Mensaje del 25 de Enero de 2001

Queridos hijos, hoy los invito a renovar la oración y el ayuno, aún con mayor entusiasmo, hasta que la oración se convierta en alegría para ustedes. Hijitos, quien ora no teme el futuro y quien ayuna no teme el mal. Les repito una vez más: sólo con la oración y el ayuno hasta las guerras pueden ser detenidas, las guerras de la incredulidad y del miedo por el futuro. Estoy con ustedes y les enseño, hijitos: es en Dios que está su paz y su esperanza. Por eso, acérquense a Dios y pónganlo en el primer lugar en sus vidas. Gracias por haber respondido a mi llamado.

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