Mensaje del 25 de Agosto de 2004

“¡Queridos hijos! Los invito a todos a la conversión del corazón. Decídanse, como en los primeros días de mi venida aquí, por un cambio total de vuestra vida. Así, hijitos, tendrán la fuerza de arrodillarse y ante Dios abrir sus corazones. Dios escuchará sus oraciones y las concederá. Yo intercedo ante Dios por cada uno de ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

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