Reports Padre Jozo

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Meditación del Padre Jozo sobre el mensaje del 25 de Noviembre de 2009

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje el 25 de noviembre de 2009

“¡Queridos hijos! En este tiempo de gracia, os invito a todos a renovar la oración en vuestras familias. Preparaos con alegría para la venida de Jesús. Hijitos, que vuestros corazones sean puros y acogedores, para que el amor y el calor comiencen a fluir a través de vosotros, en cada corazón que está lejos de Su amor. Hijitos, sed mis manos extendidas, manos de amor para todos aquellos que se han perdido, que ya no tienen fe ni esperanza. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

Muchas veces hemos oído hablar de que la Iglesia proclama un año de gracia, o de un lugar donde pueden obtenerse, por medio de la oración, gracias especiales. Ciertamente existen tiempos de gracia y lugares de gracia.
El tiempo de Adviento es un tiempo de gracia para la Iglesia. En ese tiempo, a través de la oración, el ayuno y los sacramentos, la Iglesia concede gracias especiales.
En el Adviento, la Iglesia entera está llamada a esperar velando al Rey que viene, esperar a Jesús.
Para que la Navidad sea un bendito y alegre encuentro con nuestro Salvador, la Reina de la Paz nos invita a la oración en familia. ¿Por qué?
La Navidad es una fiesta familiar y no hay experiencia de la Navidad sin una familia cristiana y la Iglesia. La Navidad no es un acontecimiento privado, sino un don a la familia. La familia está llamada, a través de las misas matutinas y los sacramentos, a purificar los corazones y a llenarlos de amor, para que sean dignos de la venida de Cristo. Tener un corazón puro para Jesús no es una teoría abstracta, sino la praxis diaria.
Hoy, desgraciadamente, muchos han abandonado el camino del Amor y la preparación cristiana para la Navidad. La Virgen nos da la tarea de obtener, por medio de la oración y del ayuno, su conversión. La Madre nos necesita. Pide que seamos Sus manos extendidas, las manos de amor que recogerán los corazones y las almas perdidas, para llevarlos a Jesús.
Hay quienes lo han perdido todo, porque han perdido la esperanza, la fe y la caridad. ¿Cómo ayudarles a que recuperen la felicidad y la paz perdidas? La Madre nos dice que eso puede suceder por medio de Sus apóstoles, y esos somos nosotros, los que con nuestra propia vida damos testimonio de Sus mensajes. Nosotros somos Sus manos maternales que traen: el remedio, el consuelo, la esperanza, el aliento…
Respondamos a la llamada de la Madre. Que este Adviento sea un tiempo gozoso de gracia para todo hombre!

Este mes pediremos por las siguientes intenciones:

1. Por todas las familias cristianas para que renueven la oración. Pediremos por nuestro grupo de oración para que seamos un corazón con la Madre, que estemos unidos en la oración por la conversión del mundo.

2. Por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Pediremos por los sacerdotes para que pacientemente y con amor se aproximen a los penitentes, que en ellos reconozcan al hermano y al prójimo.

3. Por los videntes y todos los peregrinos que buscan a Jesús, para que lo encuentren en Medjugorje.

Hermandad de la Visitación

Meditación del Padre Jozo sobre el mensaje del 25 de Octubre de 2009

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje el 25 de Octubre del 2009

“¡Queridos hijos! También hoy os traigo mi bendición y os bendigo a todos, y os invito a crecer en este camino que Dios comenzó, a través de mí, para vuestra salvación. Orad, ayunad y testimoniad alegremente vuestra fe, hijitos, y que vuestro corazón esté siempre colmado con la oración. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

En el tiempo actual, cuando nos sentimos tan impotentes ante las tremendas crisis, violencia, robo e inmoralidad, nos ha llegado el mensaje que comienza con las palabras: “¡Queridos hijos, os traigo mi bendición!” Es parecido al mensaje del capitán del barco o del avión que en los momentos de peligro se dirige a los viajeros asustados con las palabras: ¡no tengáis miedo, estamos a salvo!
Dándonos su bendición, la Virgen nos invita a crecer en el camino comenzado. Ese camino no es una teoría de la fe, de Dios, de los sacramentos, de la oración y ayuno, sino la vida cotidiana, una práctica diaria que nos lleva a la salvación. El camino sin meta y hacia lo desconocido crea inseguridad en el corazón humano. Por tanto, necesitamos de esa seguridad, necesitamos de la ayuda de la Madre, de su consuelo y enseñanza.
Una vez más la Virgen acentúa lo que nosotros podemos y tenemos que hacer de nuestra parte: dar testimonio alegre de la fe. Y eso lo puede solamente aquel que vive según la fe. Eso incluye la oración y el ayuno, y la renuncia de toda índole. Los programas que hoy, a través de los medios de comunicación, nos lanzan ciertos grupos políticos, económicos y otros, promueven una falsa libertad a través de la violencia, del placer y un egoísmo ciego. De esa manera nuestra generación ensalza unos personajes negativos como ejemplos e ideales.
Esos programas y sus contenidos están en conflicto con la naturaleza del hombre y de la fe que nos fue dada, revelada y que anuncia la Iglesia. En estas circunstancias desesperadas, la fe y el creyente tienen mucho que dar a su generación. El no se pone al lado opuesto, más bien ilumina alegremente la oscuridad de los tiempos. El no critica ni maldice, mas bien difunde la esperanza que vive en su corazón. El creyente es aquel que conoce el camino y que tiene una tarea privilegiada – dar testimonio del camino recto con su propia vida.
Eso no se puede hacer por dinero o por formación, por prestigio, sino por el amor alegre y la fe responsable. Así lo hicieron los santos en su época y en su generación. Así lo hizo san Francisco también hace 800 años, cuando el mundo estaba lleno de guerras, fuego, inquietud y desesperación. Todos esos horrores fueron superados por la voz de un hombre pequeño, pero poderoso que dejó todo, porque había encontrado a Jesús. Un enamorado de Jesús que se hizo pacificador y constructor de nuevas relaciones en la sociedad y la Iglesia.
¡¡El tiempo de hoy es tan parecido al de san Francisco!! ¿Quién puede ayudar hoy? Únicamente aquel que ora, que imita a Jesús y a san Francisco, a los santos. Por tanto estamos agradecidos por la llamada de la Madre y su enseñanza: “que nuestro corazón esté siempre colmado de oración”. Somos afortunados porque nosotros como grupo de oración hemos respondido a la llamada de la Gospa, la Reina de la Paz, y porque día y noche intentamos, con más amor aun y fervor, responder con nuestra propia vida a su llamada y a los mensajes.

Este mes pediremos por las siguientes intenciones:
1. Por el santo padre el Papa Benedicto que en este periodo se encontrará con los responsables de Medjugorje, para que el Espíritu Santo los guíe e ilumine y que sin ningún peso conozcan Medjugorje como don a la Iglesia y signo de este tiempo.
2. Por todos los miembros de la Hermandad, para que sigamos dando testimonio con alegría y amor. Por todos aquellos que tal vez se han cansado y pensado que no pueden seguir ayunando y rezando, para que reconozcamos que no existe otro camino y con un amor entusiasta renovemos el ayuno y la oración.
3. Por los videntes, para que fielmente y valientemente den testimonio de los mensajes con su palabra y vida, y de la presencia de la Virgen en Medjugorje. Por todos los peregrinos, para que encuentren lo que han perdido; que descubran lo que no habían vivido; que amen lo que no conocían: a Jesús y a su Iglesia.

Hermandad de la Visitación

Meditación del Padre Jozo sobre el mensaje del 25 de Septiembre de 2009

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje el 25 de Septiembre del 2009

“¡Queridos hijos! Trabajen con alegría y arduamente en su conversión. Ofrezcan todas sus alegrías y tristezas a mi Corazón Inmaculado para que los pueda conducir a todos a mi Hijo bien amado, de modo que, en Su Corazón, encuentren la alegría. Estoy con ustedes para enseñarles y conducirles a la eternidad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”.

La llamada a la conversión es la llamada fundamental de los mensajes de la Virgen. ¿Qué es la conversión? El tema de la conversión se puede contemplar desde varios puntos de vista. La imagen más conocida para nosotros con seguridad es la parábola del regreso del hijo prodigo (Lc 15,11-32). Llegado al conocimiento del sinsentido de sus planes y caminos, el hijo decide volver al padre, contando con su amor y misericordia. El encuentro con el padre y con su amor inconmensurable cambia su vida desde la raíz. El hijo, nuevamente llega a ser un hombre feliz y bendecido.

¡El sentido y la llamada fundamental de la conversión es el regreso! El regreso a sí mismo, es decir a la imagen a la cual fui creado. La conversión es la vuelta a la misión y al camino que Dios ha predestinado para mí. La vuelta a la propia alma y conciencia de la que me he alienado y ya no puedo ser. ¡La conversión es la vuelta de la verdadera esperanza, fe y alegría; en Dios, en la vida, en los hombres, en el sentido de la existencia! La conversión es la vuelta en el abrazo de Dios. La vuelta a su Sacratísimo Corazón del cual nacimos.

En este mensaje, la Madre nos recuerda que su Sacratísimo Corazón es la “puerta del cielo”, el único camino que lleva a Jesús. Por tanto, nos invita con ese calor maternal que en su Corazón sumerjamos nuestros pecados, debilidades, dolores, fracasos, decepciones… Porque su Amor puede vendar nuestras heridas y guiarnos hacia el Corazón de Jesús, en el que encontraremos la plenitud del amor, de la alegría y de la paz.

El Corazón de Jesús ha empezado a vivir bajo el Corazón de María. Con el mismo amor con el que amó y educó a Jesús, la Virgen nos ama a nosotros también. Esta con nosotros para “enseñarnos y guiarnos hacia la eternidad”. Que nos incite a animarnos y a levantarnos de este barro de lo pasajero y volver al Padre.

Intenciones por las que orar este mes son:
1. Recuperar la oración vespertina en nuestras familias, para que reinen la paz y la bendición en nuestras familias.
2. La oración diaria del Rosario, para que a través del mes de octubre y sus devociones podamos volver a la oración del Rosario.
3. La consagración diaria de nosotros mismos y de nuestras familias al Inmaculado Corazón de María.

Hermandad de la Visitación

Meditación del Padre Jozo sobre el mensaje del 25 de Agosto de 2009

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de Agosto del 2009

“¡Queridos hijos! Hoy los invito nuevamente a la conversión. Hijitos, ustedes no son suficientemente santos y no irradian santidad a los demás, por eso oren, oren, oren y trabajen en la conversión personal para que sean signos del amor de Dios para los demás. Yo estoy con ustedes y los guío hacia la eternidad, que cada corazón debe anhelar. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”.
La llamada a la conversión, que es la condición previa para la santidad con la que está escrutado éste mensaje, nos es conocida desde antes. En el momento cuando los discípulos desean discutir con Jesús sobre quien es más grande en el Reino de Dios, Jesús les enseña que los más grandes son los conversos y que la conversión, es la condición para la convivencia con Jesús en el Reino de Dios. Durante 28 años, la Virgen nos llama a la conversión. Sólo en la oración podemos comprender y aceptar la llamada a la conversión. Porque, precisamente en la oración, en el encuentro con Cristo, quedamos escrutados con la necesidad del cambio de nuestro ser y de la unión con Cristo.
Convertirse significa volver a su alma, a su ser, a la imagen a la que me ha creado Dios, y esa es la imagen de la santidad.
Sed santos porque yo soy santo, dirá Jesús, y esta llamada suya debe ser una inspiración permanente para nosotros. Hoy la Iglesia celebra a Santa Mónica, que con su entregado amor maternal, ha obtenido por medio de la oración la conversión de su hijo al que veneramos como san Agustín.
Ha que orar para obtener la santidad. Ese es el reflejo de nuestra existencia espiritual con Cristo. Hay que escuchar y aceptar con responsabilidad este mensaje con el que la Madre nos invita a la conversión. Porque, mientras no nos convirtamos, no podremos ocuparnos de la conversión de los demás y ser el signo del amor de Dios en el mundo.

Por tanto, este mes, pediremos por las siguientes intenciones:
1. Por el don de la conversión personal.
2. Por el don de la apertura a Jesús y a los impulsos del Espíritu Santo.
3. Por el don de la oración, para que todos los miembros de nuestra familia orante sean, a día de hoy, el ejército de María, que con el Rosario en la mano obtendrá, por medio de la oración, la paz y la bendición al mundo entero.

Hermandad de la Visitación

Meditación del Padre Jozo sobre el mensaje del 25 de julio de 2009

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje el 25 de julio de 2009

“¡Queridos hijos! Que este tiempo sea para ustedes un tiempo de oración. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

Nos encontramos ante un breve mensaje de la Virgen y tal vez nos intriga más su brevedad de la misma llamada. Pero, si pensamos un poco más profundamente, reconoceremos que en este mensaje están contenidos todos los mensajes que la Reina de la Paz ha dado en los últimos 28 años.

Es evidente que, ni después de tanto tiempo, hemos comprendido la importancia y la finalidad de la oración. De modo que para algunos la oración se ha convertido en una fórmula pronunciada de memoria, que recitan sin ser conscientes de la importancia y la belleza de esas palabras. Para algunos, la oración se ha convertido en una obligación, que cumplen en un tiempo exactamente determinado, y con un ritual arraigado. Pero hay aquellos para los que la oración ha llegado a ser una carga, y ellos mismos se han convertido en la carga para los demás porque no viven lo que oran.

La Virgen habla del “tiempo de oración”. Nos invita a que de nuestra hora, día, momento, hagamos el tiempo de oración.

¡No podemos reflexionar sobre esta llamada, sin definir lo que realmente es la oración!
– La oración es la búsqueda de Dios.
– La oración es el diálogo con Dios.
– La oración es la entrega a Dios.
– La oración es la consagración a Dios (de uno mismo y de los demás).
– La oración es la amistad con Dios.
– La oración es la convivencia con Dios.
– La oración es el cántico a Dios.
– La oración es el magníficat de Dios.
– La oración es “llenar las tinajas vacías” como en Cana, y Jesús hace milagro.
– La oración es “el lugar y el tiempo” de la transfiguración – el Tabor.

La llamada “que este tiempo sea el tiempo de oración”, es la llamada a que vivamos nuestro tiempo con Dios, sumergidos en Él. Y que viviendo la experiencia del encuentro con Él, nos convirtamos en la bendición para los demás. ¡El cristiano es un hombre feliz, porque tiene algo para dar! Estamos llamados a reconfortar a los fatigados, consolar a los afligidos, vendar a los enfermos, alimentar a los hambrientos,… Para poder responder a esa llamada – debemos rezar, llenar nuestro tiempo con Dios y con las bendiciones que nos da abundantemente.
Escrutando nuestro tiempo con Dios, nosotros introducimos a Dios en el tiempo y el espacio de nuestra generación, y así la gente queda bendecida. Escrutando nuestro tiempo con Dios, quedamos iluminados, y nos hacemos faros que enseñan el Camino recto.

Nuestras intenciones para este mes:
1. Pedimos por el don de un corazón puro y abierto, para que Dios pueda habitar en él.
2. Pedimos por los dones del Espíritu necesarios, a fin de que podamos vivir la Buena Nueva y escrutar con alegría el tiempo en el que vivimos.
3. Pedimos por los jóvenes que se han reunido en el Festival de Jóvenes en Medjugorje. Oremos para que ellos sean el ejército de María y de de los alegres seguidores de Cristo, y testimonien que en nuestro tiempo, se puede ser discípulo y testigo de Jesús.

Hermandad de la Visitación

Meditación del Padre Jozo sobre el mensaje del 25 de Mayo de 2009

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje el 25 de mayo de 2009

“¡Queridos hijos! En este tiempo, los invito a todos a orar por la venida del Espíritu Santo en cada criatura bautizada, para que el Espíritu Santo los renueve a todos y los conduzca por el camino del testimonio de vuestra fe, a ustedes y a todos aquellos que están lejos de Dios y de Su amor. Yo estoy con ustedes e intercedo por ustedes ante el Altísimo. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

ORAD POR LA VENIDA DEL ESPIRITU SANTO

Jesús, antes de la Ascensión, dijo a sus discípulos que no se fueran de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre, porque recibirán la fuerza del Espíritu Santo y serán sus testigos no solo en Jerusalén, sino hasta los confines de la tierra. Y dicho esto, Jesús fue levantado al Padre (Hch 1,4-9). Los discípulos y los apóstoles se preparaban con la oración para esa venida. Ellos no estaban solos, con ellos estaba María, la madre de Jesús. De todos los presentes, solamente ella tenía la plenitud del Espíritu Santo que la cubrió en la concepción de Jesús, y seguramente alentaba a los discípulos que no tuvieran miedo y los animaba a la oración perseverante. Antes de la venida del Espíritu Santo, los apóstoles y los discípulos eran temerosos, estaban llenos de miedo. Cuando el Espíritu Santo bajo sobre ellos, ellos cambiaron y de unos discípulos temerosos se convierten en los testigos valientes de Cristo. Dan testimonio de lo que han visto y oído mientras estaban junto con Jesús. El fuego del amor y de la verdad que se prende en ellos, les anima a empezar inmediatamente el anuncio de la Buena Nueva.

En el mensaje del 25 de mayo de 2009, Nuestra Señora nos invita a nosotros también a orar por la venida del Espíritu Santo sobre cada criatura bautizada. Nosotros, en el bautismo nos hicimos hijos de Dios y entramos en la comunión con Jesús y con su obra redentora. Nuestra Señora nos invita a la oración, porque la oración es el medio con el que se abren nuestros corazones para que en ellos pueda actuar el Espíritu de Dios. Toda apertura al Espíritu Santo nos lleva a una renovación espiritual de la vida y nos empuja a dar testimonio de nuestra fe. Nosotros, los cristianos, estamos llamados a ser portadores del mensaje de Dios, de la palabra de Dios en este mundo, y a proclamar las obras del amor de Dios. En eso nos ayuda María, nuestra madre e intercesora, que es la maestra de la oración al Espíritu Santo. Junto con María oremos para que el Espíritu de la Verdad y del Amor obre en nosotros y en nuestro entorno, que nos enseñe y fortalezca para que podamos vivir una vida nueva según la voluntad de Dios.

Pediremos:

1. Por la Santa Iglesia Católica y sus pastores, para que guiados por el Espíritu Santo lleven la Buena Nueva hasta los confines de la tierra.

2. Por el p. Jozo, por todos los directores espirituales y por todos los miembros de la hermandad “Visitación”, para que vivamos nuestra fe y los dones del Espíritu, y así seamos testigos del amor de Cristo en el mundo.

3. Por los cristianos apartados, tanto como por los que no están bautizados, para que Dios, con su amor, los lleve a la comunión de la Iglesia.

Meditación del Padre Jozo sobre el mensaje del 25 de Abril de 2009

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de abril de 2009

“¡Queridos hijos! Hoy os invito a todos a orar por la paz y a testimoniarla en vuestras familias, a fin de que la paz se convierta en el tesoro más grande en este mundo sin paz. Yo soy vuestra Reina de la Paz y vuestra Madre. Deseo conduciros por el camino de la paz que solamente proviene de Dios. Por eso, orad, orad, orad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

El hombre, como imagen de Dios, necesita y busca la paz. Si intentáramos sin Dios definir la paz, no lo conseguiríamos. La paz fuera de Dios y del hombre es una idea vacía. Cuando el Señor Resucitado da su paz a sus discípulos, ellos, como todos los demás, lo reconocen en sus propios corazones, pensamientos y sentimientos. El hombre lleno de paz en todo, reconoce a Dios y su belleza. Está atento de sus palabras, vela sobre sus deseos y los controla eficazmente.
El hombre lleno de paz tiene calma, un don para todos con los que trabaja, vive y habla.
El hombre que tiene paz tiene la sonrisa que tanta falta hace a este mundo, tiene esperanza que irradia en toda su vida. Las familias y los individuos que tienen paz, no tienen la necesidad de usar palabras que pesan ni acciones dudosas. Todo a su alrededor y en su interior está en una profunda armonía.
El hombre que tiene paz, guarda como el arca el rostro de Dios entre los hombres, vive la bondad y la calma. Es un hombre rico y feliz del que no nos olvidamos, que nunca nos pesa ni nos resulta vacío, aburrido, etc.
El deseo de la Virgen es que la paz llegue a ser nuestra mayor riqueza. ¿Somos acaso conscientes de lo que eso significa? Como generación, poseemos la técnica sofisticada, pero no tenemos paz. Como generación, tenemos grandes riquezas, pero no tenemos la paz. Tenemos la ciencia muy desarrollada y todo tipo de protección, pero no tenemos la paz. ¿Qué le sirve al hombre pasar de un continente al otro en un solo día, si no lleva la paz, si no tiene paz? Demos gracias a la Gospa porque nos enseña que ese don de Dios es nuestro mayor tesoro. Sin él, no estamos seguros y somos pobres.
Cuando el Salvador deja su cuerpo y su sangre, en la Eucaristía, la Iglesia sabe qué hacer con ese don inconmensurable. Lo celebra y vive de él. Cuando el Salvador deja su Palabra, la Iglesia sabe qué y cómo con ella. La anuncia haciéndola viva y viviéndola. Vive de ella. El Salvador Resucitado deja su paz que es nuestra naturaleza y nuestra necesidad. Y como cristianos y la Iglesia, ¿qué es lo que somos obligados a hacer por la paz? ¿¡Cómo guardarla, construirla y mediarla a los demás!? No es fácil responder a ello. A veces nos parece que la paz es un valor y categoría que pertenece a la razón. Que la paz es un valor intelectual. Hay que comprender que la paz es un don de Dios. El hombre necesita tener las condiciones para recibir ese don y vivirlo. Poner su voluntad en armonía con la voluntad de Dios es la primera condición. Eso significa que debo renunciar a mí mismo, a mi YO, a mi naturaleza soberbia y comenzar finalmente a imitar a Jesús y a los santos. Eso no es un suplemento a nuestra vida, sino su esencia. Es lo que no renunciamos ni en las desgracias, ni en las persecuciones. Es una gracia que nos da alegría, fortaleza y seguridad en nuestro camino. Desde el corazón que tiene paz fluye una oración maravillosa como el agua de la fuente. El alma que lleva paz en todas las situaciones, orara con esperanza, como Jesús: “Padre, que sea tu voluntad”.
Igual que podemos perder los dones terrenos, del mismo modo podemos perder los espirituales. Es decir, podemos perder la paz. Nuestro pecado mortal, nuestro odio, nuestro deseo de venganza y todo nuestro deseo desordenado, es la peste que desarraiga la paz. Nos convierte en el desierto. La paz en nosotros, en nuestra familia, la paz en nuestra Iglesia, la paz en el mundo y entre los pueblos, es un don por el que la Iglesia ora desde los mismos comienzos hasta el día de hoy. Desgraciadamente, muchas de nuestras familias han perdido toda la paz y toda armonía. ¿Por qué? Con el cese de la oración en familia, desaparece la paz. Con el cese de la oración, desaparece la Misa, desaparece el domingo. Cuan espantoso es escuchar a algunos políticos y hombres de negocios, tanto como a los hombres de los medios de comunicación, a los que les da pena porque el domingo, el día del Señor, es un día legalmente no laborable, un día de descanso, un día de familia, un día de oración, un día de encuentro con Dios. Les parece que el país pierde mucho porque festeja el domingo. Ese pensamiento y postura son fruto de la infidelidad. Es la postura del hombre que no ora. Ese hombre vive como si no necesitara a Dios. ¿Cómo puede tener paz un corazón que le roba y le quita a Dios lo que es divino? ¿Cómo puede tener paz aquel que piensa que la paz es un valor que se adquiere con dinero? La gracia de la paz no depende del dinero. Con dinero podemos comprar un traje, pero no la paz. Con dinero podemos comprar la casa y el coche, pero no la paz. Por ello nos advierte la Reina de la Paz, cómo es nuestro deber de testimoniar y demostrar la riqueza de la paz a nuestra familia. La Iglesia está llamada y enviada a enseñar a todos dónde está la paz y cómo encontrarla, cómo mantenerla y hacerla fructífera.
La paz es la mayor riqueza y no pertenece sólo a algunos, como las riquezas terrenas, sino a cada hombre, a cada corazón, a cada familia. Los valores que Dios da al hombre no se pueden comprar, son sencillamente el don de Dios a cada hombre. Por ello, cada uno de nosotros es responsable de esas gracias.
“Yo soy vuestra Reina de la Paz y vuestra madre”. Esa palabra es tan necesaria y maternalmente cálida y cercana a todos, y especialmente a aquellos que han perjudicado su paz, que juzgan a los demás porque la han perdido, que ya no saben cómo llegar a ella… Nuestra Reina de la Paz ha inspirado a todas las razas, ha despertado y movido a los hombres de todos los continentes y de todos los pueblos para que vayan a ella. Ella conoce el camino hacia la paz. Ella sabe qué es lo que necesitamos. Ella sabe sin qué se ha quedado nuestro corazón, y por qué se ha vuelto tan inquieto, sin calma, vengativo, maldito.
Yo soy la Reina de la Paz y vuestra madre. Sí, ella tiene la paz y ella, como madre, educa a sus hijos para la paz. “Deseo guiaros por el camino de la paz…”. Sí, esa es ella. La madre tiene un fuerte deseo de llevarnos al camino de la paz. Es el camino de Dios por el que camina el pacificador. Los que trabajan por la paz, los buscadores de la paz, son los hijos de Dios, dijo Jesús en el Monte de las Bienaventuranzas.
Sí, únicamente la madre educa a los hijos en ese ambiente de los principios de Dios que son la garantía de la paz. Tantas veces se nos han ofrecido falsos guías en nuestros caminos de la vida, falsos maestros, falsos programas, falsos fines… Por eso los caminos humanos, muy a menudo, nos desesperan. Pero el camino de Ella, el camino de Dios, es nuestra paz, felicidad y toda bendición. Y ¿Cómo compaginar todo esto? Sólo con la oración. Perseverante y entregada. La oración es el camino hacia la paz. La oración tiene sus frutos. Uno de los más grandes es la paz y la calma. La paz no es solamente la ausencia de la guerra, de las armas, de la enfermedad, de la pobreza, etc. Aunque a veces pensemos así. La paz es el don por el que podemos orar. La paz es la gracia que podemos fortalecer a través de la oración. Repitiendo esa triple llamada poderosa a la oración, la Reina de la Paz quiere acentuar: Este es el camino y no hay otro. Nuestra querida Madre, ¡Te hemos comprendido y Te obedeceremos!

Este mes pediremos por las siguientes intenciones:
1. Por todos los miembros de nuestra gran familia – la Visitación –, que se reunirá en su encuentro anual. Que esos sean nuestros Pentecostés, una nueva fuerza para la futura vida de la fidelidad a la Reina de la Paz. Viviendo sus mensajes cambiamos a nosotros mismos, a la Iglesia y a todo el mundo.
2. Por los videntes, los parroquianos, los sacerdotes, tanto como por todos aquellos con los que cuenta la Virgen, que sean fieles y perseverantes. Que, como apóstoles, vivamos abandonados a la voluntad de Dios y llevemos la paz, testimoniemos la paz en este mundo sin paz.
3. Por todos los peregrinos que en este tiempo saldrán al encuentro con la Madre, que encuentren la gracia necesitada. Que los enfermos sanen, que los pecadores se confiesen y conviertan al camino de la fe. En este año de San Pablo, San Francisco y San Domingo oremos por las vocaciones espirituales y sacerdotales. Que la Iglesia tenga siempre, y especialmente en estos tiempos, unos pastores santos y fieles.

¡Mis queridos hermanos y hermanas! Perseverad en vuestra vocación. No os olvidéis que prometimos vivir los mensajes y testimoniarlos con la vida. Hoy es tan importante y actual el apostolado de la Iglesia. No permitáis que os confundan las pruebas y desgracias. Al contrario, con aun más fuerza y fervor adhirámonos a la Madre. Este es nuestro tiempo, el tiempo de los que confían y aman a su Jesús y a su Madre. Oro por todos vosotros y os encomiendo a la bondad de Dios.

En Siroki Brijeg, al 29 de abril de 2009.
fra. Jozo Zovko o.f.m

Meditación del Padre Jozo sobre el mensaje del 25 de Marzo de 2009

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de marzo de 2009

“¡Queridos hijos! En este tiempo de primavera, cuando todo se despierta del sueño invernal, despertad también vuestras almas con la oración para que estéis dispuestos a recibir la luz de Jesús resucitado. Que Él, hijitos, os acerque a su Corazón para que podáis estar abiertos a la vida eterna. Rezo por vosotros e intercedo ante el Altísimo por vuestra sincera conversión. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

¡Mis queridos hermanos y hermanas!
Queridos miembros de nuestra gran familia de oración. Estamos muy profundamente en la cuaresma. El programa de la cuaresma es el deseo de la Iglesia que intenta interpretar la llamada de Cristo y la voluntad de conversión, un cambio radical de vida. Hay que morir a sí mismo, hay que salir del hombre viejo. Es la mortificación que día tras día nos dirige hacia el Señor resucitado, para que podamos caminar en la luz y la esperanza que le vamos a reconocer vivo, como los apóstoles, en su Palabra, en los sacramentos, a través de nuestra oración humilde.
La Reina de la Paz, sin miedo, toma la imagen de la naturaleza: la imagen de la primavera. El invierno en la naturaleza ha ahogado el aspecto externo de la vida. El invierno no permite ningún tipo de vegetación. A primera vista, todo esta negro y muerto en invierno. Los árboles deshojados no dan señales de vida. Por fuera no se nota la diferencia entre el árbol vivo y el muerto. Todos son parecidos, casi iguales. Y no es así realmente. Los árboles vivos están vivos también en las condiciones invernales. Esa vida esta escondida a la vista, pero es real. Y eso lo descubre mejor la primavera. Después de los meses de invierno aparece el sol y cada día se queda más en nuestro cielo. Sus rayos, con su calor, despiertan la vida adormecida en cada árbol, en cada semilla. Esa tendencia de girar hacia el sol es una característica de cada semilla viva, incluso de la más pequeña, y de su tierno germen, que lo despierta y dirige para que crezca hacia el sol. Su raíz se queda en la tierra, y el tallo crece hacia el sol.
En nuestros corazones hay un anhelo escondido hacia Dios. En nuestra alma, un deseo intenso hacia Dios vivo. Y como la naturaleza se despierta del sueño y paz invernal, así la Reina de la Paz quiere que nosotros despertemos para una vida nueva.
Jesus – Señor y Dios resucitado – es nuestro sol al que buscamos y anhelamos irresistiblemente. Todos le buscamos y necesitamos. ¿Es posible esperar la pascua y permanecer dormido, con sueño? Sí, puede suceder fácilmente. Y ¿Cómo despertar y volverse hacia sí mismo? Eso es imposible sin una conversión sincera. La conversión no puede suceder sin la oración constante y humilde. Para que en este tiempo sagrado de la Pascua podamos despertar, observemos las imágenes de la primavera. Cada yema es una historia de la vida sin contar. Cada germen, cada flor es un signo maravilloso ante nuestros ojos.
El hombre intenta a menudo, imitando la naturaleza, hacer flores, hojas, frutos, etc. Observando desde lejos estas imitaciones hechas por el hombreo, tienes la impresión de que están vivas. Pero en cuanto lo toques con los dedos y observes de cerca, te darás cuenta de que es una imitación. Está sin vida. Solo Dios crea y da vida. Solo Él la renueva. Por ello, somos responsables de nuestras vidas. Estamos llamados a dar frutos. Y no podemos sin Dios. Es una gracia de Dios ser un cristiano fructífero. Eso no es una imitación de la santidad, del amor, de la bondad, sino un don de Dios dado a cada uno de nosotros. Aprende de las flores. Aprende de las criaturas más pequeñas y te enseñarán. Todo es milagro y todo habla de Él –su Creador. ¿Cómo es posible despertar en este tiempo de primavera, que escrutan la gracia y la luz pascual? Solo con la actividad interior. Empecemos con oración. Preparémonos con oración para la Pascua y el encuentro con Jesús.
Estos días todas las iglesias están llenas. Cada fiel quiere dejar su pecado, porque piensa: nuestro pecado es la verdadera muerte. Verdaderamente es nuestra muerte. Confesarse arrepentido y, como el hijo pródigo, decidir volver al padre. ¿Quien es el hijo prodigo, y quien el padre? El pecador es el hijo prodigo, y el padre es Dios misericordioso que nos espera. Él no duerme. Él nos espera velando. Y siempre le conmueven nuestras lágrimas y es sensible a ellas. A nuestro arrepentimiento, a nuestra decisión de permanecer fiel al Padre.
A través del sacramento de la reconciliación, el Padre bondadoso y misericordioso nos abraza y nos introduce en su banquete. Ese banquete es la Santa Misa. La comunión pascual, que desde al Concilio de Letrán es un mandamiento de la Iglesia, es nuestro deber: alimentarse con la gracia de Dios, el alimento de la inmortalidad. Es la luz que brilla de las fuentes divinas. El cristiano, liberado de la muerte, saciado con la vida eterna e inmortal, recibe la luz de Jesús resucitado. Jesús se ha hecho hombre, ha muerto y resucitado solo para que todos los hombres se salvaran.
Esa verdad de la salvación y nuestra redención, nos lleva hasta su Corazón traspasado, del que lo hemos recibido todo. Tomás, ese apóstol afortunado, poniendo su mano en el Corazón traspasado cayó de rodillas y, con arrepentimiento por toda su incredulidad, confesó: “¡Tú eres mi Dios y mi Señor!”. Y desde ese encuentro empieza su nueva vida.
Eso le sucede a cada uno de nosotros cuando nos arrodillamos en el confesionario y, golpeándonos el pecho, encontramos la gracia y Su salvación. Esa es la luz de la resurrección y Su paz, la verdad que nunca pasa, que nunca pierde valor, porque es divina. Me abro a esa gracia y ella me asegura la vida eterna. Es decir, mi Dios está vivo, resucitó de los muertos y Él es mi paz. Él es mi vida eterna. Ya aquí, Él ha puesto en nuestra alma ese anhelo de la eternidad –de buscar la luz y de que nos giremos hacia ella. Ese no es un vacío deseo nuestro, o una frase de algún predicador poco elocuente, sino la verdad de Su Resurrección.
La Reina de la Paz ora por nosotros y por nuestra conversión, es decir, por la primavera de nuestra fe. ¡Despertemos y sigamos despertando a los demás, y preparémonos para el encuentro con El! Aquí tenemos a las vírgenes sabias como la moraleja. Ellas guardaron tanto las lámparas como el aceite, esperaron despiertas al Esposo y a los invitados. Y entraron con Él en la boda. Y se cerraron las puertas.
Este es el tiempo cuando podemos despertar a los prójimos y ayudarles a echar el aceite en sus lámparas. Volvámonos en este tiempo santo y de gracias hacia el Resucitado y hacia su Madre, y reconozcámoslo en cada hermano nuestro.

En este mes de primavera, abril, pediremos por las siguientes intenciones:
1. Por el exitoso y fructífero encuentro de este año. Para que la Reina de la Paz nos enseñe este año también como responder a su llamada y como vivir sus mensajes de una manera mas fructífera.
2. Por todos los miembros de nuestra hermandad, el grupo de oración Visitación, para que nos despertemos en verdad. Para que nuestro grupo crezca no solo en número sino también en santidad.
3. Por los videntes, los parroquianos, por todos los peregrinos, por los sacerdotes en Medjugorje y por los que acompañan a los peregrinos, que no hagan nada por costumbre, sino que vivan como testigos y prediquen la gracia de las apariciones de la Virgen.

¡Mis queridos hermanos y hermanas! Un mensaje y una llamada más, una oportunidad más, como la primavera, está ante nosotros. Demos gracias a la Virgen por todo. Oro a la Reina de la Paz para que nos enseñe todo, que esté cerca de nosotros y que nadie se aparte de ella.
Oro al Señor resucitado para que salga en nuestros senderos de la vida y en nuestros caminos y nos libere de todo miedo y apariencia. Que nos arraigue en su verdad de la resurrección.
Al final, a todos vosotros os deseo ¡Feliz y bendita Pascua de la Resurrección.

29 de marzo de 2009

Fr. Jozo Zovko o.f.m

Meditación del Padre Jozo sobre el mensaje del 25 de Febrero de 2009

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de febrero de 2009

“¡Queridos hijos! En este tiempo de renuncia, oración y penitencia, los invito de nuevo: vayan a confesar sus pecados para que la gracia pueda abrir sus corazones, y permitan que ella los cambie. Conviértanse, hijitos, ábranse a Dios y a su plan para cada uno de ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”

La Reina de la Paz nos recuerda que este tiempo es un tiempo especial, de gracia, el tiempo de renuncia, oración y penitencia. Sí, es el tiempo que comenzamos el Miércoles de Ceniza, echándonos la ceniza encima, como signo de transitoriedad, con el polvo del que fue modelado el hombre, y al que vuelve todo lo viviente, y el mismo hombre también. El hombre marcado por la ceniza está puesto en el camino que tiene su meta. La Cuaresma es el periodo de cuarenta días. Es el tiempo que conocen tanto profetas como santos, y lo pasan en el desierto, en el ayuno y la oración. Jesús también, después del bautismo de Juan se va al desierto, donde se dedica al ayuno y a la oración. Durante ese tiempo pasa por grandes tentaciones por parte de Satanás. Pero rechaza las ofertas de Satanás y sus promesas, y permanece fiel a su Padre y a su misión. La cumbre de la Cuaresma es el Viernes Santo. Jesús pasa por todas las pruebas y humillaciones. Pero eso no lo confunde, sino fortalece. Finalmente Él toma la cruz y la muerte como el único camino, a través de la muerte hasta la gloria final, la Resurrección y la victoria sobre la muerte y el pecado. Así también a nosotros, como pasajeros, la Cuaresma nos pone frente a lo eterno y no pasajero. La Cuaresma, como pecadores y desanimados, nos pone frente a la misericordia y la bondad de Dios. Este tiempo es el tiempo de nuestro regreso al Padre. A través de la Cuaresma el hombre está llamado a ver sus límites, sus pecados y sus debilidades. Viviendo sin la renuncia, sin el ayuno, sin la oración, el hombre se esconde ante Dios. Ese manto del egoísmo es tan pesado que nos ciega. Ese muro de nuestra soberbia es tan duro que nos cierra la última puerta de la esperanza. Por eso, este mensaje toca en nosotros lo esencial, nuestra naturaleza humana. No permite que encubramos nuestra debilidad, más bien nos invita a reconocerla humildemente y confesarla nuevamente en el sacramento de la reconciliación. Esa gracia que fluye y se derrama en nosotros por medio de los sacramentos proviene de Dios, no de nuestros sacrificios y oraciones, sino desde el corazón traspasado de Nuestro Señor. Nuestra oración, nuestros ayunos y sacrificios son nuestra humilde y amorosa respuesta. Porque sin nosotros y sin nuestro consentimiento nos creó Dios, pero sin nuestro ‘sí’ no nos puede salvar. Esa es la grandeza de nuestra Cuaresma. Mi decisión, mi elección, mi ‘sí’ es grande. Y en ello se manifiesta nuestra dignidad humana. “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo del hombre para que de él te cuides? Apenas inferior a un dios lo hiciste, todo lo pusiste bajo sus pies.” (Sal 8,5-6)
¿Quien soy y a donde voy? ¿Quién soy y para que vivo? Son las preguntas que atormentan a todas las generaciones. Únicamente Jesús respondió a ellas. Únicamente él y su Palabra son nuestro camino, medida y regla de la vida. La Cuaresma es el tiempo de imitación de Jesús de manera especial: por medio del ayuno, la oración, la penitencia, la renuncia y los sacramentos. No hay otro camino. Desde la oración y el sacrificio viene la luz a cada uno de nosotros, para ver lo que el mundo me ofrece, y lo que me ofrece y pide el Señor. La penitencia y el sacrificio, el ayuno y la oración, abren mi corazón y los ojos de mi alma, para poder ver correctamente, para poder decidirme a tiempo por un fin, que es mi Dios. Eso no es una palabra cualquiera, sino la verdad sin la cual yo vivo en el engaño y en el peligro mortal, donde ya no distingo el bien del mal. Estamos rodeados de gentes diferentes, nos encontramos con desesperados y arruinados, nos encontramos con seductores que en el nombre del Maligno nos ofrecen cualquier cosa. Los jóvenes están en la tentación de decidirse por el camino amplio del pecado, y eso en definitiva es la ruina. Existen personas que están entregadas al mal totalmente y a sus programas y promesas. Hoy es necesario apagar la televisión para que el hombre se sienta libre y encuentre la paz. Pero no te atreverás a hacerlo si antes no has orado y ayunado. Estás nervioso sin el cigarrillo, sin la copa de alguna bebida, y te lo perdonas diciendo que sacrificarás otra cosa. Pero lamentablemente, no somos capaces de hacer nunca ese sacrificio sustituto, porque faltó el primero.

Estamos llamados a la confesión. Que dejemos para siempre nuestro pecado.
En una ocasión visité uno de los más grandes templos budistas. En él se encontraban doce mil estatuas de Buda. En la entrada en el templo se encuentra un dragón. Y su pata es tan brillante que se nos impone la pregunta: ¿Por qué? Y el maestro budista me explica que los budistas dejan sus pecados debajo de la pata del dragón para que él los guarde mientras ellos están en el templo. Y cuando abandonan el templo, los pecados le acompañan al hombre nuevamente como una sombra. Ese dragón es una especie de guardarropa para los pecados. Durante ese tiempo, los guarda para que no molesten al hombre.

Y me pregunto: ¿Acaso eres consciente de lo grande que son tu religión y tu Dios? Cómo nuestro Dios nos da la gracia, responde a nuestras necesidades y redime nuestros pecados. Nadie de los hombres puede tomar los pecados. Nadie los puede destruir, o quemar como al papel. Ni el psicólogo ni el psiquiatra te pueden decir: “¡No tengas miedo! Has pronunciado tu pecado y el ya no está en tu conciencia ni en tu vida.” Eso supera a la capacidad humana. Únicamente Dios perdona los pecados. Él, en Jesús y por Jesús perdona nuestros pecados. Jesús ha dejado ese don y esa gracia a la Iglesia a través de sus sacerdotes. Nuestro pecado no está depositado en las tinieblas o en el espacio del olvido. ¡No! Nuestro pecado está perdonado en la confesión sacramental. Desapareció en la confesión, en el océano del amor y la misericordia de Dios. No tengas miedo. Después de la confesión tu pecado ya no te pesa. Por eso, el hombre al que se perdona, sabe a quien ir y agradecer por la divina e inconmensurable paz en su corazón, su consciencia y su alma. La confesión es el remedio, una medicina. La confesión es el don que únicamente Dios da a sus hijos. Esa gracia, la gracia sacramental, abre mi corazón y lo cambia, y yo deseo solo uno: no ofender nunca más a mi Dios ni despreciar su amor. Yo se que Él tiene un plan con mi vida, con mi matrimonio, con mi vocación, con mi cruz. Por eso aprenderé, en esta Cuaresma, a imitar a Jesús y tenerlo continuamente ante mis ojos. Oh, Redentor de los pecados, vencedor misericordioso sobre nuestros pecados y debilidades, haz que vivamos en Ti para que Tu amor poderoso actúe fuertemente en nosotros, ese amor que es más poderoso que el pecado. Vencedor en padecimiento, oh, Salvador crucificado, en ti queremos aguantar todos los momentos oscuros. Todo lo que nos toque, que ese sea nuestro camino hacia la eterna luz de la resurrección. Oh, Rey de los corazones, que tu Amor crucificado abrace y proteja a nuestro cansado y frágil amor. Despierta en nosotros lo que tanta falta nos hace: la compasión contigo, el amor hacia Ti, hacia Tu cruz y Tu amor en el Santísimo Sacramento del Altar. Dame la gracia que seamos el signo a los demás como lo eres Tú.

Este mes pediremos por las siguientes intenciones:
Por todos los cristianos que han descuidado el ayuno, la penitencia y la oración, que se abran sus corazones en esta Cuaresma, que respondan a la llamada de la Reina de la Paz.
Por nuestra familia de oración, que esté abierta a Dios y a la Virgen a su plan para con nosotros. No la hemos escogido nosotros a Ella, sino Ella a nosotros. Pidamos que demos un buen ejemplo con nuestra vida y viviendo los mensajes demos testimonio a todos los hombres.
Pidamos por todos los enfermos, y por todos aquellos que se han desviado de la Iglesia. Pidamos por todos los responsables en la Iglesia y en la sociedad, para que pongan en primer lugar al Señor, a su voluntad, y así sirvan a todos en el camino de la salvación. Pidamos por los videntes, sacerdotes y todos los responsables de los mensajes de la Reina de la Paz, para que en este tiempo de gracia se realice Su voluntad y Sus planes.
Queridos hermanos y hermanas, me dirijo a vosotros con gran esperanza de que con todo el corazón recibiréis el mensaje de la Virgen y lo pondréis en vuestro apostolado. “Porque nadie de nosotros vive a sí mismo”, dijo el apóstol. Sí, es nuestro deber orar por todos, ayunar, y hacer penitencia y obras de caridad.

Oro por todos vosotros y no os suelto de mi corazón y de mi amor. Que en vuestro camino os fortalezca y os consuele la Reina de la Paz.

Široki Brijeg a 28 de febrero de 2009

Meditación del Padre Jozo sobre el mensaje del 25 de Enero de 2009

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de enero de 2009

“¡Queridos hijos! También hoy os invito a la oración. Que la oración sea como la semilla que pondréis en mi corazón, y que yo entregaré a mi Hijo Jesús por vosotros, por la salvación de vuestras almas. Deseo, hijitos, que cada uno de vosotros se enamore de la vida eterna, que es vuestro futuro, y que todas las cosas terrenales os sean de ayuda para que os acerquéis a Dios Creador. Yo estoy tanto tiempo con vosotros porque estáis en el camino equivocado. Solamente con mi ayuda, hijitos, podréis abrir los ojos. Hay muchos que al vivir mis mensajes comprenden que están en el camino de la santidad hacia la eternidad. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!”

¡Mis queridos hermanos y hermanas!

Mientras mi corazón escucha este mensaje, está lloviendo. Está lloviendo desde hace días y la lluvia ya se hace fatigosa, porque el horizonte está cubierto con las nubes grises que, clavados al frío cielo, derraman incesantemente su carga invernal. Junto al rumor de la lluvia oigo la voz de la Madre y su nueva llamada a la oración. Como maestra extraordinaria, Ella nos guía a través de esta experiencia de la naturaleza. Cuando cese de llover y salga el sol de primavera, y la tierra se seque un poco, los agricultores, los campesinos y los jardineros saldrán a sus campos. Empezarán a limpiarlos y prepararlos para la siembra primaveral. Le pondrán todas las condiciones para que germine y traiga frutos.
¿Y qué sucede con nuestra oración? ¿Se derrama ella como esta lluvia invernal, sobre la tierra fría, saturada y cansada de la lluvia, no solo insoportable para el hombre, sino para esta tierra a la que inunda? Los ríos y sus cauces llenos reaccionan con las inundaciones.
¡No! Nuestra oración se derrama en el Corazón Purísimo de Nuestra Madre, intercesora de todas las gracias. Ella lleva nuestra oración con amor a Jesús. Una oración así, como una semilla sana, da sus frutos. El sembrador no disipa ni malgasta las semillas. Él lo hace con responsabilidad y con una gran esperanza de cosechar abundantemente. De esos frutos vivimos. Nuestra salvación y la salvación de nuestras almas es el fin último de nuestra vida terrenal. ¿Puede salvarse el hombre si no ora? ¿Puede dar frutos la tierra si no se cultiva, si no esta sembrada? La experiencia nos dice que eso es imposible.
Estar enamorado de la vida eterna no es vanidad, no es un sueño falso, algo imposible, irreal. El sembrador, mientras siembra, ya en su corazón ve espigas, espigas maduras, que son frutos de su sudor y de la tierra que ennoblece y a la que entrega la semilla con amor. Así mismo el creyente que junta las manos en la oración, al que el amor invita para que derrame con fe su alabanza, su amor y su petición al Señor, no pierde el tiempo. No se engaña a sí mismo como un drogadicto en búsqueda de una vivencia falsa, sino que con la mayor esperanza y paz, goza de la cercanía y belleza divina y anhela que esa gracia nunca cese. Se parece a Pedro en el Tabor mientras oraba con Jesús, cuando espontáneamente brotó la alegría de su corazón pidiendo que se quedaran para siempre en esa cercanía divina: ¡Que bien se esta aquí, mudémonos a vivir aquí…!
Así mismo, el orador, viviendo la comunión con Dios, quiere habitar en su cercanía. Todas las cosas mundanas están al servicio de nuestro fin eterno. Todo está hecho para nosotros, y nosotros para el Señor. Tenemos que velar siempre para que no nos engañe el resplandor de las cosas de este mundo, de sus programas, de sus fines y valores. No podemos detenernos ante la criatura y no ver al Creador. Todo lo contrario, todo tiene que servir para que lleguemos al Señor y le sirvamos a Él. Él es nuestro Dios y todo nuestro. Todo es mucho menor que Él y que su amor.
¡Cuantos hermanos y hermanas escogieron el camino equivocado! La Gospa, que nos ama, nos dice sin miedo que estamos en el camino equivocado cuando algo nos aparta de Su amor. Ella me ayuda maternalmente y a diario a abrir los ojos para que no escoja ese camino de engaño, de pecado, de ruina. Y Jesús habla sobre el camino ancho y cómodo frente al camino empinado y dificultoso que lleva a la meta final. ¡Qué importante es tener los ojos abiertos! Si un ciego le guía al otro los dos caerán al precipicio, dice Jesús. Nuestra Reina de la Paz ve y ama. Ella sabe y se ocupa de todos para llevarnos al camino correcto y único, y ese es el camino de la santidad, de la paz, el camino que lleva hacia Jesús.
¡Cuanto necesito tu ayuda, oh Reina de la Paz, para que se me abran los ojos, los ojos del corazón, con los que reconozco otra cara de la vida y de los valores de este mundo!
¡Cuan perseverante debo ser y vivir, día tras día, tus mensajes para que se me abran los ojos!
Que difícil y escandaloso es escuchar a la gente que te juzga, que no sigue el principio de Jesús: “Observad los frutos. Por los frutos reconoceréis el árbol, y discerniréis el bueno de l malo”. El hombre que no ora, que no ayuna, que no esta alerta y no lee la Palabra de Dios, ¿acaso ese hombre es capaz juzgarte a ti y a tus mensajes?
Nosotros somos llamados, y de manera especial en este mensaje, a vivir los mensajes de la Reina de la Paz. Durante todo este mes, con la profundidad del corazón y el amor, reflexionemos este mensaje. Estamos llamados a la oración que rebosa de nuestro corazón como una semilla viva en el corazón de la Virgen, y Ella la presenta a Jesús, y no para nuestra ruina, sino para nuestra salvación. Jesús incluyó a la Madre en la obra de la salvación y nos dijo: “He ahí a tu madre”. Necesitamos a la Madre. Sin ella, no podemos vencer a nuestro enemigo, al Dragón con siete cabezas y diez cuernos, como lo ve san Juan en Apocalipsis.
¿Por qué está Ella tanto tiempo con nosotros? Porque estamos en el camino equivocado. ¿Y cual es el camino equivocado? ¿Lo reconoces tú y disciernes, como miembro de nuestra familia de oración, el camino correcto del equivocado? Estamos en un mundo de valores falsos. Imagina a todos esos falsos maestros que, a través de los medios y sin vergüenza, te enseñan a ti e invitan a tus hijos a una vida amoral y prohibida. Mira a esos maestros y sus llamadas a la diversión en las que te quitan a ti y a tu familia lo humano y cristiano, la dignidad y la moral. Mira a los maestros que enseñan el camino a la vida en la que todo está permitido. Es el camino y la forma de vivir donde no existe ningún pecado ni conciencia. ¿Es posible que el hombre pueda construir a su futuro en la educación sin Dios y sus mandamientos, sin los principios de la fe?
Si, día y noche encontramos a las personas destruidas, desesperadas, humilladas y engañadas. ¿Cómo ayudarles? “Sólo con mi ayuda les abriréis los ojos”, dijo la Reina de la Paz. ¡Cuantos ciegos hay a nuestro alrededor!
Mi querida familia de oración, sed las manos extendidas para todos los que buscan la ayuda. Estar en oración y ayuno por todos los que se han caído y perdido. Sed apóstoles y testigos para aquellos que están bajo la influencia de falsos maestros. Sed esperanza para todos aquellos que ha sobrecogido el pecado de la adicción a la droga o al alcohol, los juegos de azar, la fornicación o el odio. Sed, al menos un poco, la luz para aquellos sobre los que ha caído la tiniebla de la maldición y el mal. Os pido cordialmente: haced más que hasta ahora por vuestros hermanos y hermanas, para que a nosotros y a nuestra familia de oración se pueda aplicar la palabra de la Madre: “Gracias por haber respondido a mi llamada.”

Este mes pediremos por las siguientes intenciones:
1. Por todos nosotros, para que se note y sienta que nuestra patria esta en los cielos, es decir, que cada uno de nosotros viva y trabaje para la eternidad. Para que vivamos y testimoniemos nuestra fe. Que todo lo mundano esté al servicio de lo eterno y celestial.
2. Por todos los peregrinos a los que confunden las declaraciones de los irresponsables sobre Medjugorje y sobre los mensajes, para que preserven en la búsqueda de la Madre y encuentren las gracias necesarias. Por todos los miembros de la nueva Comisión, para que los guíe el Espíritu Santo y descubran toda la verdad, y la testimonien responsablemente en la Iglesia.
3. Por los videntes y parroquianos de Medjugorje, para que no dejen de ser la parroquia escogida que tiene la tarea de ayudar e inspirar con su propia vida  a todos los que vienen a Medjugorje. Por todos los sacerdotes, predicadores y confesores, para que el Señor les dé su luz, su paz, y el amor paterno hacia todos los pecadores y peregrinos.

Queridos hermanos y hermanas, a través del ayuno y la oración, abandonaos a la llamada de la Madre y que su palabra traiga frutos abundantes en todos. Por todos vosotros ora, para que perseveréis en la llamada y comprendáis que todos estamos en el camino de la santidad,
vuestro fiel fray Jozo,
Široki Brijeg a 29 de enero de 2009.