Comentario del mensaje del 25 de Mayo de 2010

“Queridos Hijos: Dios os ha dado la gracia de vivir y de custodiar todo el bien que hay en vosotros y alrededor de vosotros, y de alentar a otros a ser mejores y más santos, pero Satanás no duerme, y a través del modernismo os desvía y os conduce por su camino. Por eso, hijitos, en el amor hacia mi Corazón Inmaculado, amad a Dios sobre todas las cosas y vivid Sus Mandamientos. Así vuestra vida tendrá sentido y la paz reinará en la Tierra. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

Dios ha escrito en nuestros corazones su Ley, una Ley que nos enseña como debemos actuar y comportarnos. “La ley natural, presente en el corazón de todo hombre y establecida por la razón, es universal en sus preceptos, y su autoridad se extiende a todos los hombres. Expresa la dignidad de la persona y determina la base de sus derechos y sus deberes fundamentales (…)” (CEC. 1956). Todos somos impulsados a buscar el Bien y encaminarnos hacia la Verdad. Es algo que Dios nos regala cuando nos crea a su “imagen y semblanza” (Gen. 1, 26). Ser santos es la llamada que todos recibimos y que los cristianos no podemos ni debemos olvidar. La Gospa reclama de nuevo de nosotros que tengamos a Dios como centro de nuestra existencia, que amemos a Dios por encima de todo. Vivir los Mandamientos es el fruto de ese amor. “Así que, la ley es santa, y santo el precepto, y justo y bueno” (Rom. 7, 12). Lo fundamental es nuestro encuentro personal con Dios y el fruto es nuestro comportamiento como hijos dignos de un Padre tan bueno.

Maria siempre nos lleva al Bien más grande. Ella es reflejo de la Luz, la llena de gracia, ella conduce nuestro amor hacia Dios. Pero el Diablo vela e intenta sembrar la duda en nuestro interior. Duda respecto a la fe y a la moral. Nos hace dudar de que realmente exista Dios y, engaña nuestra inteligencia para que actuemos contra la voluntad de nuestro Hacedor. ¡Cuántos hombres pierden su vida dejándose llevar por el placer y por el poder! Lástima. La Iglesia, es atacada con virulencia por mantenerse firme en el amor a Dios y por predicar fielmente los principios morales. Eso no gusta a Satanás y los que él ha conseguido engañar. La Virgen nos advierte de esto y nos exhorta a denunciar los engaños y a anunciar de palabra y obra el Evangelio. Sólo Dios salva. No podemos inventarnos el mensaje o la voluntad de Dios. No podemos anunciar lo que nos gustaría o nuestras doctrinas, sólo podemos anunciar a Cristo muerto y resucitado por nosotros. En la encíclica profética Pascendi san Pío X ya nos advertía, hace más de un siglo, del grave peligro que iban a correr muchos cristianos: “¡Si algún católico, sea laico o sacerdote, olvidando el precepto de la vida cristiana, que nos manda negarnos a nosotros mismos si queremos seguir a Cristo, no destierra de su corazón el orgullo, ciertamente se hallará dispuesto como el que más a abrazar los errores de los modernistas!” (Pascendi Dominici Gregis, 1907, nº 41 D). El orgullo del hombre es, en el fondo, lo que nos lleva al pecado. Esto nos recuerda al pecado de Adán y Eva cuando desobedecieron a Dios, escuchando la voz de la serpiente. El hombre piensa que no necesita más a Dios, que con sus solas fuerzas se basta para dominar la creación. Y olvidando a Dios borra de su corazón la imagen que Él nos ha impreso. No podemos vivir sin Dios, necesitamos de la Iglesia, que es Cristo, para mantenernos en el camino de la salvación. No podemos seguir oyendo a la serpiente si somos de Cristo.

“Si alguno tiene sed, que venga a mí, y beberá el que cree en mí, como dice la escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado” (Jn. 7, 37-39). Ahora es el tiempo de hacer correr esa agua viva, ahora es el tiempo de anunciar con valentía la vida eterna que Dios nos regala. Ahora tenemos al Espíritu Santo que nos impulsa a anunciar la Verdad y a vivirla. ¡Qué santa María Inmaculada nos ayude a hacerlo!

P. Ferran J. Carbonell