Mensaje del 25 de Junio de 1999

Queridos hijos, hoy les doy gracias porque viven mis mensajes y con sus vidas dan testimonio de ellos. Sean fuertes, hijitos, y oren para que la oración les dé fuerzas y alegría. Sólo así cada uno de ustedes será mío y yo los guiaré por el camino de la salvación. Hijitos, oren y con sus vidas testimonien mi presencia aquí. Que cada día sea para ustedes un testimonio gozoso del amor de Dios. Gracias por haber respondido a mi llamado.