15 de agosto de 2004 Queridos hijos de Medjugorje, ¡Alabados sean Jesús y María!

Queridos hijos de Medjugorje, ¡Alabados sean Jesús y María!

1- Con gran alegría, el 14 de agosto, celebramos a san Maximiliano Kolbe, este gran santo que ofreció su vida para salvar a un padre de familia. El sacerdote que celebró la misa en francés, aquí en Medjugorje, nos tenía reservada una sorpresa especial: un pintor polaco amigo suyo había sido compañero del padre Kolbe en el campo de concentración de Auschwitz, y en su calidad de testigo ocular, le había descrito la famosa escena que hizo del padre Kolbe un mártir de la caridad. Efectivamente, este pintor formaba parte de los prisioneros del campo.

Esa mañana, los detenidos fueron informados que uno de ellos se había fugado. El pánico cundió en el campo ya que la regla era inflexible: ¡Diez por uno! “Si para esta noche no lo hemos encontrado, advirtió el “Kapo”, ¡10 morirán en lugar suyo!” Los prisioneros esperaron durante todo el día, inmóviles bajo los rayos del agobiante sol de agosto, constantemente amenazados por los perros y los látigos de los “kapos”. Al atardecer, los guardas escogieron a diez hombres al azar para hacerlos morir de sed y de hambre. Uno de los condenados prorrumpió en sollozos, tenía esposa e hijos y suplicaba ser indultado. En ese momento, el padre Kolbe, formado cerca de allí, dio un paso al frente y se dirigió hacia el oficial. Todos los prisioneros, petrificados, lo seguían con la mirada. Pensaban para sí: “Está loco, va a hacerse matar!” Nunca prisionero alguno había osado mover siquiera un dedo ante los verdugos durante esas interminables permanencias de pie en el patio del campo. Pero el padre estaba tranquilo, con pleno dominio de sí, visiblemente decidido. El jefe del campo le preguntó quién era. “Soy sacerdote católico”, respondió el padre Kolbe con gran paz. Le solicitó entonces tomar el lugar del hombre condenado. Silencio mortal, y luego el oficial hurla: “¡Ve con ellos!” El pedido había sido aceptado. Nuestro amigo pintor vio entonces como el padre Kolbe se alineaba detrás de los otros nueve condenados a muerte que se alejaban. Caminaba con calma, cerrando la marcha. Antes de desaparecer a los ojos de sus compañeros, se dio vuelta, levantó la mano e hizo un gesto en señal de saludo. Fue la última imagen del padre para los prisioneros.

Pero desde el primer día de ese largo martirio desde el fondo de sus bunkers, esas celdas minúsculas donde apenas podían entrar, ¡los prisioneros oían como los condenados le cantaban a Dios! En la celda del padre Kolbe los gritos de desesperación y las blasfemias bien pronto habían cedido el lugar a himnos de alabanzas al Señor. ¡El padre los preparaba para el encuentro con su Dios! Los carceleros quedaron muy sorprendidos cuando los cantos se propagaron en las celdas vecinas, y luego a todo el campo, ¡que se unió en alabanza! Antes de esto, el padre solía hacer pequeñas homilías a sus compañeros de prisión, exhortándolos siempre a no dejarse abatir. “¡Oren! No aflojen”, les decía, “¡Crean contra toda esperanza!” Él mismo era tuberculoso y tenía un sólo pulmón desde su juventud. Este bunker fue algo así como su última parroquia. ¡Celebró su última “misa cantada” en ese reducto infame!

Después de una decena de días, tenían que desocupar la celda para llevar allí a otras víctimas. El soldado a cargo que fue a retirar los cuerpos se encontró con nueve cadáveres, y con el padre Kolbe que aún seguía vivo, luminoso, radiante. Cuando quiso colocarle la inyección letal, el padre le extendió humildemente el brazo con mirada alegre y sonriente, como lo atestiguó este mismo soldado durante el proceso. Según él, el padre tenía una mirada tan llena de amor que los oficiales del campo le decían: “¡Baja los ojos!”

El padre Kolbe fue portador de paz y de amor en medio de este infierno. Llevaba en sí la fuerza de Jesús resucitado, ¡capaz de todo! Después de su muerte, los prisioneros decían a los recién llegados: “Esto no es nada, en comparación con lo que hemos vivido del tiempo suyo!” Hasta el jefe del campo fue tocado: después de la liberación en 1945, los americanos lo encontraron escondido en una granja y lo entregaron en manos de los polacos quienes lo ahorcaron en medio del campo de concentración, frente a los hornos crematorios. Ahora bien, instantes antes de morir, pidió la asistencia de un “sacerdote católico”…

Cuando Juan Pablo II canonizó al padre Kolbe, eligió como tema para su homilía: “No hay amor más grande que dar su vida por sus amigos” (Jn 15,13)

2 – Si la paz del corazón pudiera ser comprada en los supermercados, éstos harían fortunas de la noche a la mañana. En su último mensaje, la Gospa nos revela la forma de obtener esta paz, gratis, en casa, mediante un movimiento del corazón. “Cuando tengan amor en el corazón, la paz reinará en ustedes” (Ver PS 2)

¿Tener amor?? ¿Podemos realmente TENER el amor de Dios adentro nuestro?? Sí, podemos, porque el Creador nos hizo capaces de contenerlo a Él, Dios, en todas sus dimensiones. ¡Nuestro corazón es infinitamente más grande de lo que nos imaginamos! Pero si no está lleno de Dios, entonces padecemos la tortura del vacío, mal encubierta por nuestros miserables sustitutos, nuestras satisfacciones pasajeras, que nos dejan aún más vacíos. En hebreo, paz se dice SHALOM, y su significado original es diferente de la acepción que le damos nosotros. El shalom significa totalidad, plenitud, y no ausencia de conflictos o de problemas. Jesús, colmado por el amor del Padre, ¿no dormía acaso en la barca sacudida en plena tempestad? Como el padre Kolbe lo mostró, quien posee el Shalom no se deja desmoralizar, permanece tranquilo en medio de las situaciones más catastróficas. ¿La paz de su corazón no reinaba cual reina y señora, en ese campo a pesar de sometido a un régimen inhumano?

La Gospa nos dice: “tienen vacíos dentro de ustedes”. El vacío es lo contrario al shalom. Estos vacíos sólo pueden llenarse con la oración, pero con una oración verdadera, activa, transformante, anclada en el deseo sincero de vivir el Evangelio, de asemejarse a Cristo. El Shalom es algo vivo, y si no estamos abiertos a él, se retira. He aquí un ejemplo de vacío, a menudo inconsciente, que impide que el Shalom reine en nosotros:

  1. “Soy un buen cristiano, voy a misa todos los domingos, y sin embargo, no tengo paz. Tengo miedo a enfermarme. En efecto, la idea de la enfermedad me persigue, tengo miedo a sufrir, a tener que abandonar mis actividades, y nunca sabemos a dónde puede conducirnos la enfermedad! La salud es lo primero para mí y tengo miedo de perderla”.

 

  1. Este hombre tiene un gran vacío en él, una zona donde la paz de Dios no puede penetrar. Cada vez que quiere tomarla, pareciera que rebotara como sobre una pared y se le escapara. ¿Por qué?

Porque este hombre, al ser bautizado fue revestido de Cristo y, desde su bautismo lo que es de Dios es suyo, como todo lo que es suyo es de Dios (Jn 15, 5-26). Si todo lo que es suyo es de Dios, entonces su cuerpo es de Dios. ¿Su cuerpo es de Dios?? En ese caso, si se enferma, ¡es problema de Dios y no suyo! El cuerpo del padre Kolbe pertenecía tanto a Dios que no precisó ni un minuto de reflexión para entregarse en lugar del padre de familia. ¡Es lo que Jesús habría hecho en su lugar! Pero el hombre que no entregó verdaderamente sus bienes a Dios y que “posee” su cuerpo, impide inconscientemente que la paz de Dios fluya en él: conserva una zona de su ser cerrada a la Realeza de Cristo. Se quedará con un gran vacío, tendrá siempre miedo de perder lo que cree poseer. Esto ocurre con todos los aspectos de nuestra vida o de nuestros bienes, el dinero, el porvenir, el trabajo, los hijos u otros seres queridos, etc… Inclusive a veces, ¡nuestros apostolados! (Lc 9, 3-6)

Si me abandono amorosamente a Dios y digo: “Señor, te pertenezco en todo, glorifícate en mí según TU voluntad. TUS elecciones serán las mías”, entonces mis vacíos se llenarán de la presencia viva de Dios, y el Shalom se instalará en mí. Dicho de otra manera, cuanto más nos entregamos a Dios por amor, más plenos estamos (Mt. 19-29). Cuanto más guardamos ansiosamente aquello que tenemos, más vacíos y tristes estamos. En el Cielo, sólo tendremos lo que hayamos dado en la tierra. El Shalom es el anticipo del Cielo y la Gospa desea ardientemente introducirnos en él desde ahora!

3 – En Lourdes, al llegar a la Gruta de las apariciones esta mañana, el Santo Padre se arrodilló (lo que no estaba previsto en el protocolo) fuertemente emocionado. Tuvo el don de lágrimas y parecía que iba desplomarse, como Jesús camino al Calvario. No pudo pronunciar su discurso y dejó que un cardenal lo hiciera en lugar suyo.

Ayer por la noche, habló al inicio de la procesión de las antorchas, y terminó su alocución a los peregrinos con esta invocación: “Reina de la paz, ruega por nosotros!” Declaró más tarde: “Soy un enfermo entre los enfermos. Estoy al final de mi vida”.
Este “hijo predilecto” de la Virgen, el Papa del Totus Tuus que ella misma ha elegido para estos tiempos (mensaje del 25 de agosto de 1994), vive su última linea recta entre nosotros. Es un tiempo de gracia en el que le prodigamos nuestra oración y afecto a este prodigioso profeta. Un tiempo de gracia con María que nos dijo el 25-01-97: “Este es mi tiempo”.
Un periodista le preguntó cierto día: “¿Cuál es su secreto, Santo Padre?” a lo que él respondió: “¡La tengo siempre de la mano!”

Querida Gospa, yo también vengo a tomarme de tu mano,
para no soltarla nunca más!

Sr. Emmanuel
© Children of Medjugorje 2004

PS1 Se trata del padre Henri Ormaechea, un capuchino francés apasionado por el padre Kolbe.!

PS2 “Queridos hijos, los invito nuevamente: estén abiertos a mis mensajes. Deseo, hijitos, acercarlos a todos ustedes a mi Hijo Jesús; para ello, oren y ayunen. Los invito especialmente a orar por mis intenciones, para poder presentarlos a mi Hijo Jesús y él transforme y abra sus corazones al amor. Cuando tengan amor en el corazón, reinará la paz en ustedes. Gracias por haber respondido a mi llamado. (25 de julio de 2004)
PS3 No habrá Reporte del 1° de setiembre. El próximo reporte será el del 15 de setiembre.