Comentario del mensaje del 2 de Enero de 2011

“Queridos hijos, hoy os invito a la comunión en Jesús, mi Hijo. Mi Corazón Materno ora para que comprendáis que sois la familia de Dios. Por medio de la libertad espiritual de la voluntad, que os ha concedido el Padre Celestial, sois llamados a conocer en vosotros la verdad, el bien o el mal. Que la oración y el ayuno abran vuestros corazones y os ayuden a descubrir al Padre Celestial por medio de mi Hijo. Con el descubrimiento del Padre, vuestra vida se orientará al cumplimiento de la voluntad de Dios y a la creación de la familia de Dios, tal como mi Hijo lo desea. Yo no os abandonaré en este camino. ¡Gracias!

El segundo mensaje para este nuevo año, es una prolongación del primero. En él la Virgen invita a “la comunión en Jesús.” Es una manera específica de decir también: “oren, oren, oren” y de pedir que no se descuide la vida sacramental, porque estar “en comunión en Jesús”, conlleva recibir el perdón de los pecados y recibir frecuentemente la Eucaristía; como también leer y meditar Su Palabra.

En el mensaje por medio de Mirjana, la Virgen dice además: “Mi Corazón Materno ora para que comprendan que son la familia de Dios” —y obsérvese que la expresión “familia de Dios” aparece dos veces en el mensaje. La “familia de Dios” la conforman todos los bautizados pero se realiza, no sólo por el sacramento del bautismo, sino cuando todos aprendemos a vivir unidos en el amor, la armonía y la paz; cuando se trabaja y se comparte lo que somos y lo que tenemos. Pero la realidad a nuestro alrededor es otra. Y por tanto, la Madre ora por esta intención. Y cuando expresa su preocupación por la unidad y el testimonio fiel a Jesucristo de la Iglesia, parece claro que desea que se hagan suyos, al inicio del año, sus mismos sentimientos y deseos. Nótese que la Madre puede orar en el Cielo por muchas intenciones pero no todas las da a conocer. Si por el contrario, ésta la revela es porque espera que también se ore junto a Ella por esa intención y que se haga cuanto esté al alcance para lograr eficazmente la anhelada unidad y la plena comunión de vida y amor entre todos. Incluyendo, a los demás cristianos no católicos.

También en el mensaje la Madre dice: “Por medio de la libertad espiritual de la voluntad, que les ha concedido el Padre Celestial, son llamados a conocer en ustedes la verdad, el bien o el mal.” Esta segunda parte del mensaje está relacionada con la primera. Todos los bautizados que siguen a Jesús —y en cierta forma todo hombre creatura de Dios—, goza de plena libertad espiritual de la voluntad. No obstante, se debe recordar, que a partir de la Encarnación del Hijo de Dios y la interpretación que Él hace de la Escritura y Sus propias enseñanzas, la verdad no es relativa sino determinada. Y el discernimiento acerca del bien y del mal, tiene como punto de referencia la persona histórica de Jesús de Nazaret. Consecuentemente, la libertad y el discernimiento sobre el bien y el mal deben ser encausados en Jesús: en su persona y en lo que Él ha enseñado. La Madre en el mensaje de este 2 de enero, puntualiza dos prácticas de piedad que ayudan a dar el paso: “la oración y el ayuno”, porque ellos abren el corazón y ayudan a descubrir al Padre por medio de Jesús.

Jesús mismo en el evangelio —junto a la caridad—, unió las prácticas de piedad de la oración y del ayuno. Más aún, Él mismo en el desierto, antes de iniciar su obra apostólica, oró y ayunó. Y cuando impartió su primera enseñanza, después de hablar de la limosna, refirió a la oración y al ayuno (cf. Mt 6:1-18). Seguramente, con la intención de destacar que ambas cosas van de la mano. Hemos sido nosotros, los cristianos de este siglo —y de la última mitad del pasado—, quienes hemos separado las cosas. A quien ayuna, se le considera exagerado, anticuado, fanático… Pero también ocurre, que quien ayuna, por lo general, no lo hace como una práctica frecuente sino eventual. Por tal razón hay que recordar, que en 1984 la Madre pidió “el ayuno a pan y agua todos los miércoles y viernes del año” que no coincidiera con las Solemnidades. Por otra parte dijo también: “para orar con el corazón es necesario ayunar”. Y en otra ocasión mencionó: “que para alcanzar gracias ante Dios, es necesario acompañar la oración con el ayuno.” También dijo: “sólo los enfermos están dispensados del ayuno” y en otra ocasión: “El ayuno puede detener las guerras y se estas han empezado hacer que cesen. El ayuno puede detener hasta las calamidades naturales.” La Madre cuando pide ayunar no se equivoca, quienes se equivocan son los que no ayudan y buscan motivos para no hacerlo: pretender llevar una vida cristiana en plenitud sin ayunar. Obsérvese, que en el mensaje de este 2 de enero, la Virgen recomienda el ayuno unido a la oración para descubrir a Dios Padre y seguir su voluntad revelada en Su Hijo Jesucristo.

En la penúltima parte del mensaje, la Virgen dice: “Con el descubrimiento del Padre, su vida se orientará al cumplimiento de la voluntad de Dios y a la creación de la familia de Dios, tal como mi Hijo lo desea.” María, al inicio de este año quiere que cada uno de sus hijos llegue al conocimiento pleno de Dios Padre por medio de Jesús. Y todos sabemos que el termómetro, por el que se puede tener conocimiento de que esto se logra —lejos de visiones o revelaciones personales—, es el amor divino que se experimenta en el corazón. Cuando se vive la presencia de Dios en el corazón, no es difícil aferrarse a Su voluntad. Para muchas almas, la voluntad de Dios aparece como un gran peso imposible de “cargar” porque va en dirección opuesta a los propios intereses. Y esto ocurre, por la sencilla razón, que se ante pone la Ley de Dios a la experiencia de Su amor. Prospero de Aquitania en el siglo V, acuñó la siguiente frase que se ha hecho célebre en la Iglesia: “Lex orandi, lex credendi” (“La ley de la oración es la ley de la fe”) (o: “legem credendi lex statuat supplicandi” (“La ley de la oración determine la ley de la fe”). La ley de la oración es la ley de la fe, la Iglesia cree como ora. Dicho de otro modo, si no se ora ¿cómo se creerá? La Madre lo sabe y por eso invita a todos a hacer la experiencia del Dios vivo por medio de la Liturgia, la oración y el ayuno y a partir de allí construir la “familia de Dios”: con sus valores, virtudes, carismas, talentos y ministerios.

Al final la Virgen confirma una vez más su acompañamiento personalizado: “Yo no los abandonaré en este camino. ¡Les agradezco!” Desde el Cielo la Madre permanece con todos, pero es obvio que quien le abre el corazón la experimenta más. Una forma de sentirse acompañado de la Virgen es a través del rezo diario de tres partes del Rosario (15 misterios) con el corazón y la meditación frecuente de sus mensajes.

Oremos:

Gracias Señor por el inicio de este nuevo año. Tú nos acompañaste a lo largo del 2010 y ahora, por medio de María, nos aseguras también Tu compañía y Tu amor en el arco del año que ahora iniciamos.

Señor: yo quiero colaborar con Tu Madre es este proyecto de amor que trae para la humanidad en esta hora particular de la historia. Ella me ha dicho hoy: “ora, ora, ora. Ora, querido hijo, y ayúdeme a la realización de mis planes que deseo llevar a cabo en el mundo y con esta parroquia.” Señor, yo quiero colaborar con Ella porque si colaboro con Ella colaboro también contigo porque Tu la envías a la humanidad para ayudarnos a todos. ¡Gracias Jesús por el ministerio de María para la Iglesia desde Medjugorje!

Jesús, mientras celebro Tu Nacimiento, Te pido con todo el corazón y con todas las fuerzas de que soy capaz: Concédeme al inicio de este año, el don de la oración con el corazón. No permitas que este nuevo año me distraiga y abandone la práctica de la oración frecuente: personal, familiar y litúrgica. Quiero experimentar profundamente tu amor cuando estoy en oración y cuando ayuno; especialmente cuando lo hago por las intenciones de Tu Madre y por los proyectos que Ella desea realizar por medio de sus apariciones en Medjugorje.

Como los Magos de Belén: Te adoro y te ofrezco también mis regalos que no son oro, incienso y mirra, sino el arrepentimiento de mis pecados y el deseo de iniciar una vida nueva. Si Te abro el cofre de mi corazón Te invito a entrar poderosamente en él.

Pongo, junto a mí delante de Ti, todos aquellos que tienen el don de la vocación a la vida consagrada y aún no la han descubierto, o bien confrontan graves desafíos que vencer y servirte. Señor: logra que en este año muchos más jóvenes se decidan por el sacerdocio ordenado y muchas más jóvenes estén dispuestas a dejarlo todos por el ideal de la vida consagrada.

Señor: también te entrego a cada uno de mis hijos y mis familiares, que aún no han optado por el matrimonio, para que puedan discernir y examinar la posibilidad de servirte en la Iglesia por medio de la vida consagrada. Que juntos podamos vencer los egoísmos y las imposiciones de la sociedad de consumo y los materialismos foráneos. Jesús: concédeme la gracia que en mi familia exista, al menos, una vocación a la vida consagrada.

Señor, también Te pido por los sacerdotes: para que a todos les fortalezcas la fe y que ayuden a trabajar por la fe de tu pueblo. Te pido con todas las fuerzas de mi corazón: danos sacerdotes espirituales, abnegados y firmes en sus decisiones de trabajar con verdadero celo apostólico y por la salvación de las almas.

Ahora Te confío toda mi libertad: haz que pueda encausarla debidamente con la oración el ayuno frecuentes y la práctica sacramental: quiero colaborar contigo, para que tu gran familia de bautizados resplandezca en el Nuevo Año como Luz de todos los pueblos. ¡Gracias Señor por Tu Iglesia!

Oh María, Madre del Verbo Encarnado, ¡gracias por tus mensajes, por cada palabra que sale de tus labios! ¡Gracias por mostrarme a Jesús en esta Navidad!, como se lo mostraste a los pastores y a los Magos que fueron al portal. ¡Ven Espíritu Santo y en enciende el fuego de Tu Amor en mi!

P. Francisco A. Verar