30/06/2013 – Testimonio de Carlos Fernández Cámara

MEDJUGORJE 2011

Esto que voy a contar, tiene de todo: un poco de risa y algo de lágrimas, pero sobre todo un mensaje:

DIOS EXISTE, ES EL CENTRO DE TODO. Mi aventura, como yo la llamo, fue un calvario en la ida, en la estancia y en la vuelta, arrepentido de haber ido al principio, y ahora dando gracias a DIOS por haberme llevado, pero por aquel entonces… ¡madre mía!

Para que comprendáis lo que sufrí, lo narraré por etapas.

1ª: UN TRAUMA. A principios del año 2011, en una conversación entre hermanas: Julia, mi esposa y Mª Carmen, mi cuñada, se planea todo este entramado y mi cuñada le dice a mi mujer que en julio piensa ir a una peregrinación a un pueblecito de Bosnia, llamado MEDJUGORJE, porque dicen que allí se está apareciendo la VIRGEN a unos videntes, y que la gente que ha estado viene contando maravillas, e incluso el Papa Juan PABLO II dijo: dejad que los jóvenes vayan allí porque MEGJUGORJE es el confesionario del mundo.

Mi mujer sin saber dónde estaba Bosnia ni Medjugorje y ni siquiera a lo que iba, le soltó a su hermana un rotundo, sí yo voy, apúntame que yo quiero ir, mi cuñada a tal respuesta y para que no se viera sorprendida, le insistió en que era una peregrinación y no unas vacaciones como las de Punta Cana del año anterior donde habíamos estado con ellos con motivo de la boda de su sobrino. A mí mujer algo la cegaba, porque como digo, sin saber a dónde iba dijo que sí, que la apuntase porque ella quería ir con ellos, hasta aquí un secreto bien guardado entre hermanas, ni yo ni mis hijos supimos nada al respecto, hasta que una noche (de la que no quiero ni acordarme) durante la cena, todos reunidos en la mesa, suelta la bomba y nos dice: “ ME VOY A IR A BOSNIA”; por mi mente pasó como un rayo la idea: ha dejado de quererme y no sabe cómo decírmelo, mis hijos se quedaron con el tenedor a medio camino entre el plato y la boca, pero fui yo el primero en preguntarle: ¿pero sabes dónde está Bosnia? ella me contestó que no lo sabía pero que iba a ir con Mª Carmen y Jacinto, mis cuñados. La idea de la separación aplastaba mi cabeza y me dejaba atónito, y pensaba: Dios mío hemos tenido enfados, pero no serán para tanto, volví a preguntar: ¿y a qué vais?, no sabía ni pronunciar el lugar a dónde iba: MEDJU…

Aquella noche todo fue anormal, nadie se quedó en el comedor como otras noches para charlar o ver algún programa de la TV. cada uno buscó su excusa para irse a su habitación, a mí me quedaba la esperanza de que como quedaba todavía mucho tiempo para el viaje, la idea se fuera diluyendo, ¡pero qué leche!, la bola iba engordando cada día más, y de vez en cuando nos soltaba una pullita sobre el viaje, como el tiempo de la estancia, el coste del viaje etc. etc., con lo cual yo observaba que la cosa iba en serio y con el paso del tiempo llegó Semana Santa y me dijo que el domingo de Ramos iba a ir a misa y me preguntó si quería acompañarla y le dije que sí, pensando que tal vez por este camino, la idea del viaje se le fuera olvidando, pero el Viernes Santo me dice que también quiere ir a misa y a la procesión y le vuelvo a decir que sí, pero ya con menos ganas que el Domingo de Ramos. El Domingo de Resurrección me volvió a llevar a misa, ese día fui de mejor gana, pues pensaba que como ya se acababa la Semana Santa, también sería el último día de misa, tampoco acerté, porque al domingo siguiente volvió a decir que íbamos a misa y yo ya le dije que no, que ya habíamos ido bastante a misa, además le dije: yo no voy a misa porque me aburro, bostezo y me duermo. La cara que me puso no fue de muy buenos amigos, me di cuenta y para calmarla le dije, bueno voy contigo pero yo me quedo en la puerta hasta que termines y luego volvemos juntos, maldita hora en que le dije eso, porque se despertó la fierecilla que lleva dentro y me contestó: “¿SABES LO QUE TE DIGO?, QUE NO NECESITO QUE ME ACOMPAÑES, SÉ IR YO SOLA, Y MÁS VALE SOLA QUE MAL ACOMPAÑADA”, esas palabras me destrozaron el alma, pero no cedí ese domingo y no fui a misa con ella, cuando la vi salir de casa camino de la iglesia, me encerré en el cuarto de baño y lloré, lloré, no por ella, lloré por mí, porque consentí que se fuera sola a la iglesia.

Pasando los días fui pensando en la forma de reconciliarme con ella y se me ocurrió decirle que lo había pensado mejor y que quería ir con ella a Medjugorje, al principio no se lo creyó, pero como insistía en que iría con ella fue cambiando la cosa y supuse que con esto todo volvería a la normalidad; no tardé mucho en arrepentirme porque ella tenía muy claro lo del viaje y nos iba contando poco a poco los detalles que le llegaban y cuando me contó el itinerario que íbamos a hacer desde Salamanca hasta llegar a Medjugorje pasando por Barcelona, me entró un dolor de estómago insoportable, pero amigo mío ya no había marcha atrás.

2ª: EL VIAJE DE IDA. Fatal, para mí este viaje será inolvidable, viajé en coche propio desde Pedrezuela (pueblecito de la sierra norte de Madrid donde vivimos) hasta Salamanca 2´30 horas, dormimos en casa de mis cuñados y al día siguiente comienza la segunda aventura, madrugón a las cuatro de la mañana para coger el autocar, quince minutos andando con el equipaje y con un sueño de espanto.

SEGUNDA AVENTURA. Salamanca-Barcelona (más que aventura pesadilla), el autocar iba a tope, si te movías del asiento era para ponerte de pie en el pasillo y ver las cabezas de los demás. Iba un sacerdote con libros y un rosario (pensé sería para su oración personal), pero no, era para la oración general, nos dijo que durmiéramos un poco porque en cuanto amaneciera empezaríamos a rezar (pensé, menudo viajecito de doce horas nos va dar este) y así fue, al despuntar el sol comenzamos rezando el rosario (yo 30 años sin rezarlo, no sabía lo de los misterios ni nada por el estilo, lo único que hacía era bostezar y de vez en cuando dormir), terminado el rosario (¡QUÉ ALIVIO!) de repente veo a una señora que paseándose por el autocar y en voz alta pregonaba “un tal saco de gracias que ella se trajo la primera vez que fue a Medjugorje,” yo pensaba: esta mujer está delirando o tiene algo malo en la cabeza que la hace hablar así, porque no paraba con las gracias, ni con el saco. A todo lo anterior vamos a sumar los frecuentes aromas que se iban acumulando en el autocar, ya sabéis: sudor, etc.

Recuerdo que en el rezo del rosario la gente voluntariamente se iba levantando del asiento e iba al asiento del copiloto y con el micrófono rezaba el correspondiente misterio, una vez mi cuñado me dijo que saliera yo para rezar un misterio, (me arrepiento de la mirada que le eché), porque él precisamente no se merecía eso, pero os imagináis el gesto, sí, ese gesto (pobrecito) yo iba harto de rosario, harto de lecturas, harto de ángelus, de charlas, iba harto hasta de…

Pues bien, después de tanta hartura, a las seis de la tarde por fin llegamos a Barcelona, total unas doce horas de autocar. Una vez en el hotel, normalito para pasar la noche y continuar al día siguiente, a mí me pareció el “Palace”, su aire acondicionado, su baño amplísimo, yo creo que hasta tenía yacuzzi, no sé si eran visiones, pero aquello era una maravilla. Toda la expedición seguidamente se marchó a visitar Barcelona (con el frescor de la tarde) yo por supuesto me quedé disfrutando de aquella bañera y de aquella cama enorme, que por mucho que me esforzaba no conseguía llegar a los extremos, UNA GOZADA. No me explico cómo los demás, después del viajecito, tenían ganas de de ir a ver Barcelona ¡¡ah!! mi mujer la primera, aprovechando la ocasión, me metí en la bañera hasta tener la piel arrugada.

TERCERA AVENTURA. 2º madrugón, levantarte a las seis de la mañana para ir al aeropuerto pues el avión para Dubrovnik salía a las diez de la mañana, entre tanto baja maletas, sube maletas, vuélvelas a bajar, según lo escribo me pongo negro. El trayecto BARCELONA-DUBROVNIK, fue lo que me gustó, por fin había algo que alegraba la aventura, pero fueron dos horas de viaje.

En Dubrovnik nos recogieron dos autocares que yo creo que desde que los cascos azules los dejaron al final de la guerra, no se habían vuelto a utilizar, volvimos a cargar las maletas y para arriba, yo buscaba una ventanita por donde me entrara algo de aire fresquito, me puse debajo de una salida de aire, con tan mala suerte, que salía muy poquito, pero por la ventanilla entraba un sol de esos de película del oeste, que llegué a pensar que de esta encerrona jamás volveríamos, tres horas más para llegar por fin a MEDJUGORJE, total unas 19,30 horas más o menos, no está mal ¿verdad?, menos mal que ya pasó. Los peregrinos del Camino de Santiago no tardan tanto y sufren menos.

Aquel autocar olía mucho peor que el primero, debido al cúmulo de circunstancias, sudores, cabreos, etc.

Pasamos tres o cuatro controles fronterizos, en los que en honor a la verdad, no nos pusieron ningún tipo de problemas excepto y tenía que haber un excepto, en el último paso, donde nos paran y nos hacen desviar a una pequeña explanada, donde caía un sol de justicia y nos tuvieron allí alrededor de quince minutos delante de unas casetas, que en español ponía o me parecía que ponía policía militar, se me pusieron en el cuello, cuando vi salir de la caseta a cuatro militares, entre ellos una mujer de unos 200 kilos con metralletas y creo que hasta con granadas de mano, que tal vez no funcionarían, pero ya os digo a mí me los pusieron de corbata; dos militares suben al autocar, la gruesa la primera y los otros dos se quedan a la puerta y nos empiezan a pedir pasaporte, yo no puedo adivinar el pensamiento de los demás, pero miré a mi mujer y la película que me vino a la mente fue EL EXPRESO DE MEDIANOCHE, pensé que el que no encontrara el pasaporte de allí no saldría hasta el fin de los tiempos. Doy gracias a Dios porque no pasó nada y pudimos proseguir la aventura.

Por fin llegamos a MEDJUGORJE, 6 de la tarde, con la fresca del mes de julio y además con una ola de calor que, como siempre, estés donde estés, viene de África.

LA ESTANCIA (PEOR). “Casa San Giuseppe” así se llamaba la casa donde estuvimos alojados, de una señora italiana, Marisa, con solera e historia, una vez bajadas las maletitas nos dieron habitación en la planta baja (menos mal), a nosotros nos dieron la habitación número 4, y a mis cuñados la número 5 (por lo del champú y esas cosas) ¿entendéis, no?, entramos en la habitación y había dos camas una a cada lado, somieres de muelles, un armario para la ropa de mi mujer, la mía en la maleta, un cuarto de baño por turnos, entra una sale el otro, dos no cabían, una silla para dejar las cosas con las que no te acuestas y para de contar.

PRIMER DÍA EN CASA SAN GIUSEPPE. Diana a las 8 de la mañana, seguidamente desayuno y peregrinación no sé dónde, pero con la fresca, comida, descanso y por la tarde otra peregrinación que no recuerdo, pero también con la fresca, pues aquellos días estuvimos sobre los 40 grados, cena y reunión en el patio para dar experiencias del día, yo pasé del tema y me acosté.

SEGUNDO DÍA. Parecido al primero, excepto el desayuno, que fue idéntico, y empezaba mi calvario personal, pues estaba enfadado con mi mujer, mi cuñada, mi cuñado y con todos los que me encontraba en el pasillo.

TERCER DÍA. Parecido al segundo, ese día subimos a un monte llamado PODBRO, o monte de las apariciones, una subida llena de piedras, chicharras, aumento de calvario y aumento de mi cabreo, terminé reventado, me dolía todo el cuerpo, la mano derecha de sujetar el bastón para no caerme y subir a la montaña, la mano izquierda de sujetar el paraguas por el calorcito que hacía, cuando no era una mano era la otra la que utilizaba, para abanicarme o secarme el sudor, todo un auténtico calvario, pero ese día por la tarde algo cambió pues descubrí un lugar donde se estaba de maravillas, fresquito porque había aire acondicionado, sentado, etc. (la iglesia), pero todo tiene un precio, a cambio del fresquito tenías que soportar el rezo de dos rosarios, uno en croata y otro en italiano, a cuál más sabroso, en croata sólo entendía GOSPA, en castellano madre, en italiano me sonaba algo mejor, pero no mucho más, pero ese era mi refugio por las tardes mientras los demás estaban a pleno sol esperando para confesarse, y una gran multitud de gente sentada en una explanada, también bajo el sol, asistiendo a la Eucaristía.

Por fin llegó el día de subir al KRIZEVAC, un monte que se veía desde el pueblo con una crucecita en lo alto, pero para los que subieron, esta cruz no era tan pequeñita sino todo lo contrario, pues yo como no subí no puedo constatarlo, la cosa es que ese día había que levantarse a las cinco de la mañana y volver a subir por otro caminito lleno de piedras, por lo que yo como digo me quedé en cama.

Después de todos estos acontecimientos, llega el día de la vuelta a casa, con qué ilusión preparé la maleta, sólo pensaba en ver Madrid. En una de las paradas del autocar, recuerdo que estábamos juntos mi mujer, su hermana y yo, y a mi cuñada se le ocurre preguntarme qué me había parecido la experiencia. Bien sabe Dios que no le contesté peor de lo que lo hice por tratarse de mi cuñada, pero mi respuesta, fue rotunda “NO ME CREO NADA”, todo esto es un montaje, está preparado y premeditado, en seguida me arrepentí de lo que le dije porque la cara que pusieron las dos, fue de, trágame tierra.

Cuando llegamos a Salamanca, la casa de mis cuñados era todo un silencio, al día siguiente de vuelta a Madrid les dije a mis cuñados que rezaran por mí, “ falta me hacía” y como si de la Biblia lo hubiera sacado, mi cuñado me dijo algo que me hizo reflexionar (yo lo llamé “parábolas”), me dijo: rezaremos por ti, pero eso es como si te doy aire con el abanico, te llega algo de fresco, pero tú bien sabes que cuándo veníamos del monte sudorosos, sucios y cansados mucho mejor que abanicarse, era darse y ponerse debajo de la ducha y te quedabas nuevo, en la gloria (este fue el punto de partida hacia mi nueva vida).

Una vez en Madrid mi mujer rezaba y leía libros de esos de conversiones y esas cosas, sobre todo de María Vallejo Nájera, y a mí me daba rabia y envidia al mismo tiempo, dos cosas contrapuestas, rabia porque ella hacía cosas que yo no podía y algo dentro de mí no me dejaba tranquilo y envidia porque yo quería hacerlas. Os ruego que no os canséis de leer esto, porque me está costando mucho escribirlo, me está costando mucho contar lo imbécil que era. Aparte de que esta carta comencé a escribirla a las once de la noche y son las siete de la mañana y todavía no he terminado, por lo que os pido un poquito más de paciencia.

Acercándose el día del cumpleaños de mi mujer, yo sabía del interés que tenía por un libro, por lo que decidí regalárselo, ¡bendito libro!, por cierto ese libro es, por si alguno lo tiene y me lo puede prestar: Un ángel caído, la consecución de ese libro fue el segundo punto de partida y definitivo para que mi vida tomara otro rumbo. Como ya he referido, vivimos en un pueblecito de la sierra madrileña junto a la autovía Madrid-Burgos, llamada A-1, una de las más transitadas de Madrid, sobre todo por las tardes salida de los trabajos, y gente a los centros comerciales que por allí hay, pues bien una tarde me cogí el coche y me lancé a buscar el libro por todo Madrid, o por lo menos por los sitios más importantes, con la esperanza de regalárselo a mi mujer, a medida que iba preguntando por el libro, todos me decían, que ese libro ya no se editaba y mi esperanza se volvía desilusión e impotencia, por lo que decidí regresar a casa, pensando qué le diría a mi mujer y me vino la idea de decirle que el libro estaba encargado, pero que tardaría algún tiempo, y ya está. En ese momento lo que ocurrió jamás, ¡¡¡jamás lo olvidaré!!!, conducía por el carril derecho de tres despacio por el tráfico, pero también despacio por la desilusión que llevaba, en ese momento noté como algo me arropaba el cuerpo y mis manos dejaban de guiar el volante del coche, yo no conducía, la vista se me nubló y en ese instante noté algo extraño en mi cuerpo, no escuché ninguna voz, ni vi a nadie, pero aseguro que alguien me dijo: “QUÉ MEJOR REGALO A TU MUJER QUE UNA CONFESIÓN, QUÉ MEJOR REGALO QUE ACOMPAÑARLA A MISA, QUÉ MEJOR REGALO QUE REZAR EL ROSARIO CON ELLA”, Ese momento duró unos segundos, después fue como si despertara de un sueño maravilloso, el que condujo el coche durante ese momento conducía como DIOS, nunca mejor dicho, porque con tanto tráfico no me ocurrió absolutamente nada, noté como mis manos agarraban el volante y volvía a conducir, pero lo que sí me ocurría era que mis ojos estaban llenos de lágrimas, lágrimas que me chorreaban hasta la barbilla, pero esas lágrimas eran tan cristalinas que me permitían ver la carretera con mucha más claridad que antes de que me ocurriera esto.

Una vez en casa temeroso y alegre, le dije a mi esposa que el regalo que había ido a comprarle, no lo había encontrado, y que me habían dicho que iba a tardar mucho, pero que le traía un regalo que seguro le iba a gustar, una sonrisa iluminó su cara como si ya la supiera, le dije: “ MI REGALO VA A SER UNA PROFUNDA CONFESIÓN, UN ARREPENTIMIENTO MUY GRANDE, E IR CONTIGO A LA IGLESIA A CELEBRAR LA EUCARISTÍA TODOS LOS DOMINGOS Y REZAR EL ROSARIO COMO DICE LA VIRGEN DE MEGJUGORGE”. Ella me miró a los ojos, me abrazó y me dijo: lo sabía, sabía que este día llegaría porque he rezado mucho por ti, es el mejor regalo que podías hacerme.

Os aseguro que ese abrazo fue fiel, tierno y con amor y me caló tanto que no lo puedo comparar ni con el abrazo de nuestra boda, fue un abrazo con ternura y noté cómo me llegaba al alma. Estuve esperando el día de la confesión con una alegría espantosa, pero cuando llegó el momento, lo único que hice fue llorar, llorar y venga llorar, y cuando el sacerdote puso su mano sobre mi cabeza para darme la penitencia, noté como Dios me había perdonado, esas manos del sacerdote, tiernas, calentitas, suaves, sabía que Dios me había perdonado todos mis pecados; en la Eucaristía estuve todo el tiempo llorando, el Padrenuestro lo recé como nunca lo había rezado, mi mujer me miraba y me cogía la mano como señal de amor y cariño. No os quiero cansar demasiado, pero os diré que mi conversión fue con carácter retroactivo, como me dijo una amiga, tú, si tú, que te aprecio un montón.

Actualmente rezo dos o tres rosarios diarios y cada misterio lo ofrezco por el mundo y tantas causas, voy a Cáritas como voluntario, y a misa casi a diario y ayudo en lo que puedo en la parroquia, y otras cosas entre DIOS y yo, también con unos amigos de la parroquia solemos ir a la parroquia de Fuente del Fresno a una urbanización donde tienen expuesto el SANTÍSIMO, rezamos el rosario y concluye con una Eucaristía, en fin como decía uno: ¡quién te ha visto y quién te ve!

Doy gracias a mi mujer, a mi cuñada, a mi cuñado y a mi sobrina Marta, por todas sus oraciones, pero sobre todo y ante todo, doy gracias a la Virgen de MEDJUGORJE, porque Ella ha sido la artífice de mi conversión. Todo este escrito lo empecé en julio del 2011, con 56 años y tanto mi mujer como yo estábamos en paro, y en el 2012 seguíamos en paro por lo que no pudimos volver nosotros, pero Ella vino a Madrid a través de Patrick, aquel canadiense converso, del castillo, a quien puse a caldo cuando nos dio su experiencia, pues no creí entonces nada de lo que decía y dije a mis cuñados que era un montaje, pues bien, este señor y su esposa vienen a Madrid y nos acercamos para verle, con la gran sorpresa de que también vino la Virgen, la trajo Patrick y me la puso enfrente, fue maravilloso, le pedí perdón por no haberle creído y hablamos un rato, aunque su presencia estaba muy solicitada.

En agosto del 2012 encuentro trabajo, sin duda una de las gracias de ELLA quien lo puso así, es un puesto donde tengo mucho tiempo además de desempeñar mi trabajo para, rezar pensar y escribir, esto último lo estoy escribiendo en mi puesto de trabajo hoy 29 de septiembre de 2012 a las 5´30 de mañana.

Todo esto ha sido duro, duro, pero muy duro, la fuerza me la ha dado el rosario que ya llevo siempre conmigo y que por cierto lo compré en MEDJUGORJE, esto es lo que hay, aunque también reconozco que me falta mucho camino por recorrer, la conversión es algo que hay que trabajar diariamente.

Rezo por todos vosotros los que me conocéis y los que me conoceréis.

GRACIAS FAMILIA

Carlos Fernández Cámara

NOTA: De este cambio de vida que narra Carlos, yo su cuñado Jacinto, doy fe y creo se ha cumplido y se está cumpliendo aquel “saco de gracias”:1º su principio de conversión, 2º a punto de acabársele el paro consigue trabajo, y 3º que aunque él no lo comenta, en febrero del 2012 alquila su casa a unos rumanos para reducir gastos y se va a un pisito pequeño. A finales de octubre que fuimos a visitarlos, los encontramos después de ocho meses en su casa de nuevo y estando nosotros allí le llaman de otro trabajo, y finalmente en noviembre venden una pequeña propiedad. ¿SUERTE?

Jacinto Serrano

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