Mensaje del 25 de Enero de 1998

Queridos hijos, hoy los invito nuevamente a todos a la oración. Sólo con la oración, hijos queridos, sus corazones cambiarán, se volverán mejores y más sensibles a la palabra de Dios. Hijitos, no permitan que Satanás los arrastre y haga de ustedes lo que quiere. Los invito a que sean responsables y decididos y a consagrar cada día a Dios en la oración. Que la Santa Misa no se vuelva para ustedes un hábito sino la vida. Viviendo cada día la Santa Misa sentirán la necesidad de la santidad y crecerán en santidad. Yo estoy cerca de ustedes e intercedo ante Dios por cada uno de ustedes para que Él les dé la fuerza para cambiar el corazón. Gracias por haber respondido a mi llamado.