Comentario del mensaje del 1 de Enero de 2011

“Queridos hijos, también hoy la Madre con gozo os invita: orad, orad, orad. Orad, queridos hijos, y ayudadme a la realización de mis planes que deseo llevar a cabo en el mundo y con esta parroquia. Queridos hijos, en modo especial, hoy os invito: orad por las vocaciones en la Iglesia, por la fe firme de mis sacerdotes. Sabed, queridos hijos, que oro siempre con vosotros, que estoy siempre con vosotros cuando atravesáis momentos especialmente difíciles. Por lo tanto, perseverad en la oración, orad conmigo. Hoy deseo deciros: ¡gracias porque habéis respondido y acogido mis mensajes y los vivis!

La santísima Virgen María Reina de la Paz, —cuando la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de su Maternidad Divina y la Jornada Mundial de la Paz—, invitó a sus hijos a iniciar el nuevo año con la oración continua. Se recuerda además, que en ocasión del mensaje anual a Jakov, el 25 de diciembre pasado mientras hablaba de los “secretos”, también hizo el triple llamado a la oración. Para María, pues, estos tiempos son tiempos de oración. Como también el tiempo litúrgico de la Navidad lo sugiere. María y José al contemplar al Niño Dios recién nacido, fueron los primeros en adorarle y abrirle el corazón. Lo mismo hicieron los pastores que llegaron al portal y los Magos con sus regalos de oro, incienso y mirra. Los relatos bíblicos del Nacimiento de Jesús invariablemente son: invitación a la oración y a reconocer el cumplimiento de todas las profecías en el Niño de Belén.

La Virgen, entonces, en el mensaje de inicio de año de 2011, invita una vez más a orar. Y para responder a esta urgente llamada, cada cual puede hacerse la pregunta fundamental: ¿Qué se entiende por oración? Y al responder a la misma se puede pensar en tanto en experiencias personales como en lo que la misma Iglesia enseña. Nótese, que para el Cuerpo Místico de Cristo, “la oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Éste de los bienes conforme a su voluntad” (CCC 534). Entonces, cuando el hombre ora se eleva a su Creador para experimentar su inmenso amor. Esto siempre se debe considerar, porque cuando la Madre pide orar, no está pensando en que sus hijos pasen el día repitiendo Padrenuestros y Avemarías, sino que hagan la experiencia del amor de Dios. Desea, más bien, que el alma se eleve a la presencia de la Trinidad Santísima. Recuérdese que la oración siempre es experiencia de Dios. Por eso la Virgen cuando habla de la oración no refiere a métodos, sólo se limita a invitar a la oración. En efecto, Ella puede decir: “recen el rosario, recen el rosario, recen el rosario”. O bien, “recen las fórmulas que ustedes conocen”, o bien: “recen la Liturgia de las Horas, recen la Liturgia de las Horas, recen la Liturgia de las Horas.” Pero en su lugar dice: “Oren, oren, oren”. Porque la oración es un diálogo con Dios y la Madre deja al hombre la libertad de elegir el método para lograr este diálogo. No obstante, hay que recordar, que lo más importante siempre es abrir el corazón y permitirle a Dios morar en él. Es cuando entonces se alcanza el diálogo con Él. Seguramente, si el creyente respondiera como debe a esta invitación, la Madre no volvería más sobre el tema, pero si lo vuelve hacer es porque de seguro se está fallando en lo esencial de la vida cristiana. Y si se falla en lo básico es porque en la vida práctica —es decir saber orar—, no es tan sencillo. Si nuestras parroquias, colegios y comunidades cristianas fuesen “escuelas de oración”, probablemente la Madre no insistiera tanto en el tema. Y lo mismo se podría decir sobre el ayuno. Pero si insiste siempre en lo mismo, es porque en algo se está fallando. Y en esto hay que ser obediente. Recuérdese que Medjugorje es una escuela; más que un lugar donde aparece la Virgen: la Madre está tanto tiempo con sus hijos para enseñarles, fundamentalmente, a orar y vivir en comunión con Dios y con la Iglesia. De esta manera sus planes se realizan. Si la Madre se aparece por 40 años más y sus hijos no aprenden orar, el plan de María para fracasó. Entiéndase que lo que fundamentalmente Ella desea se resume en dos cosas: la conversión total de sus hijos y la vida frecuente de oración con el corazón. Y el mensaje de este inicio de año puntualiza la comunión con Dios: “Oren, queridos hijos, y ayúdenme a la realización de mis planes que deseo llevar a cabo en el mundo y con esta parroquia.”

Luego, para ayudar a María a realizar sus proyectos, hay que tomar con seriedad la vida de oración con sus expresiones (vocal, meditación y contemplación), sus formas (bendición, adoración, alabanza, intercesión, acción de gracias, petición), sus representaciones (litúrgica, personal y comunitaria) y sus diversos métodos (oración mental, lectio divina, santo rosario, oración de Jesús, oficio divino).

En la segunda parte del mensaje, la Virgen exhorta a pedir a Dios por dos intenciones específicas: “por las vocaciones en la Iglesia y por la fe firme de los sacerdotes”. En muchas apariciones en Medjugorje —particularmente en la Colina—, cuando la Madre habla a los peregrinos, ha invitado a orar para que en la Iglesia surjan más vocaciones. Se refiere particularmente a las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Y en esta ocasión —concretamente al inicio del nuevo año—, la Madre ha vuelto sobre el tema. ¿Sugiere que el año 2011 sea dedicado a estas intenciones? Evidente, no lo menciona directamente. Sin embargo, por hacer suyo este deseo, en este mensaje trascendental al inicio del año, parece claro que para la Madre es prioridad considerar esta intención frente a los retos que nos presenta el amanecer del 2011.

Las intenciones entonces son dos: orar en la Iglesia por las vocaciones y por la fe firme de los sacerdotes. Las dos intenciones están relacionadas pero son diferentes. Por lo tanto, al tomar el rosario, al frecuentar la Adoración a Jesús Sacramentado, en las intenciones de la Liturgia de las Horas, en los Grupos de Oración y las intenciones de las Eucaristías téngase en cuenta el deseo de la Madre de Dios: que surjan en más vocaciones al sacerdocio ordenado y a la vida consagrada, y que sea fortalecida la fe de todos los sacerdotes. Y orar también significa: promover más las vocaciones en la Iglesia de Cristo. Considérese que apenas hay 410,000 sacerdotes para unos 7 mil millones de seres humanos que habitan el planeta. Definitivamente, si fuéramos más los que estamos completamente al servicio de Cristo, como ministros ordenados, la humanidad sería otra.

La tercera parte del mensaje es alentadora. En ella la Virgen expresa su cercanía a sus hijos, especialmente cuando atraviesan serias dificultades. Apréciese que la Virgen no sólo exhorta a sus hijos en los mensajes a poner en práctica alguna virtud u obra de piedad, sino que además manifiesta su aprecio y sabe consolar a sus hijos en sus necesidades: “Sepan, queridos hijos, que oro siempre con ustedes, que estoy siempre con ustedes cuando atraviesan momentos especialmente difíciles.” Esta frase está cargada de ternura y solidaridad y por lo mismo conforta, anima y da esperanza frente a las tribulaciones. En suma: María quiere que sus hijos no se sientan abandonados, ni abatidos y que todos encuentren en Ella un sostén, Alguien en quien confiar y esperar.

Al final del mensaje insiste una vez más sobre la llamada a la oración y agradece la respuesta que se le de a su invitación: “Por lo tanto, perseveren en la oración, oren conmigo. Hoy deseo decirles: ¡gracias porque han respondido y acogido mis mensajes y los viven!” Orar con María significa: mantener el corazón abierto mientras el alma se eleva a la Trinidad Santísima; significa orar como lo hicieron los Apóstoles en el Cenáculo tras la manifestación del Espíritu Santo. Junto a la Madre de Dios oremos entonces al inicio de este nuevo año del Señor 2011.

Oremos:

Gracias Señor por el inicio de este nuevo año. Tú nos acompañaste a lo largo del 2010 y ahora, por medio de María, nos aseguras también Tu compañía y Tu amor en el arco del año que ahora iniciamos.

Señor: yo quiero colaborar con Tu Madre es este proyecto de amor que trae para la humanidad en esta hora particular de la historia. Ella me ha dicho hoy: “ora, ora, ora. Ora, querido hijo, y ayúdeme a la realización de mis planes que deseo llevar a cabo en el mundo y con esta parroquia.” Señor, yo quiero colaborar con Ella porque si colaboro con Ella colaboro también contigo porque Tu la envías a la humanidad para ayudarnos a todos. ¡Gracias Jesús por el ministerio de María para la Iglesia desde Medjugorje!

Jesús, mientras celebro Tu Nacimiento, Te pido con todo el corazón y con todas las fuerzas de que soy capaz: Concédeme al inicio de este año, el don de la oración con el corazón. No permitas que este nuevo año me distraiga y abandone la práctica de la oración frecuente: personal, familiar y litúrgica. Quiero experimentar profundamente tu amor cuando estoy en oración y cuando ayuno; especialmente cuando lo hago por las intenciones de Tu Madre y por los proyectos que Ella desea realizar por medio de sus apariciones en Medjugorje.

Como los Magos de Belén: Te adoro y te ofrezco también mis regalos que no son oro, incienso y mirra, sino el arrepentimiento de mis pecados y el deseo de iniciar una vida nueva. Si Te abro el cofre de mi corazón Te invito a entrar poderosamente en él.

Pongo, junto a mí delante de Ti, todos aquellos que tienen el don de la vocación a la vida consagrada y aún no la han descubierto, o bien confrontan graves desafíos que vencer y servirte. Señor: logra que en este año muchos más jóvenes se decidan por el sacerdocio ordenado y muchas más jóvenes estén dispuestas a dejarlo todos por el ideal de la vida consagrada.

Señor: también te entrego a cada uno de mis hijos y mis familiares, que aún no han optado por el matrimonio, para que puedan discernir y examinar la posibilidad de servirte en la Iglesia por medio de la vida consagrada. Que juntos podamos vencer los egoísmos y las imposiciones de la sociedad de consumo y los materialismos foráneos. Jesús: concédeme la gracia que en mi familia exista, al menos, una vocación a la vida consagrada.

Señor, también Te pido por los sacerdotes: para que a todos les fortalezcas la fe y que ayuden a trabajar por la fe de tu pueblo. Te pido con todas las fuerzas de mi corazón: danos sacerdotes espirituales, abnegados y firmes en sus decisiones de trabajar con verdadero celo apostólico y por la salvación de las almas.

Ahora Te confío toda mi libertad: haz que pueda encausarla debidamente con la oración el ayuno frecuentes y la práctica sacramental: quiero colaborar contigo, para que tu gran familia de bautizados resplandezca en el Nuevo Año como Luz de todos los pueblos. ¡Gracias Señor por Tu Iglesia!

Oh María, Madre del Verbo Encarnado, ¡gracias por tus mensajes, por cada palabra que sale de tus labios! ¡Gracias por mostrarme a Jesús en esta Navidad!, como se lo mostraste a los pastores y a los Magos que fueron al portal. ¡Ven Espíritu Santo y en enciende el fuego de Tu Amor en mi!

Padre Francisco A. Verar