran cambio en ella. Antes de ir allí nuestra vida era rnuy frívola, nuestros maridos trabajaban y nosotras, gastábamos el dinero en tiendas, en cafés…

»Un día, quedé a comer con ella y su hermana y me contaron que habían organizado una peregrinación a Medjugorje, a dos meses vista. Contaban conmigo para ese viaje. Era eI año 99 y la guerra estaba muy avanzada pero más controlada. Se pusieron muy pesadas insistiéndome en que fuera y yo me puse muy agresiva, algo que no iba con mi carácter y mi forma de ser.Yo me puse muy violenta y enfadada y les dije que eran unas irresponsables.

»En ése momento, cuando más violenta y enfadada estaba escuché una voz en mi corazón, una voz de mujer muy dulce y muy tierna que me dijo: “Por qué me tienes tanto miedo si yo te espero aquí”. Me quedé bloqueada y pensé que había comido alguna seta en malas condiciones que me habían hecho escuchar voces, pero seguí chillándoles hasta que volví a escuchar la misma voz que me dijo: “Por qué me tienes tanto miedo si yo te espero aquí. Ven”.

»Esta vez me decía ven. Me quedé párda tiré los cubiertos y sin saber por qué les dije: “voy con vosotras compradme un billete”. Ellas se quedaron alucinadas, y una se levantó y salió corriendo comprarme el billete.

»Terminó la comida y me fui temblando a casa y al llegar ya me había arrepentido, pero la hermána de mi amiga ya me habíá sacado el billete. En ese momento ocurrió el segundo milagro y fue que yo llegué a casa y le dije mi marido: “José Antonio qué me voy a Bosnia, qué se aparece la Virgen”. Mi marído en vez de reñirme me dijo: “Vale. Yo me ocupo de los niños”. Ahora no entiende porque me dijo eso, porque pensándolo fríamente era una irresponsabilidad.

»Llegamos a Medjugorje y el primer día estaba muy rabiosa e insoportable. Me obligaron a ir a Misa y allí tuvo lugar el primer milagro. El sacerdote que nos acompañába en el viaje concelebró la Misa. Llevaba una casulla azul y recuerdo que pensé: “Qué guapo es el padre O´Malley”. Pero el padre O´Malley tiene 80 años, es calvo con una nariz muy grande… Pero me pareció guapísimo. Para mí era como un foco de luz.

»Saliendo de la Iglesia y llegó el momento clave en mi vida. Andando hacia un hangar, en mitad de la nada, al aire libre, se paró todo lo que estaba a mi alrededor, la gente, el ruido… Me asusté porque en tres segundos tuve el impulso de mirar hacia el cielo, y algo supe fuerte me cayó encima, sé que era agua en forma de rocío y sé que era un rocío de amor, un amor tan grande, tan grande que nunca encontraré palabras humanas para describirlo.

»En tres, segundos toda mi vida pasó por delante. Sé que vi todos mis pecados desde que tenía conciencia. Yo pensaba que era santa porque no robaba, no mataba, adoraba a mi familia, pero yo no hubiera logrado ir al cielo en aquel momento. Me hubiera quedado en el purgatorio. El Señor me hablo.Una voz de varón entró en mi corazón y me dijo: “María, María, ásí es como te amo y así es como amo a todo el mundo, pero nadie me corresponde”.

»Yo en ese momento me quise morir, porque el amor era brutal. Y tuve un desgarro bestial en el corazón por el dolor que mis pecados habían provocado en Cristo. El Señor me hizo ver el dolor que yo, con mis pecados, había hecho a otras personas se lo había hecho principalmente a Él. Y fue ahí cuando me quise morir. Sentí una vergüenza horrible de estar ante todo un Dios y ver que no le había dado nada y que yo había recibido todo. Y le pedí al Señor que me llevara con él, con ese amor tan grande. Pero me dijo que no y que contara al mundo su amor y todo de repente volvió a moverse.

»Seguía asustadísima. El corazón me temblaba y comencé a llorar por todos mis pecados. Aprendía a rezar el Rosario y sólo quería confesarme. A la vuelta a Londres, después de conocer al Señor, Comenzó el cambio más radical de mi vida. Solo quería ir a Misa, rezar el Rosario, hablar de la Virgen… Cada vez que pasaba por delante de una iglesia católica, sentía la necesidad de entrar. Era como un imán y me quedaba sentada delante del Sagrario y lloraba sin parar.

»Unos meses después les conté a mi marido y a mi director espiritual lo que había pasado en Medjugorje. Un mes después de aquella confesión, entré en una iglesia en la que estaba expuesto el Santísimo y después de rezar, cuando ya me iba, una voz me habló al oído y me dijo: “Gracias por venirme a ver un ratito”. Nunca más volví a escuchar voces. A partir de ese momento mi vida cambió y comencé a ser una apestada, muchos amigos pensaron que me había vuelto loca, la editorial con la que trabajaba me dejó de lado… Pero a pesar de tantos problemas y cruces comenzaron grandes regalos».

Fuente: www.religionenlibertad.com