Medjugorje, 20 de junio de 2020 Mis queridos amigos, ¡alabados sean Jesús y María!

Fiesta del Corazón Inmaculado de María

1. El 25 de mayo de 2020, la vidente Marija Pavlovic recibió el siguiente mensaje:

“Queridos hijos: oren conmigo para que todos ustedes tengan una vida nueva. En sus corazones, hijitos, saben lo que hay que cambiar: regresen a Dios y a Sus Mandamientos, para que el Espíritu Santo pueda cambiar sus vidas y la faz de esta tierra, que necesita de una renovación en el Espíritu. Hijitos, sean oración para todos los que no oran, sean alegría para todos los que no ven una salida, sean portadores de luz en la oscuridad de este tiempo turbulento.

Oren y pidan la ayuda y la protección de los santos, para que también ustedes puedan anhelar el Cielo y las realidades celestiales. Estoy con ustedes y a todos los protejo y bendigo con mi bendición maternal. Gracias por haber respondido a mi llamado”

2. La Fiesta del Santísimo Sacramento (Corpus Christi) fue una gran alegría para nosotros porque hemos podido venerar a Jesús Eucaristía en un Medjugorje liberado del aislamiento. Muchos croatas acudieron a esta procesión que fue un bálsamo para nuestros corazones ¡Momentos de profundos reencuentros!

3. Nos acercamos al 39 aniversario de las apariciones. La vidente Marija ya está aquí y esperamos la presencia de Ivan. Como sólo a partir del 1º de julio Bosnia y Herzegovina abrirá sus fronteras a los extranjeros, este aniversario será celebrado muy humildemente; aunque sabemos que en el mundo entero los fervientes amantes de la Gospa, en gran número, están en comunión con nosotros y durante esta novena preparan con amor regalos especiales para María. Nuestras oraciones son particularmente necesarias en este momento, porque el 21 de junio, solsticio de verano para nosotros, los enemigos del Señor y de su Iglesia han organizado en el mundo entero cultos y otras ceremonias en honor de su triste maestro. Oremos para que la “Mujer vestida de sol” nos proteja y apresure la victoria de su Hijo sobre todo mal.

4. El temor, ¡un trampolín benéfico! Estos últimos meses, la dosis de miedo se ha intensificado por doquier en el mundo en una gran cantidad de personas. Si bien es cierto, como lo dice san Pablo, que “el amor desplaza al temor”, nos parece indicado analizar el tema porque no queremos vivir en el temor sino en el amor.
En realidad, desde la irrupción del pecado el miedo es un sentimiento innato a nuestra naturaleza humana. Adán fue el primero en experimentarlo después de su caída: “Tuve miedo porque estaba desnudo y me escondí” (Gn 3, 10). ¿Qué hace Dios entonces? Coloca una barrera entre el mal (la serpiente) y el hombre. Hace que la serpiente se arrastre sobre su vientre, es decir le impide que ataque al hombre de manera frontal, y le hace al hombre una promesa inaudita: “Pondré hostilidad entre ti (la serpiente) y la mujer. Ella le aplastará la cabeza” (Gn 3, 15). El miedo, que a partir de ese momento formará parte de la condición humana, es también un llamado constante a que busquemos refugio en la Bondad de Dios que es Padre. No se trata de negarlo, sino de utilizarlo positivamente y poder así canalizarlo para someterlo a la gracia de Dios. En síntesis, no permitamos que nos domine al punto de alterar nuestra libertad. Sería terrible dejar que determine nuestras elecciones y nos envenene la existencia.
Hoy en día tenemos muchos motivos por los cuales sentir miedo; basta con mirar al mundo y las numerosas amenazas que pesan sobre él. No tengo intención de enumerarlas ya que están suficientemente expuestas ante nuestros ojos. Deseo más bien que veamos juntos cómo los santos manejaron sus temores, transformándolos en victorias. Ellos nos brindan magníficas enseñanzas y por ello la Virgen nos exhorta a leer sus vidas.
Desde el principio de su pontificado, Juan Pablo II nos dijo: “¡No tengan miedo!” Juan Pablo II era un místico que avistaba las amenazas que ahora podemos definir con mayor propiedad. Y por ello nos alentaba a mantenernos firmes en la esperanza, porque Jesús ha vencido al mundo.


Aunque tengamos motivos para tener miedo, no por ello debemos ceder. La genialidad de los santos es que se mantuvieron liberados de todo temor. No permitieron que el miedo los esclavizara ni los atrapara entre sus redes. La libertad del corazón es un tesoro que Jesús quiere ofrecer a todo cristiano, a cuantos quieran seguirlo de verdad. Nuestra parte consiste en querer recibir este tesoro -como dice María-, y nos propongamos trabajar en ello día tras día, con humildad y tenacidad. En realidad, se trata de seguir al Pastor, al mejor de los pastores, a Aquel que vino al mundo para liberarnos.
Una gran tentación cuando uno tiene miedo es la de replegarse sobre sí mismo, impidiendo así el amor. En sus enseñanzas a los jóvenes del grupo de oración la Virgen María insistió mucho sobre este punto. Al encerrarse sobre sí mismo uno cree estar protegido, pero es sólo una ilusión que produce el efecto contrario: uno se corta de la fuente del amor, se marchita y corre el riesgo de hundirse en la tristeza. Nuestro corazón está hecho para amar y sin el oxígeno del Espíritu Santo puede terminar asfixiándose. Este es el origen de tantos males. ¡Qué lástima perderse la felicidad inmensa de formar parte de un cuerpo, del cuerpo de Cristo donde circula el amor!
¿Cómo actuar cuando uno tiene miedo?  Los santos nos enseñan a posar nuestra mirada en Jesús, origen de nuestra vida, de nuestra paz, y de todo amor verdadero. ¡Esa es la llave! Jesús mismo nos mira constantemente con una mirada llena de vida y de incomparable amor; y al devolverle la mirada permitimos que Su alma nos vaya transformando poco a poco y recobramos valor. Esto es fruto de la oración. En lugar de fijar nuestra mirada sobre la tempestad desencadenada, la elevamos hacia Aquel que tiene el poder de calmarla. ¿Por qué tienen miedo? les preguntó Jesús a los apóstoles que realmente corrían el riesgo de perecer en el mar. Su error había sido observar la altura de las olas en lugar de mirar a Jesús que estaba con ellos. Estar o no estar con Jesús es lo que hace la diferencia. Jesús puede ponernos a prueba –y lo hace– pero siempre en vista de un bien mayor y para incrementar nuestra cuota de felicidad. ¡No quiere que nos hundamos!

La confianza en su amor será para nosotros el motor de este cambio y es lo que nos hará pasar de un miedo visceral (humanamente justificado) a una liberación del corazón. Dios sólo quiere nuestro bien, en toda circunstancia. Ante esta confianza y esta fe total en Él, eleva nuestro corazón de tal manera que no dependemos más de nuestras reacciones viscerales sino de una gracia sobrenatural -por encima de lo natural- que permite que nuestra alma alcance una paz profunda, esta “paz de Dios que sobrepasa toda inteligencia” como la describe san Pablo. ¡Dejemos actuar al Espíritu Santo! Y así, esa mala actitud llamada miedo se convertirá en un verdadero trampolín que nos elevará hacia Dios, nos enriquecerá en Él y nos santificará.

En las pruebas superamos todo miedo mediante nuestro abandono a Dios. Dios permite que seamos probados (cristianos o no), porque en toda tribulación, bien vivida con Él y ofrecida, crecemos en santidad y ayudamos al Salvador a salvar numerosas almas que caminan en las tinieblas. Por otra parte, a través del ofrecimiento de nuestros sufrimientos le damos a Dios la inmensa alegría de preparar nuevos diamantes para nuestra corona eterna. Dicho de otra forma, le permitimos verter sobre nosotros las cataratas de su amor que traen aparejada una felicidad infinita, tanto en este mundo como en el otro. Los santos son las personas más felices del mundo. ¿Por qué? Porque, aun en medio de la tribulación sus corazones reposan más allá, ya unidos a Aquel que es el Amor mismo. Este amor es el sueño y la plenitud de todo hombre creado a imagen de Dios que es Amor.
He aquí algunos ejemplos:

Sor Faustina era miedosa por naturaleza. Ella misma escribe en su Diario que las personas le causaban miedo. Pero nunca retrocedió ante los obstáculos, teniendo su mirada fija en Jesús.
No le temo a nada; si Dios manda al alma grandes tribulaciones la sostiene con una gracia aún mayor, aunque no lo percibamos en absoluto. En tal momento, un solo acto de confianza da más gloria a Dios que muchas horas pasadas en el gozo de consolaciones durante la oración” (Diario § 78)
Cuando estoy contigo, oh Jesús, no tengo miedo de nada, porque nada puede dañarme. (Diario § 305)
Su confianza en Jesús se manifiesta en medio de los peligros. Ella relata: “Tenía prisa por volver a casa. Al dar yo algunos pasos, me cerró el camino una gran multitud de demonios que me amenazaban con terribles tormentos, y se escuchaban voces que decían: ‘Nos has quitado todo aquello por lo que habíamos trabajado durante tantos años’. Cuando les pregunté: ‘¿De dónde llegan en tal multitud?’ Estas figuras malignas me contestaron: ‘De los corazones humanos; no nos molestes’.
Viendo su tremendo odio hacia mí, pedí ayuda al Ángel Custodio y de inmediato apareció la figura luminosa y radiante de mi Ángel de la Guarda que me dijo: ‘No tengas miedo, esposa del Señor, estos espíritus no te van a hacer ningún mal sin Su permiso. Los espíritus malignos desaparecieron enseguida y el fiel Ángel de la Guarda me acompañó de modo visible hasta la casa misma. Su mirada era modesta y serena, y de su frente brotaba un rayo de fuego.
Oh Jesús, desearía fatigarme y cansarme, y sufrir durante toda la vida por este único momento en que vi Tu gloria, Señor, y los beneficios de las almas. (Diario § 418, 419)
No le temo a los golpes porque Dios es mi escudo. El enemigo debe tener miedo de nosotros y no nosotros del enemigo. Satanás vence solamente a los soberbios y a los cobardes, porque los humildes tienen fortaleza. Nada confunde ni asusta a un alma humilde. He dirigido mi vuelo hacia el ardor mismo del sol y nada logrará bajármelo. El amor no se deja encarcelar, es libre como una reina; el amor llega hasta Dios. (Diario § 450)

Estas palabras me recuerdan una conversación con el Padre Gabriele Amorth, un eminente exorcista de Roma: “Padre Gabriele -le pregunté-, ante graves casos de posesión ¿no teme que Satanás le salte encima y lo lastime? No, me respondió, nunca tuve miedo de Satanás, ¡es él quien tiene miedo de mí!

19-10-1935 Faustina: “El viernes por la noche durante el rosario, cuando pensaba en el viaje del día siguiente y en la importancia de la cuestión que iba a presentar al Padre Andrasz, me invadió el miedo viendo claramente mi miseria y mi inaptitud frente a la grandeza de la obra de Dios. Aplastada por ese sufrimiento, me sometí a la voluntad de Dios. En aquel instante vi a Jesús junto a mi reclinatorio, con una túnica clara, y me dijo estas palabras: ¿Por qué tienes miedo de cumplir Mi voluntad? ¿Crees que no te ayudaré como hasta ahora? (Diario § 489)

Cuando el miedo quiere imponerse, la puerta de salida es entregarle este miedo a Jesús. Dárselo, y volver a dárselo…

“¿De qué tienes miedo? Si estás conmigo ¿quién se atreverá a tocarte? Me alegro grandemente que me digas tus temores. Hija mía, cuéntame todo simplemente y así como hablan los hombres; me complacerás muchísimo con esto. Yo te entiendo porque soy Dios-Hombre. Este lenguaje simple de tu corazón me es más agradable que los himnos compuestos en mi honor. Has de saber, hija mía, que cuanto más sencillo es tu lenguaje, tanto más me atraes hacia ti. (Diario § 797)

¿Miedo a lo desconocido? ¿Miedo al futuro incierto? ¿Temor de perder lo que uno tiene? Jesús no nos ha dado falsas consolaciones diciendo que no perderemos nada, pero Él nos promete que nunca perderemos el único verdadero tesoro, Él mismo, si nos sumergimos en Él “El pecado reinará, nos decía María recientemente, pero si ustedes son míos, su refugio será el Corazón de mi Hijo Jesús” (Medj. 25-7-19)

Jesús a Sor Faustina: “No examines con curiosidad los caminos por los cuales te conduzco. Cuando el aburrimiento y el desánimo llamen a tu corazón, huye de ti misma y escóndete en mi corazón. No le tengas miedo a la lucha; con frecuencia una actitud valiente disipa las tentaciones que así no se atreven a atacarnos. Lucha siempre con la profunda convicción de que Yo estoy a tu lado. No te dejes guiar por el sentimiento, porque él no siempre está en tu poder; todo el mérito está en la voluntad… Prepárate para grandes batallas. Lucha como un guerrero para que pueda concederte el premio; no tengas miedo, porque no estás sola. (Diario § 1759)

El único miedo que tenemos que tener es el de estar separado de Dios, el de no amarlo; el de no seguir a Jesús y de encontrarnos sin Pastor. El de perdernos el increíble tesoro que nos está reservado si aceptamos humilde y pobremente seguir a Jesús, vivir su Palabra y confiar en Él. El de no aceptar lo que su Providencia dispone en nuestro camino porque allí sí el peligro que nos asecha es real.

La Virgen María conoce nuestros miedos.
“Queridos hijos, en estos días ustedes han experimentado cómo actúa Satanás. Yo estoy siempre con ustedes y no deben temer las tentaciones. Dios siempre vela sobre ustedes y yo me he entregado a ustedes y estoy con ustedes aún en las tentaciones más pequeñas” (Medj 19-7-1984)

¿Cómo no pensar que María, viendo a su Hijo partir hacia su Pasión, no habrá temblado de miedo? Ella sabía lo que le ocurriría, porque conocía las Escrituras y Jesús mismo se lo había anticipado. Pero este miedo no la detuvo, porque de antemano ya le había ofrecido todo al Padre para la realización de la misión del Hijo: salvar a la humanidad del poder de la muerte. Quizás haya experimentado el miedo, al igual que nosotros, pero se lo ha ofrecido al Padre, y al hacerlo, ayudó a Jesús en su misión. Superó su miedo que se convirtió como en un trampolín para una mayor dosis de amor y de poder en su vocación de Corredentora. Habiéndole dado todo a Dios, ya no tenía nada que perder.

Queridos hijos, hoy los invito a que se abandonen totalmente a Dios. Denle a Dios todo lo que hagan y todo lo que tienen para que Él reine en su vida como Rey de todo lo que poseen … Hijitos, no teman, porque estoy con ustedes, aun cuando piensan que no hay salida y que Satanás reina. Les traigo la paz. Soy su Madre y la Reina de la Paz. 
“Quien ora no le teme al futuro y quien ayuna no le teme al mal”

“Amen y no tengan miedo, hijos míos; no hay miedo en el amor. Si sus corazones están abiertos al Padre y llenos de amor por Él, ¿por qué temer por lo que viene? Tienen miedo los que no aman porque esperan los castigos y saben cuán vacíos y duros están. Hijos, los guío hacia el amor, hacia el Padre querido. Los guío hacia la vida eterna. La vida eterna es mi Hijo. Recíbanlo y con Él reciban el amor. 

“Mientras con preocupación maternal miro sus corazones, veo en ellos dolor y sufrimiento. Veo un pasado herido y una búsqueda continua. Veo a mis hijos que desean ser felices, pero no saben cómo. ¡Ábranse al Padre! Ese es el camino a la felicidad, el camino por el que deseo guiarlos. Dios Padre jamás deja solos a sus hijos, menos aún en el dolor y en la desesperación. Cuando lo comprendan y lo acepten, serán felices. Su búsqueda terminará. Amarán y no tendrán temor… (2 de enero de 2012)

¡Jesús experimentó la angustia hasta sudar sangre! En Getsemaní, Jesús veía anticipadamente a cuantos desecharían la salvación eterna que les sería propuesta, y la pérdida de estas almas lo torturaba a tal extremo que dijo: “Mi alma está triste hasta la muerte” Por compasión de amor hacia nosotros, pecadores, sufrió esta angustia mortal mucho antes de su pasión cuando dijo: “Debo recibir un bautismo y ¡qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!” (Lc 12, 50). Él tomó sobre sí todas nuestras angustias para que nosotros pudiéramos liberarnos de ellas. De ahora en adelante nuestras angustias pueden transformarse en camino de santidad, unidas a las de Jesús en el Huerto de los Olivos.

5. Publicaré las novedades de mis vídeos en un envío a parte porque estas páginas sobre el miedo ya son demasiado extensas…

6. De ahora en más mis “Directs” serán el 26 de cada mes a las 21 (hora francesa y en francés) y se referirán al mensaje del 25. Nuestro próximo Direct será el 26 de junio. El Direct del 3 de junio puede verse en el siguiente link:
https://www.enfantsdemedjugorje.fr/21h00-direct-du-3-juin-2020-message-des-2-septembre-et-3-septembre-2008/

Querida Gospa, ¡qué felicidad saber que estás con nosotros! ¡Tu Corazón Inmaculado es verdaderamente nuestro refugio seguro!

Sor Emmanuel +
(Comunidad de las Bienaventuranzas)