02/03/2010 – El Mensaje I: La Reina de la Paz

Me han quitado la escayola, y de verdad…. ¡Qué bien se está! La rehabilitación es molesta, pero poco a poco, iré recuperando movilidad, aunque por ahora, siento una bonita paz…
Eso, paz, es lo que cuentan haber conocido a menudo los fieles y peregrinos que regresan de Medjugorje. Para conocer más de esa ansiada paz, resulta interesante introducirse en el mensaje de Medjugorje. Allá vamos:

En principio, hay que saber que el mensaje de Medjugorje es importante porque en él se encuentran las directrices para alcanzar esa paz de la que hablan los videntes. Una paz interior, origen de toda paz, que no se produce ni se alcanza por medios humanos porque viene sólo de Dios, al cual se llega a través de una forma de vida basada en una serie de principios, revelados a la Humanidad hace ya dos mil años, y que cobran actualidad en la vida y el testimonio de estos muchachos.

El principio del mensaje de Medjugorje, transmitido por la Virgen María, es este: la conversión al Amor. A ese Amor-Dios del que habló en una carta un tal san Juan, evangelista que conoció en persona a Cristo, que es la personificación humana del Amor, hecho hombre a través precisamente de la Virgen María, y así se cierra el círculo de Medjugorje.

Dice la citada carta: “Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor”. Y continua: “En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios; en que Dios envió al mundo a su Hijo único [Jesucristo] para que vivamos por medio de él”.

Cuando uno se adentra en el mensaje de Medjugorje se da cuenta de que los videntes no paran de hablar de esto, por eso resulta interesante señalarlo y tomar la referencia.

Así pues, lo que hacen los supuestos videntes de Medjugorje es transmitir una serie de mensajes en el que el primero y más importante es la llamada a la conversión a Dios, es decir, al Amor, para lograr que todos los hombres, por medio de Dios-Amor, nos amemos sin remisión, siendo iniciadores y portadores de una paz interior que se transmita, desde nosotros, a todo el mundo, o al menos, hasta donde lleguemos. Al fin y al cabo, el mandato más importante de Cristo a sus discípulos tenía mucho que ver con esto: “Amaos unos a otros como yo os he amado”, es decir, acoger el Amor total, convertíos al Amor total.

La virgen María habla, según multitud de los mensajes transmitidos por los videntes, de esta necesidad de conversión, entendida como vuelta del hombre hacia Dios, que es Amor.
Un ejemplo de ellos es el siguiente:

“Gracias por vuestra respuesta a mi llamada. Queridos hijos, empezad a convertiros en esta parroquia. De esa manera, todos los que vengan aquí serán capaces de convertirse. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”. (Mensaje dado a la parroquia a través de Marija el 8 de marzo de 1984).

Esta, la conversión, es la principal llamada que haría la Virgen María en sus apariciones de Medjugorje, y es ese, la conversión, el más llamativo y asombroso de los hechos que se desprenden de los viajes que tanta gente hace a Medjugorje: las conversiones. La decisión de cambiar de vida para mejor, a pesar de que signifique renunciar a cosas que hasta ese viaje, habían resultado interesantes, pero que no habían logrado satisfacer ni la inmensa capacidad ni la inmensa necesidad de amor que tienen los hombres.

Eso es Medjugorje: una fortísima llamada a la conversión, no tanto de los no católicos a la Iglesia, sino de los propios católicos, los cristianos bautizados que en alguna esquina de nuestra vida nos hemos dejadas olvidadas una serie de cosas muy importantes para vivir en cristiano en medio del mundo que nos ha tocado, o mejor dicho, en el tiempo que nos ha dado Dios.

Por ahora, son muchos los testimonios que hablan de conversión, y ninguno -hasta donde yo sé- que hablen de desconversión. A la Iglesia, a nuestra Santa Madre y Sabia Iglesia, entran muchos fieles por esa puerta llamada Medjugorje. Entran además pasando por el confesionario y con un impulso y un testimonio que destroza los prejuicios del mundo por donde van, que sorprende a sus amigos y conocidos y que descoloca al más pintao. Gloria a Dios.

Jesús García. Autor del libro “Medjugorje”. (Ed. LibrosLibres)

Click here to print.