Mensaje del 25 de Septiembre de 1998

¡Queridos hijos! Hoy los invito a volverse testigos míos viviendo la fe de sus padres. Hijitos, ustedes buscan signos y mensajes y no ven que –con el amanecer de cada día- Dios los llama a convertirse y a regresar al camino de la verdad y de la salvación. Ustedes hablan demasiado, hijitos, pero trabajan poco en su propia conversión. Por eso, conviértanse y comiencen a vivir mis mensajes no con palabras sino con la vida. De ese modo, hijitos, tendrán la fuerza de decidirse por la verdadera conversión del corazón. Gracias por haber respondido a mi llamado.