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Meditación del Padre Danko sobre el Mensaje del 25 de diciembre de 2007

JESUCRISTO ES EL REY DE NUESTROS CORAZONES

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de diciembre de 2007

“¡Queridos hijos! Con gran alegría les traigo al Rey de la Paz para que El los bendiga con su bendición. Adórenlo y dediquen tiempo al Creador, quien su corazón anhela. No olviden que están de paso en esta tierra y que las cosas les pueden dar pequeñas alegrías, en cambio, por medio de Mi Hijo se les regala la vida eterna. Por eso estoy con ustedes, para conducirlos hacia lo que su corazón anhela. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

En este día de Navidad, la Virgen nos dice en su mensaje cómo con gran alegría Ella nos trae al Rey de la Paz, para que El nos bendiga con Su bendición. La Navidad es seguramente uno de los días más hermosos del año, incluso para la gente que lo percibe de una manera diferente. Es el día más hermoso de la historia de la humanidad, porque es el día en que el Rey de la Paz nació.

El programa de vida de Jesús, y nuestro programa de vida, se resume en la canción del ángel que fue cantada en el nacimiento de Jesús: “¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace! “ (Lc 2,14).  Cada vez que nos dirigimos a Dios en nuestras oraciones, Dios viene a nosotros y llena nuestro corazón de paz. Podemos difundir la paz alrededor de nosotros solamente si estamos llenos de la paz de Dios. El corazón humano se torna inquieto si se contamina con el pecado, o si da la espalda a Dios. El pecado corrompe al hombre, que es imagen de Dios, por lo que difunde el descontento alrededor de sí mismo. Para el hombre, la única manera de convertirse, de cambiar y de regresar al estado original filial, es el Sacramento de la Confesión, a los que muchos se han acercado en estos días, y se han reconciliado con Dios.  Cada vez que Jesús viene a nosotros, en nuestro corazón, El lo hace hermoso, porque esta es la razón por la cual El vino a esta tierra.

La Virgen nos invita a que demos más tiempo al Creador, quien nuestros corazones anhelan. Dar más tiempo al Creador significa orar más. Si solamente reforzamos un poco nuestras oraciones diarias, nuestra amistad con Jesús crece, El se incorpora a nuestra vida, bendice nuestro día y todo lo que hacemos, ilumina nuestra mente y da calor a nuestro corazón.
En esta tierra, estamos de paso, somos solamente peregrinos. Aquellos que vinieron antes se irán antes. Las cosas pequeñas de este mundo a veces pueden impedir que alcancemos un bien mayor. En Jesús, las puertas de la vida eterna están abiertas para nosotros. En todos estos años de apariciones, la Virgen nos enseña en su escuela de amor cómo alcanzar la vida eterna y cómo orar.

La Virgen también nos revela el significado verdadero de la Navidad que podemos entenderlo mejor mirándola a Ella, que desde el comienzo ha estado presente en el misterio de la salvación de Cristo, poseyendo virtudes como la fe, la esperanza, el amor, la humildad, el silencio y la alegría. La humildad es la llave que nos ayuda a abrir nuestro corazón a Dios, a fin de que El pueda entrar y transformarlo. Solamente entregándonos totalmente a Dios, podemos recorrer el camino que va desde un corazón lleno de falso orgullo y soberbia a un corazón lleno de verdadera humildad y amor.

Fr. Danko Perutina
Medjugorje, 26.12.2007

Meditación del Padre Danko sobre el Mensaje del 25 de noviembre de 2007

JESUS – EL REY DE NUESTRAS VIDAS

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de noviembre de 2007

“¡Queridos hijos! Hoy, cuando celebran a Cristo Rey de todo lo creado, deseo que El sea el Rey de sus vidas. Solamente a través de la entrega, hijitos, pueden comprender el don del sacrificio de Jesús en la cruz por cada uno de ustedes. Hijitos, dediquen tiempo a Dios para que El los transforme y los llene con Su gracia, de tal manera que ustedes sean gracia para los demás. Yo soy para ustedes, hijitos, un don de gracia de amor que proviene de Dios para este mundo sin paz. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

En su último mensaje, la Virgen nos invita a que nos decidamos en favor de Cristo Rey, Rey de todo lo creado, de modo que El pueda ser el Rey de nuestras vidas. Cristo no es rey como otros reyes que visten en carmesí y trajes, llevan coronas y desean gobernar sobre otros. Cristo Rey con su vida se diferencia totalmente de los reyes terrenales. Él los sobrepasa y excede en gran medida estableciendo el reino de la paz, del amor y del perdón. El reino de Jesús nunca ha demostrado ser peligroso ni ha sido una amenaza para nadie. Se difunde incesantemente, es una realidad, pero también al mismo tiempo un ideal al cual aspiramos. Jesús es el verdadero y auténtico Rey que vino al mundo a servir con humildad. Solamente él que sirve a otro puede ser en verdad rey, según el ejemplo de Nuestro Señor Jesucristo. La humildad verdadera consiste en vernos a nosotros mismos tales como somos: que reconozcamos nuestros dones y agradezcamos a Dios por ellos, pero también reconozcamos nuestras debilidades y nos aceptemos, sabiendo que a pesar de todo Dios nos ama. Ese conocimiento nos da una gran alegría, pero al mismo tiempo nos llama a aceptar una gran responsabilidad en espíritu de servicio y humildad.

La Virgen más adelante continúa enseñándonos, y nos llama a la entrega, porque sólo así podemos comprender el don del sacrificio de Jesús en la cruz, que con todo derecho, podemos llamar una victoria del amor. Él, quien enseñó a los hombres a amarse los unos a los otros, y especialmente a los enemigos, fue consecuente con sus palabras hasta el fin: Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos (Jn 15,13). Debido a ese amor, Jesús soportó la cercanía de quien fue su traidor y por eso no reveló su identidad, El no permitió a Pedro que lo defendiera con su espada, y lo perdonó magnánimamente aun cuando él lo negó. Aquellos, que en nombre de Jesús se han dejado guiar por Su amor en su propia vida, son los que más han contribuido a la realización del Reino de Dios en la Tierra.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna (Jn 3, 16). La Virgen nos llama a comprender el don del sacrificio de Jesús en la cruz, que es el regalo más grande entre todos los regalos. En Jesús, Dios nos ha dado su corazón, toda la profundidad de su amor. Es el más hermoso y más grande regalo. Jesús nos amó hasta el extremo dándose totalmente a nosotros. Al venir a este mundo se convirtió en un regalo permanente para todos. Él vino a bendecirnos con su amor. Podemos aceptar ese regalo correctamente si nos entregamos a El totalmente, de modo que El pueda transformarnos y llenarnos con su gracia. Así transformados, podemos decir abiertamente, convertidos, también nosotros podemos ser gracia para los demás. Podemos ser ojos para los ciegos, oídos para los sordos, lengua para los mudos, brazos y piernas para los necesitados.

Jesús es el Rey del mundo y el regalo más grande. Él nos envió a Medjugorje a Su y nuestra Madre María, nuestra Virgen que es un don de gracia de amor para todos nosotros. La voz de la Virgen, la Reina de la Paz, a través de todos estos 26 años, es una llamada para que la paz reine en los corazones de los hombres, una llamada a la paz en el mundo. Que Ella, a quien Dios ha elegido de una manera especial y ha incorporado al Reino de Su Hijo, nos ayude a aceptar a Jesús como el Rey de nuestras vidas, de modo que podamos colaborar fielmente en la difusión de Su Reino de amor, de justicia y de paz.

Fr. Danko Perutina
Medjugorje, 26.11.2007

Meditación del Padre Danko sobre el Mensaje del 25 de octubre de 2007

SEAN AMOR Y LUZ

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de octubre de 2007

“¡Queridos hijos! Dios me ha enviado entre ustedes por amor, para conducirlos por el camino de la salvación. Muchos de ustedes han abierto sus corazones y han aceptado mis mensajes, pero muchos se han extraviado en este camino y nunca han conocido, con todo el corazón, al Dios del amor. Por eso los invito: sean ustedes amor y luz donde hay tinieblas y pecado. Estoy con ustedes y los bendigo a todos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

Al comienzo de su mensaje, la Virgen nos repite una vez más el objetivo principal de su misión – nuestra salvación. En ningún mensaje, Ella se coloca en el primer lugar. Las palabras que Ella pronunció hace dos mil años en el banquete de las bodas en Caná de Galilea: “Hagan todo lo que El les diga” (Jn 2,5), siguen siendo relevante para nosotros. Hacer lo que Jesús desea, es hacer la voluntad de Dios. Allí está la salvación.

La Virgen, como madre verdadera, desea que todos sus hijos se salven. Por eso, Ella nos llama constantemente, pero también nos advierte, como lo hizo en el mensaje del 25 de noviembre de 1998, cuando dijo: “Hijitos, yo los invito a todos al camino de la salvación y deseo mostrarles el camino hacia el Paraíso.” Hay sólo un camino que conduce a la vida eterna, que conduce al paraíso, y ése es Jesús Cristo. Él dijo de sí mismo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” (Jn 14,6).

La Virgen dice que mucha gente ha abierto sus corazones. Abrir nuestros corazones significa entregarse con todo el propio ser a Dios, que es amor, pero también a los mensajes que nos invitan a esa entrega. El corazón es lo más precioso y hermoso que el hombre posee. El corazón es el símbolo de la vida y del amor, de todas las cosas buenas que los seres humanos poseen. La Virgen ya había pedido de nosotros que nos consagremos nuevamente a Su Corazón y al Corazón de Su Hijo Jesús. En su mensaje del 25 de octubre de 2003, Ella dijo: “No tarden, hijitos, sino digan con todo su corazón: deseo ayudar a Jesús y a María para que muchísimos hermanos y hermanas conozcan el camino de la santidad.” Ella nos recuerda que hay quienes se han extraviado en este camino de entrega, porque nunca entregaron sus corazones a Dios. En el Evangelio, Jesús recordaba a menudo a sus oyentes que tenían sus corazones cerrados, que tenían corazones de piedra. Y aquellos que poseen tales corazones, tienen una escala de valores invertida, en que Dios no se encuentra en el primer lugar, sino por el contrario, una cierta persona, la riqueza, el honor, las consideraciones humanas u otra cosa. Tener un corazón puro, un corazón de carne, un corazón devoto, significa volcarse totalmente en Dios, que nos aguarda en secreto y en silencio.

La Virgen nos anima a que seamos amor y luz. Ser amor significa ser testigo del amor puro de Cristo, que se entregó a nosotros. Ese amor es incondicional, no pide nada, solamente da. Piensa siempre en otros antes que en sí mismo. Aprendemos tal amor de Jesús si nos entregamos a El con todo el corazón, porque El nos llama a amar no solamente a nuestros amigos, sino también a nuestros enemigos. La gente está siempre dispuesta a amar a sus vecinos y odiar sus enemigos (Mt 5:43), porque es más fácil. Jesús ha ido más allá de eso. Su discípulo, el creyente, el cristiano, no puede ser selectivo en su amor. El debe amar a toda la gente, incluyendo a sus enemigos, en el Espíritu de su Señor. Eso significa ser amor. ¿Y qué significa ser luz? Ser luz significa alumbrar a los demás para que no se tropiecen y no deambulen en la oscuridad. Deberíamos ser la luz que Cristo ha encendido, para que la gente pueda ver la verdad y el rostro de su Padre Celestial, en vez de vagar y de tropezar en ideas falsas. Y que en esa luz, ellos puedan reconocer a todos los hombres como sus propios hermanos y hermanas. La Virgen, como madre verdadera, nos acompaña y nos bendice en ese camino.

Fr. Danko Perutina
Medjugorje, 26.10.2007

Meditación del Padre Danko sobre el Mensaje del 25 de septiembre de 2007

LA ORACION – EL CAMINO HACIA EL AMOR PERFECTO

Mensaje de María Reina de la Paz en Medjugorje del 25 de septiembre de 2007

“¡Queridos hijos! También hoy los invito a todos a que sus corazones ardan con el amor más intenso posible hacia el Crucificado; y no olviden que por amor a ustedes dio su vida para que ustedes se salvaran. Hijitos, mediten y oren para que su corazón se abra al amor de Dios. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

En su último mensaje, la Virgen nos alienta con sus palabras maternales para que sintamos un amor cada vez más grande hacia el Crucificado. Ese amor debe fluir de nuestros corazones puesto que el corazón es el centro del ser humano. Podemos decir muy bien que el hombre es su corazón. En muchas ocasiones, la Virgen nos ha llamado a fin de que nos despertemos, comencemos a sentir amor, porque solamente el amor es fecundo. Solamente las obras hechas por amor, solamente las oraciones que rezamos por amor, llegan directamente al corazón de Dios.

Dios ha hecho todo por nosotros. Él ha enviado a Su Hijo de modo que cada hombre que crea en el nombre del Hijo de Dios, sepa que tiene vida eterna. (cfr. 1 Juan 5,11-13). Dios no desea más que la salvación del hombre. ¿Si Dios lo desea tan ardientemente, qué estamos esperando entonces, por qué nos resistimos, por qué no nos abrimos a El completamente?

En la segunda parte de su mensaje, la Virgen nos invitar a meditar las palabras de Dios de modo que la Palabra de Dios pueda entrar al interior de nuestra alma y la inflame con un anhelo más ardiente de Dios. Cuanto más vivimos la Palabra de Dios, el anhelo aumenta. Ese anhelo sabe que la verdadera felicidad puede provenir únicamente de Dios. La Virgen conoce eso, ya que Ella también guardó las palabras de Dios en su corazón, meditó sobre ellas y las vivió (cfr. Lucas  2, 19 y 51).

La Bienaventurada Virgen María es el modelo de la Iglesia y lo es también por ser Ella la Virgen que ora (Virgo orans), quien con su ejemplo, nos impulsa a una actitud de oración correcta hacia Dios. Ella nos llama a menudo a la oración, lo hace porque somos débiles o porque no sabemos orar de una manera correcta. Algunos oran solamente durante las dificultades, o cuando las cruces, los padecimientos y las aflicciones se hacen muy gravosos. No sólo entonces hay que orar. Hemos sido llamados a orar también cuando nos sentimos bien, cuando en la vida nos va bien. Es entonces cuando debemos ofrecer plegarias de agradecimiento, de modo que Dios nos bendiga aún más y multiplique los regalos que nos ha dado.  La oración no es de importancia secundaria, sino la oración es una cuestión de vida o muerte. Tal como un ahogado necesita aire, así también la oración es necesaria para cada creyente, porque a través de ella recibimos la gracia y elevamos nuestros corazones a Dios. Mientras reflexionamos acerca de Maria, Madre de la Palabra encarnada, y Maestra de la vida espiritual, agradezcamos a Ella porque nos educa y enseña en Su escuela de amor.

Fr. Danko Perutina
Medjugorje, 26.09.2007