Mensaje del 25 de Agosto de 2001

Queridos hijos, hoy los invito a todos a decidirse por la santidad. Que para ustedes, hijitos, la santidad esté siempre en primer lugar en sus pensamientos y en cada situación, en el trabajo y en las palabras. Así, la pondrán en práctica poco a poco, y paso a paso la oración y la decisión por la santidad entrarán en sus familias. Sean verdaderos con ustedes mismos y no se aten a las cosas materiales sino a Dios. Y no olviden, hijitos, que la vida de ustedes es pasajera como una flor. Gracias por haber respondido a mi llamado.

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