22/10/2014 – Entrevista a Jakov Colo

Mi vida con la Virgen: un vidente se confiesa y nos recuerda…

 

Sin títuloJakov Colo explica: tenía 10 años cuando la Virgen se apareció por primera vez. Antes de eso nunca había pensado en una aparición. Vivíamos aquí, en el pueblo; éramos bastante pobres, no escuchábamos las noticias, no conocíamos otras apariciones, ni las de Lourdes, ni las de Fátima, ni de otros lugares donde se había aparecido la Virgen.

Entonces, un niño de 10 años a esa edad no piensa realmente en apariciones, en Dios. En su cabeza tiene cosas mucho más importantes para él: estar con los amigos, jugar, no pensar en rezar. Pero cuando vi por primera vez, bajo la montaña, una figura de mujer que nos invitaba a subir hacia arriba, en mi corazón de repente sentí algo muy especial. Enseguida entendí que mi vida iba a cambiar totalmente. Entonces, cuando subimos, cuando vimos a la Virgen de cerca, con aquella belleza, aquella paz, aquella alegría que te transmitía, en aquel momento para mí no había nadie más. En aquel momento solo existía Ella y en mi corazón había un único deseo, que aquella aparición se volviera a repetir, que pudiéramos volver a verla.

La primera vez que la vimos, por la alegría y la emoción no pudimos decir ni una palabra, únicamente llorábamos de alegría y rezábamos para que esto se repitiera nuevamente. El mismo día, cuando volvimos a nuestras casas, surgió el problema: ¿cómo decirles a nuestros padres que habíamos visto a la Virgen? Nos dirían que estábamos locos. De hecho, al principio su reacción no fue nada buena. Pero viéndonos a nosotros, viendo nuestro comportamiento (como decía mi madre, era tan diferente que ya no quería volver a salir con los amigos, quería ir a Misa, quería ir a rezar, quería subir a la montaña de las apariciones), comenzaron a creer y puedo decir que en aquel momento empezó mi vida con la Virgen. La he estado viendo durante 17 años. Puede decirse que he crecido con Ella, he aprendido todo de Ella, tantísimas cosas que antes no sabía.

Cuando la Virgen vino aquí enseguida nos invitó a escuchar sus mensajes principales que, para mí, eran del todo nuevos; por ejemplo la oración, las tres partes del Rosario. Me preguntaba: ¿por qué rezar las tres partes del Rosario, y qué era el Rosario? ¿Por qué hacer ayuno? y no entendía para qué servía, qué quería decir convertirse, por qué había que rezar por la paz. Eran cosas nuevas para mí. Pero desde el principio comprendí una cosa: para aceptar todo aquello que la Virgen nos dice, es preciso solamente abrirse totalmente a Ella. La Virgen dice muchas veces en sus mensajes: “basta que abráis vuestros corazones a mí y del resto me ocupo yo.”  De esta forma yo lo entendí, puse mi vida en manos de la Virgen. Le pedí que me guiara para que todo aquello que yo hiciera fuera su voluntad, de esta forma yo también empecé mi camino con la Virgen. La Virgen nos invitaba a la oración y nos aconsejaba que el Santo Rosario entrara de nuevo en nuestras familias, porque decía que no había nada más grande que pudiera unir a las familias como el rezo del Santo Rosario todos juntos, y de forma especial con nuestros hijos. Veo que muchas personas, cuando vienen aquí me preguntan: mi hijo no reza, mi hija no reza, ¿qué debo hacer?  Y yo les pregunto: ¿habéis rezado alguna vez con vuestros hijos?  Muchos dicen que no, por tanto no podemos esperar que nuestros hijos recen a los 20 años cuando hasta entonces no han vivido nunca la oración en sus familias, o no han visto que existiera Dios en sus familias. Debemos ser un ejemplo para nuestros hijos, debemos enseñarles, nunca es demasiado pronto para enseñar a nuestros hijos. A los 4 o 5 años quizá no deben rezar con nosotros las tres partes del Rosario, pero por lo menos dedicar un tiempo a Dios, para hacerles entender que Dios debe tener el primer lugar en nuestras familias (…)  La Virgen, ¿por qué viene?  Viene por nosotros, por nuestro futuro. Ella dice: “quiero salvaros a todos y entregaros un día a mi Hijo como el más bonito de los ramilletes.

Lo que no entendemos es que la Virgen viene aquí por nosotros. ¡Su amor por nosotros es tan grande!  Ella dice que con la oración y el ayuno podemos conseguirlo todo, incluso parar las guerras. Debemos entender los mensajes de la Virgen, pero primero debemos entenderlos en nuestro corazón. Si no abrimos nuestro corazón a la Virgen no podemos hacer nada, no podemos aceptar sus mensajes. Yo siempre digo que el amor de la Virgen es muy grande, y en estos 18 años nos lo ha demostrado muchísimas veces, repitiendo siempre los mismos mensajes para nuestra salvación. Pensad en una madre que le dice siempre a su hijo: haz esto, haz aquello, al final él no lo hace y nosotros nos sentimos mal. A pesar de ello, la Virgen continúa viniendo y sigue dándonos siempre los mismos mensajes. Solo hay que ver el amor que transmite en los mensajes que nos da cada 25 de mes, en los que al final siempre dice: gracias por haber respondido a mi llamada. Qué grande es la Virgen cuando nos da las “gracias porque hemos respondido a su llamada”. En cambio deberíamos ser nosotros quienes le diéramos las gracias a Ella en cada segundo de nuestra vida por venir aquí, porque viene a salvarnos, porque viene a ayudarnos. La Virgen nos invita también a rezar por la paz; Ella ha venido como Reina de la Paz y con su venida nos trae la paz, y Dios nos da su paz; nosotros solamente debemos decidir si queremos su paz. Muchos, al principio, se preguntaban por qué la Virgen insistía tanto en la oración por la paz, si nosotros en ese momento teníamos la paz. Después, sin embargo, han entendido por qué la Virgen insistía tanto, por qué decía que con la oración y el ayuno podíamos inclusos parar las guerras. Después de 10 años de sus invitaciones cotidianas a la oración por la paz, aquí estalló la guerra. Estoy convencido, dentro de mi corazón, que si todos hubiésemos aceptado los mensajes de la Virgen, muchas cosas no hubieran sucedido. No solo la paz en nuestra tierra sino también en todo el mundo. Todos deberíais ser sus mensajeros y llevar sus mensajes. Ella nos invita también a convertirnos, pero dice que primero tenemos que convertir nuestros corazones, porque sin la conversión del corazón no podemos llegar a Dios. Y luego es lógico que, si no tenemos a Dios en nuestro corazón, no podemos acoger ni siquiera lo que la Virgen nos dice; si no tenemos paz en nuestro corazón, no podemos rezar por la paz en el mundo. Muchas veces oigo decir a algunos peregrinos: “estoy enfadado con mi hermano, yo ya lo he perdonado pero es mejor que esté lejos de mí”. Esto no es paz, no es perdón, porque la Virgen nos trae su amor y nosotros debemos demostrar amor por el prójimo y amar a todos, debemos primero perdonar a todo el mundo para tener paz en nuestros corazones. Muchos, cuando vienen a Medjugorje dicen: a lo mejor vemos algo, igual vemos a la Virgen, o el sol que gira… Pero yo les digo a todos aquellos que vienen aquí que lo principal, la señal más grande que Dios puede darnos, es realmente la conversión. Es la señal más grande que cualquier peregrino puede tener aquí en Medjugorje. ¿Qué podéis llevaros como recuerdo de Medjugorje? El recuerdo más grande de Medjugorje son los mensajes de la Virgen: debéis dar testimonio, no tengáis vergüenza. Solamente debemos entender que no podemos obligar a nadie a creer. Cada uno de nosotros elige libremente si cree o no, nosotros debemos dar testimonio, pero no solo con las palabras. En vuestras casas podéis formar grupos de oración, no es necesario ser cien o doscientos, podemos incluso ser dos o tres, pero el primer grupo de oración debe ser nuestra familia; después debemos aceptar a otros e invitarlos a rezar con nosotros.

(Entrevista del 7.12.1998, editado por Franco, Silvi y Alberto Bonifacio)

 

Fuente: https://medjugorje.altervista.org/doc/jacov//08-17121998.php

Traducción del italiano a cargo del equipo de www.virgendemedjugorje.org