Mensaje del 25 de Octubre de 2001

Queridos hijos, también hoy los invito a orar con todo el corazón y a amarse los unos a los otros. Hijitos, ustedes han sido elegidos para testimoniar la paz y la alegría. Si no hay paz, oren y la recibirán. Por medio de ustedes y de su oración, hijitos, la paz comenzará a fluir en el mundo. Por eso, hijitos, oren, oren, oren porque la oración obra milagros en el corazón de los hombres y en el mundo. Yo estoy con ustedes y doy gracias a Dios por cada uno de ustedes que ha acogido con seriedad la oración y la vive. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!

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