Mensaje del 25 de Diciembre de 1997

Queridos hijos, hoy nuevamente me alegro con ustedes y los invito al bien. Deseo que cada uno de ustedes medite y lleve la paz en su corazón y diga: “¡Yo quiero poner a Dios en el primer lugar en mi vida!”. Será así, hijitos, que cada uno de ustedes llegará a ser santo. Hijitos, díganle a cada uno: “Yo te deseo el bien” y él ha de responder con el bien y el bien, hijos queridos, habitará en el corazón de cada hombre. Esta noche, hijitos, les traigo el bien de mi Hijo que dio su vida para salvarlos. Por eso, hijitos, alégrense y extiendan las manos hacia Jesús, que es sólo bien. Gracias por haber respondido a mi llamado.