Queridos hijos, día tras día deseo revestirlos de santidad, de bondad, de docilidad y de amor a Dios, a fin de que día a día ustedes sean más bellos y estén más dispuestos para el Señor. Queridos hijos, escuchen y vivan mis mensajes. Yo deseo guiarlos. Gracias por haber respondido a mi llamado.
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