Boletín nº 191 – 26 de Octubre de 2003

Visita del Obispo de la República de Santo Tome y Príncipe

Mons. Abilio Ribas, obispo de la República de Santo Tomé y Príncipe de Africa, visitó de manera privada Medjugorje a mediados de septiembre de 2003. Con ocasión de la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz concelebró la Santa Misa en el Krizevac.

Mons. Ribas es portugués, y desde hace 45 años ha sido misionero en Africa. Durante 27 años fue sacerdote en Angola, una ex colonia portuguesa, y ha transcurrido los últimos 19 años en la isla de Santo Tomé y Príncipe, como tercer obispo de esta joven diócesis.

Acerca de sus impresiones dijo:

“Conocí Medjugorje sobre todo por los libros del Padre Joaquim Milheiro, que está aquí conmigo. Desde el principio seguí los acontecimientos con gran interés. Siempre he deseado venir a este lugar cuando las circunstancias lo permitieran.

No discuto acerca de la autenticidad de las apariciones. Tengo mi opinión acerca de eso, pero lo que veo, lo que me impresiona verdaderamente, es la gente que viene y ora. Ciertamente se siente que la gente ha sido tocada por el Espíritu. Ora mucho, por doquier e incesantemente. Eso es extraordinario. Eso es lo que es verdaderamente interesante, porque eso atrae a la gente y cambia su comportamiento. He escuchado muchos testimonios de la gente. Cuando habla de Medjugorje dicen: “¡Hemos cambiado verdaderamente!”

Sé que el obispo local tiene algunas reservas acerca de las apariciones y no deseo contradecir a mi colega. No me planteo esta pregunta. Veo lo que sucede, lo que se hace, para mí es un signo, un gran signo, pero no discuto acerca de la posición de mi colega de esta diócesis.

En primer lugar veo que aquí se hacen grandes sacrificios. Eso lo he experimentado como peregrino. Si estas apariciones hubieran sucedido en algún país rico, seguramente hubieran existido peldaños hasta la cima del Monte de las Apariciones, para facilitar la ascensión a la gente. Veo que han conservado estos lugares así como eran y les ruego continuar así. Que los montes sean por sí mismos una ocasión para un gran sacrificio. He visto gente que sube descalza y eso es extraordinario. Aquí la gente piensa de igual forma y se sacrifica por la Iglesia. Tal comportamiento puede ayudar mucho a la Iglesia a caminar en el espíritu de entrega, y la consecuencia de eso puede ser la unidad del mundo. Reconozco que ahora personalmente me siento más rico y fuerte en la fe.

En nuestro tiempo hay más apariciones que en pasado. Pienso que eso sea una señal, una señal que la Madre da en la búsqueda de sus hijos. Las apariciones son un signo de que la gente se ha desviado del camino de Dios. Por eso la Madre viene con amor y nos advierte, nos dice que debemos dirigirnos verdaderamente a Dios.”