Mensaje del 28 de Marzo de 1985

Queridos hijos, hoy los invito a que oren, oren, oren. En la oración, conocerán el gozo más sublime y la solución a toda situación que les parezca imposible. Gracias por los progresos que hacen en la oración. Cada uno de ustedes es muy querido a mi corazón y agradezco a todos los que han dado impulso a la oración en sus familias. Gracias por haber respondido a mi llamado.