Mensaje del 25 de Marzo de 2001

Queridos hijos, hoy también los invito a abrirse a la oración. Hijitos, viven en un tiempo en que Dios les da grandes gracias, y ustedes no saben aprovecharlas. Se preocupan de todo lo demás, menos del alma y de la vida espiritual. Despierten del sueño cansado de su alma y digan a Dios con todas sus fuerzas: Sí. Decídanse por la conversión y la santidad. Estoy con ustedes, hijitos, y los invito a la perfección de su alma y de todo lo que hacen. Gracias por haber respondido a mi llamado.

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