Boletín nº 137 – 25 de Enero de 2000

Monseñor Robert Rivas, obispo de Kingstown, Caribe, llegó a Medjugorje a mediados de febrero y permanecerá dos semanas. En la Santa Misa vespertina del 13 de febrero, Mons. Rivas predicó ante los fieles reunidos. Es esa ocasión dio su testimonio acerca de la experiencia de fe y de conversión que experimentó en el encuentro con un enfermo de lepra.

Mons. Robert Rivas visitó Medjugorje en febrero de manera privada. A Medjugorje acuden muchos peregrinos, entre ellos muchos sacerdotes, religiosos y religiosas. Y lo que es del todo natural, vienen también cada vez más obispos. Según la declaración de Zadar de abril de 1991, los obispos deben seguir los eventos de Medjugorje a fin de saber adónde se dirigen sus fieles. Aprovechamos la ocasión y conversamos con Mons. Robert Rivas, obispo de St. Vincent y Grenadines del archipiélago del Caribe, que estuvo unos diez días en Medjugorje. Le agradecemos su disposición para compartir con nosotros su testimonio. Con el obispo Rivas habló Fr. Slavko Barbaric. Damos a conocer parte de esa conversación:

SB: ¡Le ruego se presente a nuestros lectores!
RR: Mi nombre es Robert Rivas. Nací en junio de 1946 en Trinidad-Tobago. A los 18 años ingresé a la orden dominicana. Terminé el noviciado y los estudios en Irlanda. Fui ordenado sacerdote en 1971. Posteriormente fui a Roma y terminé mis estudios en el Angelicum y obtuve una licenciatura en Teología.

Debido a que me interesaba mucho el trabajo en la radio y televisión, estudié comunicaciones en Irlanda. Cuando después de casi nueve años regresé a Trinidad, mis superiores me dijeron que había estado durante mucho tiempo en el exterior y que debía nuevamente tomar conocimiento de los problemas de Trinidad. He trabajado siete años en tres comunidades parroquiales. Posteriormente fui dos años director del servicio de comunicaciones. He sido diez años completos profesor de novicios. Durante esos 10 años, 6 años fui director espiritual de estudiantes. Después recibí la tarea de organizar y conectar en las Islas del Caribe las diversas comunidades dominicanas, que en ese tiempo eran seis, pero aún no había sido constituida la provincia. Trabajé en ese campo cuatro años, y entonces llegué a ser obispo de St. Vincent, una isla en el mar Caribe.

SB: ¿Cuándo y cómo se enteró por primera vez de Medjugorje?
RR: En Trinidad acontecen muchas cosas con relación a Medjugorje, ya a partir desde los primeros días de las apariciones. Uno de los peregrinos me había invitado como sacerdote. Respondí a las invitaciones solamente en 1988. Me sentí muy feliz y satisfecho con la primera visita a Medjugorje, ya que experimenté la renovación de la fe y de la vida sobre la base de la fe mostrada por los peregrinos. La gracia especial de Medjugorje es que los sacerdotes que vienen con los grupos llegan a ser capaces de servir como sacerdotes, poniéndose a disposición de los fieles para la confesión y el diálogo. La más grande gracia de Medjugorje es precisamente la confesión. Los peregrinos con su venida a Medjugorje llegan a estar preparados para ser más activos en sus parroquias – y respecto a la oración y a la vida sacramental, y en general a las actividades parroquiales. Por todo lo que he experimentado de las personas, debo decir que aquí existe una obra de gracia especial y que María está presente. Yo verdaderamente creo que la Virgen aquí habla.

SB: ¿Qué ha sido lo que lo ha convencido y ayudado más para aceptar Medjugorje?
RR: Lo digo nuevamente: han sido los peregrinos que aquí comenzaron a cambiar su vida y decidieron vivir la fe.

SB: Ahora está por segunda vez en Medjugorje y no como sacerdote solamente sino también como obispo. ¿Qué puede decir ahora?
RR: He decidido en esta oportunidad venir, estar en silencio y permanecer “de incógnito”. He querido aquí realizar ejercicios espirituales y estar en silencio. Sin embargo, eso no sucedió puesto que los peregrinos me buscaron para la confesión y además prediqué. He comprendido que también mi papel como sacerdote ha cambiado. Me ha tocado profundamente el amor de los peregrinos hacia su obispo. Quién ama a su obispo, ama la Iglesia. El Espíritu Santo está obrando en este lugar. La Virgen también lo está haciendo aquí. Personalmente deseo estar continuamente bajo Su protección.

SB: ¿Desea enviar algún mensaje desde Medjugorje?
RR: Lo que yo procuro realizar en mi vida es la simplicidad. Pienso que he aprendido en mi sacerdocio la simplicidad en el padecimiento, y he crecido en un profundo amor hacia Dios, la Virgen, la Iglesia y una total entrega a Dios. Todo lo que quiero es cumplir con la voluntad de Dios y la obra de Dios. Mi mensaje a la comunidad parroquial, los videntes, los sacerdotes de la parroquia y todos los peregrinos es que sean capaces de entregar completamente su vida a Dios y ser libres para el amor, que vivan el Evangelio en una completa simplicidad y hermosura. Nosotros los católicos debemos ser capaces de mostrar al mundo la belleza de nuestra fe con la ayuda de la Virgen. Les recomiendo a todos que vengan a Medjugorje, ya que en este lugar profundizarán su fe hacia la Iglesia y hacia la Virgen, y de tal forma, llegarán a ser buenos testimonios de la Buena Nueva para con los demás. Y en Medjugorje la Buena Nueva es: la paz.

SB: Gracias a Ud. por esta conversación y le prometemos nuestras oraciones.