Comentario del mensaje del 2 de Febrero de 2011

“Queridos hijos, os reunís en torno a mí, buscáis vuestro camino, buscáis, buscáis la verdad, pero olvidáis la cosa más importante: olvidáis orar correctamente. Vuestros labios pronuncian innumerables palabras, sin embargo vuestro espíritu no experimenta nada. Deambulando en las tinieblas, también imagináis a Dios mismo según vuestro modo de pensar y no como Él es en realidad en Su Amor. Queridos hijos, la verdadera oración proviene de la profundidad de vuestro corazón, de vuestro sufrimiento, de vuestro gozo, de vuestra petición por el perdón de los pecados. Este es el camino para el conocimiento del verdadero Dios y con ello mismo, también de vosotros mismos, porque habéis sido creados a Su imagen. La oración os conducirá a la realización de mi deseo, de mi misión aquí con vosotros: la unidad en la familia de Dios. ¡Gracias!”

Como información general, se comparte con los amigos lectores la alegre noticia de que el vidente Iván Dragicevic de Medjugorje estará con nosotros los días 18, 19 y 20 de marzo (del presente año), para participar de diversos encuentros de oración. Una experiencia similar se vivió ya en este país, en febrero de 1992 con Marija Mavlovic y el P. Slavko. Ahora la visita Iván nos anima y nos dispone a acoger con más amor y entrega los mensajes de la Madre. Por tal razón les pedimos especiales oraciones por el fruto de esta visita a la ciudad de Panamá.

Hoy, cuando la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada —en ocasión de la Fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén—, la Madre de Dios nos da un bello mensaje relacionado a la vida de oración. El mensaje comienza diciendo: “Queridos hijos, se reúnen en torno a mí, buscan su camino, buscan, buscan la verdad, pero olvidan la cosa más importante: olvidan orar correctamente. Sus labios pronuncian innumerables palabras, sin embargo su espíritu no experimenta nada.” En la primera parte del mensaje, la Virgen tiene en su pensamiento a sus devotos. Se puede pensar en quienes peregrinan a Medjugorje, pero también en todos los que siguen sus mensajes en el mundo entero y participan en los diversos grupos marianos de oración. También en forma más general, el mensaje refiere a todos sus devotos. Obsérvese que dice: “se reúnen en torno a mí”. Reflexiónese entonces, en todos los que pertenecen a diversas Asociaciones marianas, a los que participan en las fiestas dedicadas a la Virgen, a los que peregrinan a los santuarios marianos, a los que asisten a las procesiones de la Madre…Sin duda, son millones en el mundo los que se congregan en torno a la Virgen María, y como educadora de fe de sus hijos, Ella no quiere que la veneración que se le atribuye quede sólo en devoción privada o pública, sino que además, el corazón de todos se disponga a lo que es más esencial: experimentar, por medio de la oración, el amor de la Santísima Trinidad. Adviértase que la Virgen no rechaza a nadie. Pero conciencia que lo más importante es la experiencia de Dios. Considérese que Medjugorje es una escuela de fe y de conversión. Es una cátedra espiritual de María de cara a los tiempos que se viven. Es una ayuda del Cielo a la Iglesia para que cumpla a plenitud su misión de ser luz a las naciones y continúe irradiando al mundo el testimonio de Jesús resucitado.

Cuando la Virgen dice: “buscan su camino, buscan, buscan la verdad, pero olvidan la cosa más importante: olvidan orar correctamente” piensa en la salvación de las almas. Ella sabe que muchos de los que van a la Iglesia, que están en la búsqueda de un camino seguro de paz, de amor, de fe, de esperanza, de ánimo, de entusiasmo… en suma, de verdad —frente a las voces discordantes de los mass media— no oran como deben. Por tanto, el mensaje es una invitación a reconocer ese error para rectificarlo. La Madre quiere a todos los discípulos de su Hijo de rodillas junto al sagrario y entorno al altar familiar de oración.

¿Cómo orar correctamente?

Se podría afirmar, a la luz de este mensaje, que lo primero es precisar cómo no se debe orar. La Madre advierte que la oración no es repetir palabras sin fin, ni mecánicamente. Ella no desaprueba la oración continua ni la oración vocal de fórmulas, sino el ejercicio mecánico irracional de la oración. En otras palabras: rezar sin saber lo que se dice, o rezar sin llegar a la experiencia de Dios. La Madre quiere que cada diálogo con el Creador, por muy pequeño que sea, sea provecho para el espíritu humano, y por consiguiente, sea hecho con el corazón; siguiendo el ejemplo de Jesús y de María en la tierra; que guardaban solícitamente en el corazón cuanto el Espíritu les comunicaba. Y recuérdese que orar con el corazón no es difícil, no es algo que rebase las fuerzas y capacidades del ser humano sino una experiencia al alcance de todos. A este tenor la vidente Vicka gusta repetir a los peregrinos, que la Madre les dio a ellos este mensaje: “la oración no es algo que se pueda aprender por medio de libros o cursos, sino algo que cada hombre, por sí mismo, puede descubrir cuando cada día se coloca delante de Dios. Todos ustedes tienen en su casa una maceta con una flor y cada día colocan en ella una o dos gotas de agua para que crezca. Lo mismo ocurre en la oración. En la oración cada día se pone una o dos oraciones hechas con amor para crecer. De esta manera ustedes pueden aprender a orar y pueden crecer en el conocimiento de Dios.”

Muchas cosas en el campo de la educación y en el orden profesional son más complicadas que orar con el corazón y la gente lo aprende. Por lo que cabe formularse las preguntas: ¿por qué la gente no aprende a orar como se debe y no dedica el tiempo que merece el trato íntimo con Dios? ¿Será acaso que la oración no produce nada económica ni sentimentalmente y no resuelve las aspiraciones materiales del ser humano?

La peculiaridad de este mensaje de la Virgen va en línea directa en la educación de la oración y de la vida espiritual. Obsérvese que la Madre enfatiza que se debe orar “desde adentro”, “desde las profundidades del ser”. Orar “sin reservas de sentimientos”, “ni de pensamientos”. En otras palabras, cuando se ora se experimenta que uno es “todo de Dios”. En la oración con el corazón “Dios visita al hombre” y “el hombre visita a Dios”. Siempre se realiza el encuentro de amor. Lo que los psicólogos llamarían al verdadero diálogo de los sentimientos de una pareja: “el encuentro”. Para ellos el verdadero “encuentro” de la pareja no se logra en la relación genital sino afectiva; por medio del diálogo asertivo de los sentimientos. Y en la oración ocurre exactamente lo mismo: la oración más existencial es aquella que más expresa los sentimientos personales a Dios. Nadie puede orar en el lugar de otro. Como nadie, en una relación de pareja, puede amar en el lugar de otro. Ambos se deciden amar. En una relación interpersonal de pareja no se puede hablar de amor cuando uno sólo es el que ama. Lo mismo ocurre en Dios. Si Él me ama y yo no, no hay amor pleno en la relación, lo cual sólo se alcanza por medio de la oración con el corazón. La Madre dice: “Queridos hijos, la verdadera oración proviene de la profundidad de su corazón, de vuestro sufrimiento, de vuestro gozo, de vuestra petición por el perdón de los pecados” Esto se traduce en: “cuando ustedes vayan a orar: ábranse completamente sin algún tipo de reservas a Dios, no dejen algún sentimiento por fuera. Entréguense totalmente. No le teman a Dios en la oración. Dios los ama y espera que ustedes se abran a Su amor.”

Ahora obsérvese otro dato interesante de este mensaje. La Virgen dice: “Deambulando en las tinieblas, también imaginan a Dios mismo según su modo de pensar y no como Él es en realidad en Su Amor”. Un día dijo la Virgen en un mensaje del 2 de mes: “Dios es amor, Dios es amor, Dios es amor”. Esto se debe tener siempre presente antes de orar, durante la oración y después de la oración: Dios es puro amor y el amor puro, el verdadero amor y el Único amor. La Madre quiere enseñar a sus hijos a orar como se debe, y advierte, a cuantos mendigan amores pasajeros en el mundo, que no hay ni habrá para el ser humano otro amor como el de Dios. Cualquier casado que haya vivido muchos años un matrimonio estable y agraciado puede corroborarlo.

También el mensaje dice: “Queridos hijos, la verdadera oración proviene de la profundidad de su corazón, de vuestro sufrimiento, de vuestro gozo, de vuestra petición por el perdón de los pecados.” Esta expresión es exhortación a exteriorizar todos los sentimientos y emociones delante de Dios. La Madre habla de “la verdadera oración” para hacer tomar conciencia a sus hijos que fácilmente se puede orar indebidamente. No es que haya dos tipos de oración. En realidad la oración es sólo una: la que experimenta a Dios. La otra será una comedia, una farsa. Orar por medio de fórmulas, sin el corazón, puede ser fácil. Pero no es oración. Orar espontáneamente, sin fórmulas, pero sin sentimientos también es una farsa, es comedia. Recapitulando la enseñanza es que siempre que se ore, sean fórmulas o espontáneamente, hay que orar con el corazón, porque “la verdadera oración proviene de la profundidad de su corazón, de vuestro sufrimiento, de vuestro gozo, de vuestra petición por el perdón de los pecados.”

Esta experiencia se puede lograr individualmente, pero también por medio del “grupo de oración”. El Catecismo de la Iglesia Católica dice en el número 2689: los Grupos de oración, o “escuelas de oración”, son hoy uno de los signos y uno de los acicates de la renovación de la oración en la Iglesia”, por ende el mejor lugar para aprender a orar, como María recomienda, será el grupo de oración. Para poner en práctica el mensaje de este 2 de mes, se puede visitar el Santísimo y comenzar a exteriorizar los sentimientos, pero también se puede hacer en casa —y en familia frente al altar familiar, y con los amigos—, un grupo de oración. Nótese que la Madre en este mensaje, más que hablar de oración de fórmulas, acentúa la oración espontanea que hace emerger los sentimientos profundos del corazón. Y para alcanzar esto hay que saber desconectarse del medio ambiente, y vencer los temores y prejuicios de la oración que impidan el recogimiento. Quien ha visitado Medjugorje ha podido constatar que los sacerdotes oran espontáneamente y con el corazón, delante del Santísimo Sacramento o del Crucifijo.

En el mensaje la Madre dice: “Este es el camino para el conocimiento del verdadero Dios y con ello mismo, también de ustedes mismos, porque han sido creados a Su imagen.” Esta parte del mensaje es muy importante, refiere dos cosas: la oración con el corazón, la oración espontanea que expresa debidamente los sentimientos, sin algún temor, es: “camino para conocer a Dios” pero también “para conocerse uno mismo”. La persona que ora como se debe, conoce más a Dios y más se conoce a sí misma, porque en el fondo, tanto el Creador como la criatura, no es otra cosa que amor. Pero obviamente, el mensaje va más allá del sólo amor que es Dios. Adviértase, que el concepto amor expresa, cómo síntesis, cuanto Dios es, y como corolario, lo que es el hombre, Sin embargo, la expresión no abarca todo lo que Dios y todo lo que es el hombre. Y cuando la Madre dice que la oración con el corazón “es el camino para el conocimiento del verdadero Dios”, es porque la oración es una aventura a recorrer sin fin. Es sumergirse en el abismo de la inmensidad del ser de Dios que es inagotable. Y lo mismo ocurre con el misterio del hombre; aunque este por naturaleza si es limitado.

Se percibe en este mensaje, por ende, “un rescate” atinado de la real antropología cristiana, que desenmascara la antropología materialista reduccionista del momento, que ve en la diferencia de unos cuantos cromosomas la oposición entre el hombre y el chimpancé. Obsérvese, que es por medio de la oración cómo el hombre logra penetrar el “verdadero conocimiento de Dios y del hombre” que ha sido creado “a Su imagen y semejanza”. O sea, que es la oración la que logra penetrar el misterio que la ciencia por sí misma no alcanza.

San Ireneo, padre de la Iglesia había escrito: “La gloria de Dios es el hombre viviente; la vida del hombre es la visión de Dios”. Luego, para conocer a Dios como es y conocerse uno mismo, hay que orar. San Agustín también exclamó cuando conoció a Dios: “Cuando te conocí me di cuenta que tú estabas más dentro de mí que yo de mí mismo”. La Virgen no descarta la teología ni las ciencias humanas que ayudan al hombre a conocerse y ayuda a conocer más a Dios. Pero advierte que es por medio de la oración como el hombre, personalmente, puede conocer al Creador y conocerse a sí mismo.

La última parte del mensaje es una exhortación —como tantas veces ha hecho la Virgen—, para ayudarla a la plena realización de sus proyectos de amor y de salvación de las almas. Reza: “La oración los conducirá a la realización de mi deseo, de mi misión aquí con ustedes: la unidad en la familia de Dios. ¡Les gradezco!” En esta ocasión, se refiere a que si el hombre ora como debe, su corazón y su vida se transforman en un signo visible de conversión para los demás. El corazón Inmaculado de María triunfa cuando el hombre se convierte él en signo viviente del amor de Dios. María quiere que le ayudemos aprendiendo a orar como se debe, con el corazón. Abriendo las puertas de par en par la Trinidad Santísima.

Oremos:

Señor aquí estoy delante de Ti. Hoy Tu Madre me invita a orar con el corazón. Quiero ser obediente. Por eso en este preciso momento Te abro de par en par las puertas de mi corazón. Sé que Tú nunca me rechazarás. Ahora, por medio de esta oración: quiero experimentar, aunque sea brevemente, Tu inmenso amor.

Pongo delate de ti todo el sufrimiento que llevo por dentro. Tú me conoces; sabes cuánto he sufrido a lo largo de mi vida. Conoces las heridas profundas que llevo dentro. No oro ahora para que me sanes de esas heridas sino para expresarte todos esos sentimientos amargos. Quizá es esa la razón del porqué aún no me sano de ellos, y del porqué no logro perdonar a los demás. Quizá es esa la razón del porqué hay en mi tanto rencor y porqué no logro aceptar a mi prójimo como es.

He sufrido desde niño, en mi adolescencia, en mi matrimonio, he sufrido como ministro de tu palabra. No te he dicho Jesús toda la verdad de mi vida, aún sabiendo que Tú lo sabes todo. Por eso ahora desnudo mi corazón delante de Ti. Mira todo lo que llevo por dentro: todas mis frustraciones, desilusiones, fracasos, traumas, complejos. He sufrido mucho y no he recurrido a Ti en el dolor y las pruebas, en la soledad de mi vida. Ahora me rindo a Tus pies. Mira mi corazón destrozado por la falta de amor, por los rechazos que he recibido, por las incomprensiones de mi familia. Me siento abatido, lleno de miedo, cansado, muchas veces deprimido, sin sentido. ¡Jesús extiéndeme tu mano poderosa y ven a prisa a socorrerme!

Te doy gracias también por todos los momentos lindos de mi vida: por mi nacimiento, por mis estudios, los logros que he tenido. Por el nacimiento de cada uno de mis hijos, por mis padres, mis amigos. También debo reconocer que Tu me has fecho feliz. He conocido por medio de Ti, lo que es el verdadero amor, la verdadera paz, la verdadera alegría. ¡Gracias por todas las veces que he recibido Tu preciosísimo Cuerpo y Sangre, por esa felicidad que he experimentado en la Comunión, en el perdón de mis pecados! Por todas esas lindas personas que has puesto en mi camino a lo largo de mi vida. ¡Que me han sabido amar, comprender, que me han aceptado como soy! ¡Gracias Señor! ¡Gracias por cada gozo que he experimentado! ¡Por mis sonrisas y los gestos de amor que he sabido expresar a los demás! Sobre todo cuando he podido ayudar a mi prójimo en sus faenas y cuando he perdonado con amor a cuantos me han ofendido. Me doy cuenta que así Tu Espíritu actúa en mi vida, y por ello ¡Te doy Gracias!

Ahora te presento mis pecados y Te pido el perdón para cada uno de ellos, por medio de la Confesión sacramental. Ahora que voy a iniciar la Cuaresma, quiero purificarme y reflejar Tu luz con la santidad de mi vida. Perdóname Señor por las veces que Tú no has ocupado el centro de todo lo que hago, cuando no te he amado como Te mereces y he amado a otras personas en lugar tuyo.

Perdóname por no asistir a Misa como debo y no poner atención a las homilías de los Sacerdotes. Perdóname por no amar a mi prójimo como debo, por hablar mal de mis hermanos, por guardar rencor. Por enojarme conmigo mismo y los defectos de los demás. Por no ser honesto en mis labores cotidianas y poner mis intenciones en pensamientos y acciones viles. Por juzgar a los demás, por no ser un buen padre o madre de familia, estudiante, trabajador… Por no vivir mi vida alegre y reconocerte a Ti como el único Señor de mi vida.

Señor: dame Tu Espíritu que me ayude a reconocer el pecado que habita en mi y la acción misericordiosa de Tu amor por medio de los sacerdotes.

¡Gracias Señor, gracias María!

Ahora la puerta de mi corazón está abierta y puedes entrar en mí, ahora experimento Tu amor y conozco al Dios verdadero. Amén.

P. Francisco A. Verar