Mensaje del 31 de Octubre de 1985

Queridos hijos, hoy los invito a trabajar en la Iglesia. Los amo a todos por igual y deseo que todos trabajen según su propia capacidad. Yo sé, queridos hijos, que ustedes pueden hacerlo pero que no lo hacen porque se consideran limitados e insignificantes para esas cosas. Sean valientes y ofrezcan pequeñas flores a la Iglesia y a Jesús, para que todos se sientan contentos. Gracias por haber respondido a mi llamado.