Scott O’Grady, un piloto de guerra de la OTAN cuyo avión fue derribado en Bosnia en junio de 1995, fue rescatado tras una exitosa operación en la que formaron parte más de 40 aviones y helicópteros con 100 soldados y algunos de los mejores estrategas militares de la OTAN.
Tras su regreso a Estados Unidos, escribió un libro sobre los horrores que vivió después de que los serbios bosnios disparasen a su F-16. Describiendo sus sufrimientos y el hambre, sed, frío y miedo que vivió a lo largo de muchos días escondido esperando ayuda en los bosques de Bosnia en su libro HONORED RETURN (honor devuelto), también revela un interesante detalle que es el de más importancia de toda la operación de rescate.
“El tercer día de estar escondido, pensando cómo la supervivencia es el primero de todos los test espirituales, experimenté algo maravilloso e irrepetible. De repente, en la quietud de mi escondite, me acorde de los relatos de un amigo de mi madre que había visitado Medjugorje antes de que la guerra estallara en Bosnia. Medjugorje es un pequeño lugar al sur del país donde se da testimonio de las apariciones de Nuestra Señora. Esa tarde, me volví a Nuestra Señora en oración. Inmediatamente sentí su presencia. Se volvió más y más clara y palpable hasta el momento en que la vi. Es difícil de describir en palabras. La visión venía a través de la fuerza de mis sentimientos y ese sentimiento era extremadamente cálido, lleno de felicidad y paz.
Existía alguien que rezaba y esperaba mi vuelta a casa. Esa visión fue lo más importante que me pasó en Bosnia. Me dio el coraje de aguantar en los momentos más difíciles”.
A través de su libro, el piloto americano hizo pública su propia declaración después de la operación rescate: “Nuestra Señora de Medjugorje me salvó”.
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